jueves, 9 de diciembre de 2010

ÁRBOL


"el viejo dice: nunca mientas el árbol, el estará aún cuando tu no lo hagas... no mientas la piedra, ella estará aún cuando no lo hagas... no mientas el viento, el estará aún cuando tu no lo hagas... no mientas la tierra, ella permanecerá cuando tu hayas sido olvidado y ya nadie encuentre tu tumba".


el dispensador dice: es importante el árbol que me acompaña desde aquí y hasta la fecha de conmemoración de los Reyes Magos del oriente, pero el espíritu de la Navidad vive en mi alma habiendo anidado en ella junto con el nacimiento que se produce cuando Dios abre la matriz para habilitarte a la vida, estableciendo el cordón umbilical que une la eternidad con la finitud traduciéndolo en verbo vivo, gracia respirable que traduce ideas en dones y estos en aquellas en una retroalimentación... pero amo a los árboles que han salido de mis manos y otros tantos que expandieron raíces por intervención de ellas, convidadas a sentir la esencia de la tierra, absorbiendo ecos que se mezclan con los sentimientos genuinos ya que no hay fragancia más sublime que aquella que expresa el producto de la mezcla de sudores y lágrimas, de miradas y sonrisas... pero amo el aire que me trae los perfumes que envuelven las circunstancias. El tránsito de Navidad es un momento sublime, pleno de reflexiones y desbordante de sentimientos que traducen ecos de otros verbos y sus llamados... pero, en mi ser vive un singular sentimiento de la eterna Navidad, esa que llega con uno y se va con uno, mutua entrega de voluntades que se traducen en una campana semejante a un cristal consonante que elabora armonías sin pentagramas, generando una sinfonía de confluencias donde las notas pueden ser recogidas como hojas para ser cobijadas en cofres de esperanzas e ilusiones sintonizadoras de eternidades. Es importante la semilla tanto como la paz, es importante la hoja tanto como la flor, es importante la nota tanto como el color, convergencia de armonías que se traducen en presencia revelada. Enciendo la vela y alumbro los recuerdos que esperan su lapso oportuno para ser afectos o para ser olvidos... la huella que he dejado, ésa que me guarda en el tiempo que sólo mi ser conoce y que se consumirá conmigo, junto con la lumbre que me trajo y me ha guiado. Lo bueno del pasado es aquello que no se transforma en peso, que puede ser transportado sin percibirse como carga y que además, empuja hacia adelante, hacia el mañana necesario donde no estaré, ya que habré descubierto que aquello que nunca comenzó tampoco puede concluir. Justo allí agradeceré al árbol haber sido mi testigo, el único... y tengo muchos. El guardará mis silencios así como he sabido interpretar los suyos. Eso se llama comunión, la genuina, la verdadera. Soy cultor de silencios, soy cultor de raíces, soy aquel que ha sido bendecido y ahogado por esos mismos silencios y cobijado por esas mismas raíces... Diciembre 09, 2010.-

DEDICADO A: mis casuarinas, las que me han quitado, reiteradamente. Esas que viven en mí y que cobijan el nido de mi espíritu...

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