lunes, 4 de noviembre de 2019

El gran templo budista de Kaiyuan, símbolo de la riqueza espiritual de Quanzhou

El gran templo budista de Kaiyuan, símbolo de la riqueza espiritual de Quanzhou



El gran templo budista de Kaiyuan, símbolo de la riqueza espiritual de Quanzhou



El gran templo budista de Kaiyuan, símbolo de la riqueza espiritual de Quanzhou

El conjunto histórico del antiguo templo budista de Kaiyuan tiene una extensión de 78.000 m2, y su construcción se inició en el año 738 d.C. En el pasado el budismo se convirtió en una de las principales opciones religiosas de los ciudadanos de Quanzhou y hasta el día de hoy en el templo de Kaiyuan se han conservado los milenarios rituales budistas.

Un reportaje deYin Yiqiao
尹艺桥
Quanzhou, con una antigüedad de más de 1.700 años, es una célebre ciudad del sureste de China con una larga tradición cultural e histórica, y constituye el punto de partida de la antigua Ruta Marítima de la Seda. Durante la dinastía Song (960-1279), Quanzhou logró situarse entre los cuatro mayores puertos del país, e incluso Marco Polo (1254-1324) la cita en su libro como “el mayor puerto de Oriente”. También era conocida merecidamente como “capital cultural de Asia oriental”, y ejercía un magnetismo sobre gentes de los más variados orígenes procedentes de todos los rincones del mundo que acababan echando raíces en esta dinámica ciudad. En ella se toleraban las diferentes creencias y prácticas religiosas llegadas de Oriente y Occidente, y se convirtió por ello a ojos del mundo en un auténtico crisol de creencias y religiones. Aquí se pueden contemplar los templos de Qingjing, Guandi y el descomunal Kaiyuan. Con el paso de los siglos, el budismo se ha convertido en una de las principales opciones religiosas de los ciudadanos de Quanzhou, hasta el punto de que esta región ha pasado a ser conocida históricamente como “Quannan, tierra del Buda”. 
El gran templo budista de Kaiyuan, símbolo de la riqueza espiritual de Quanzhou
“Este lugar era un célebre reino budista y sus calles rebosaban de sabios y santos”. La frase pertenece al pensador neoconfuciano de la dinastía Song del Sur (1127-1279), Zhu Xi, (1130-1200) aunque en realidad dicho reino budista se originó ya durante la dinastía Tang (618-907). El fundador de dicha dinastía, Gaozu Li Yuan (566-635), promovió la tradición taoísta, mientras que tras su ascenso al trono la emperatriz Wu Zetian (624-705) le dio un gran impulso a la cultura budista, construyendo templos y encargando la traducción de sutras. En el segundo año de la era Chuigong del emperador Ruizong (686), el acaudalado terrateniente de Quanzhou, Huang Shougong (629-712), soñó que una flor de loto blanca brotaba en un árbol de morera y decidió donar unas tierras para levantar un lugar de culto, que inicialmente se llamó “templo del loto”. En el veintiseisavo año de la era Kaiyuan (738), el emperador Xuanzong (685-762) ordenó al gobierno local que construyera un templo que tomara el nombre de la era vigente, de ahí que a partir de entonces se conociera como “templo de Kaiyuan”.
El conjunto histórico del antiguo templo de Kaiyuan se localiza actualmente en la calle del Oeste del distrito de Licheng, en Quanzhou, y tiene una extensión de 78.000 m2. Según los tradicionales preceptos constructivos, la estructura está orientada hacia el sur y se despliega a lo largo de un eje central, y conserva el vigor, la solemnidad y la escala masiva característicos de la dinastía Tang.

El gran templo budista de Kaiyuan, símbolo de la riqueza espiritual de Quanzhou

Pabellón de las cien columnas

En las construcciones budistas los pabellones-santuario constituyen el corazón del templo y el pabellón principal es el centro de ese corazón, el lugar donde se veneran las efigies budistas. El pabellón principal del templo de Kaiyuan se llama “Pabellón Daxiong” o “Gran pabellón de las nubes púrpuras”, ya que durante su construcción un manto de nubes de ese color envolvió el cielo de la ciudad. El edificio cubre una superficie de alrededor de 1.400 m2 y está sostenido por 86 columnas de piedra; su anchura es de nueve secciones y la profundidad de seis secciones. La forma de las columnas es rica en colores, los variados estilos de las esculturas llevan consigo una marca multicultural. El interior causa admiración por su magnificencia. En las vigas transversales aparecen relieves de criaturas fantásticas con cabeza humana y torso de pájaro que, en las escrituras budistas, reciben el nombre de kalavinka o “aves de exquisito sonido”. En los sutras se dice que estos pájaros, con su melodiosa voz y unas plumas suaves y hermosas, viven en las tierras del Buda y simbolizan el Elíseo. Aparte de su papel ornamental, los kalavinkas del templo de Kaiyuan también ejercen la función de ménsulas para amortiguar el peso del tejado. El diseño de estas curiosas criaturas combina de este modo el aspecto religioso, la destreza artística y las exigencias arquitectónicas.
Hasta el día de hoy, el templo de Kaiyuan ha conservado los milenarios rituales budistas. El 26 de cada mes lunar se celebra en su interior el día qinfu, durante el que innumerables devotos de ambos sexos llegan para encender incienso y arrodillarse frente al Buda, mientras los monjes serpentean en torno al edificio, recitan las escrituras y rezan por la buena fortuna y contra los malos espíritus. Además de ello, el octavo día del último mes del calendario lunar se celebra una importante festividad, la fiesta de Laba, en la que se conmemora el día en el que Sakiamuni vio la luz y se convirtió en Buda tras siete días y siete noches debajo del árbol del baniano. En este día, los monjes acuden a las tres al pabellón de las enseñanzas, para recibir lecciones matutinas, y después cocinan gachas con frutos secos que ofrecen al Buda. Al extenderse dicha práctica entre el pueblo, este plato tomó el conocido nombre de “gachas de Laba”.
El 26 de cada mes lunar se celebra en su interior el día qinfu, durante el que innumerables devotos de ambos sexos llegan para encender incienso y arrodillarse frente al Buda, mientras los monjes serpentean en torno al edificio, recitan las escrituras y rezan por la buena fortuna y contra los malos espíritus.
Según el dicho popular, “si hay un templo tiene que haber una pagoda”. La pagoda, una construcción budista típica de Oriente, llegó a China desde la India. En un principio se empleó para enterrar los restos de Buda, pero más tarde se utilizó como repositorio de las cenizas de los monjes más importantes, para conservar las reliquias sagradas o incluso como objeto de contemplación y admiración. Las pagodas gemelas situadas al este y al oeste del templo, a una distancia de 200 m como un reflejo especular son, con sus casi 50 m de altura, el par de pagodas de piedra más altas del país. Su disposición, una a cada lado del Pabellón Daxiong, se asemeja a la del carácter chino . La pagoda Zhenguo, al este, se construyó originariamente en madera en el sexto año de la era Xiantong (865) del reinado de Yizong de la dinastía Tang, y fue reemplazada por la definitiva en piedra durante la dinastía Song, entre el segundo año de la era Jiaxi y el décimo de la era Chunyou del reinado del emperador Lizong (1238-1250). La pagoda occidental, llamada Renshou, fue levantada en el segundo año del reinado del emperador Zhenming de Liang (916), del periodo de las Cinco Dinastías (907-960); igual que en el caso de la pagoda Zhenguo era originariamente de madera y trece años antes que esta fue sustituida por una estructura en ladrillo, y seguidamente en piedra, más sólida. La columna central de cada pagoda ejerce de soporte del conjunto y todo su diseño está calculado en función de meticulosos principios mecánicos. La estable estructura, el sólido eje y la densidad de los bloques de piedras han conseguido que ambas se hayan mantenido en pie durante casi 800 años. No solo resistieron el empuje del terremoto de intensidad 8 ocurrido en 1604 durante el reinado del emperador Wanli de la dinastía Ming (1368-1644), sino también el embiste de innumerables tifones, y se han conservado sanas y salvas hasta la fecha. Las dos pagodas constituyen el sostén espiritual de los ciudadanos de Quanzhou y conforman un magnífico panorama dentro del marco urbano de la ciudad. 
La firmeza de carácter y una profunda fe constituyen la riqueza espiritual transmitida por los habitantes de este lugar de generación en generación.

pdfPublicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 56. Volumen V. Septiembre de 2019.
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