ORÁCULOS© cuando el espíritu era santuario del hombre
el dispensador dice:
ORÁCULOS© cuando el espíritu era santuario del hombre
visiones extraviadas
Como en tantas otras cosas, los oráculos han sido deformados por las conceptualizaciones apasionadas de los hombres de la historia, confiriendo interpretaciones para nada ajustadas con sus contextos ni tampoco con su funcionalidad, mucho menos con sus capacidades. Los oráculos solían ser los santuarios donde se resguardaban los portales dimensionales, las ventanas comunicantes con el más allá de los ancestros, praderas de descanso de capacidades especiales, diferenciadas por sus dones y sus talentos, convergentes en la vida de los tiempos respirables, confluyentes en la dimensión del sin tiempo y sin espacio, justo allí donde la vida se libera de las tribulaciones para adquirir la tan ansiada paz, íntima. La etimología original del término oráculo se correspondía con la de vasos comunicantes, distante de la versión griega de oráculo (μαντειον) que otorga significancia a la respuesta de los dioses... Oráculo, es sinónimo de portal a lo eterno.
Ciertamente los oráculos ocuparon un lugar angular en las primeras etapas de la humanidad en la Tierra, momentos en los cuales las ventanas permanecían abiertas brindando acceso al mundo de las ideas y también al otro de los conocimientos... Las pirámides y sus entornos ya estaban pero aún no lo hacían los egipcios. Otros reinos olvidados tenían lugar y sus contextos culturales eran bien otros, tan distintos que podría hablarse de otros hombres y otras mujeres. Por entonces los valores eran conservados y cuidados por consejos de tribus donde la comunidad era prioridad absoluta, ya que sin ella no hay individuos, siendo que sin estos, en actitud comunicante tampoco podría darse lugar al concepto de comunidad... para lo cual, la piedra contenía música tanto como el viento era singularmente apreciado por sus habilidades para anunciar los cambios, modificaciones que eran prolijamente documentadas.
Luego de aquellos tiempos de ancianidades sin viejos, con personas que iban y venían por las ventanas y sus portales... devinieron atlantes y lemures, un Sol con soberbias en ciernes y algunos desprecios ya potencialmente fuertes. Mientras que en los primeros momentos de la humanidad en la Tierra no hubo espacio para reyes, emperadores ni jefes, estos aparecieron acompañando el poder ostentado por algunos iluminados de la estirpe atlante y otro tanto de los lemures. Poderes que se consumirían mucho después en un gran cataclismo que arrasó el mundo entero, ahogando inocencias y anonimatos, borrando algo que otrora hubiese parecido imposible. Un drama global de tal magnitud que empequeñece al mismo diluvio universal...
No obstante, en aquellos tiempos los oros no eran más que conectores con los umbrales de espacio-tiempo que unían a aquellos hombres con sus cordones umbilicales desde y hacia la eternidad. Podría decirse que los pentagramas eran más amplios, incluyendo los sonidos celestiales, así como también había un mayor número de notas lo que permitía escuchar a la bóveda celeste en todas sus expresiones, conteniendo almas esencialmente ricas, libres de pretensiones y falsas ataduras.
La extinción de los contenidos de la Atlántida y la Lemuria, llevaron consigo a muchas culturas contemporáneas descatacadas, tal el caso de los nubios... dando lugar luego de numerosos sinsabores, desencuentros y otras desesperaciones, a la aparición de restos culturales menores que darían lugar al egipto conocido, ése que creemos conocer pero que está lejos de cualquier consideración de estos tiempos y mucho más de un contexto de arenas, a la grecia que se apoderó de conocimientos extraños adueñándose de otras ideas y más culturas, y la roma práctica que transformó al hombre en una herramienta de uso y/o descarte de los poderosos. La Tierra se fue haciendo más densa y con ello, también adquirieron densidades las almas, cambiándose el sentido de los ciclos de la vida y por ende los de la muerte.
Paralelamente a atlantes y lemures, tiwanakus, urus y mochicas, distintos quichés y otros nahuas, karaives y eskeras, celtas y mdhanos y perdidos nubios, daban forma a un paisaje de capacidades que hoy avergonzarían a las ciencias que han olvidado sus valores esenciales, los filosóficos, omitiendo la ética y haciendo de todo un vil negocio que no favorece a la sociedad humana en su conjunto sino a individuos mezquinos, cuyas miserias son más que sus contenidos genuinos. No obstante ello, nacen, están aquí y actúan al modo de los grandes dinosaurios, depredando esfuerzos y voluntades de los otros, los muchos. Los científicos y sus equipos desfilaban anualmente enseñando sus descubrimientos, sus investigaciones, sus trabajos contribuyendo al mejoramiento de las comunidades, guiado ello por los legados de los oráculos, aspectos olvidados cuyo tiempo de ocultamiento ha vencido, habilitándose, quitándole los polvos y telas de arañas que cubrían su ánfora custodio...
Las enciclopedias hablan de una idea de oráculo (μαντειον) muy lejana de la original, quizás acorde a la idea social expuesta por los griegos, hablan de adivinación, de runas, de sacerdotes y pitonisas, hablan de tarot e interpretaciones que tergiversa el sentido místico que motivó su presencia cuando aún la noche de los tiempos regía los días humanos de los comienzos.
El portal de los anillos
Los anillos que hoy se intercambian en los matrimonios tienen un origen bien distinto. Por entonces servían para identificar y calificar a aquellos que estaban en condiciones de ingresar al oráculo buscando cruzar el portal que comunicaba la realidad humana terrestre, viviente, con aquella otra de los ancestros y las quietudes reflexivas. Estas ventanas habilitaban a umbrales hoy desconocidos donde conversar con los “anteriores” (así eran llamados los que habían vivido y ya no lo hacían) o con los “venideros” (aquellos que estaban en las líneas de herencias y destinos pero que aún no habían alcanzado su nacimiento), mancomunadas líneas de consubstanciación destinada a “crear”, y también a comprender...
La era consecuente al verbo se caracterizaba por la ausencia de propietarios. Todo era de todos y cada uno contribuía con sus dones y sus talentos, genuinos. Y cuando aquellos no eran suficientes, no alcanzaban, era suficiente con trasponer el umbral en búsqueda de los saberes adecuados, apropiados.
Los sueños de aquella primera humanidad se nutrían de acunamientos en el propio seno de la paz infinita. La esperanza se traducía directamente del hecho de respirar, transformando en una extraña combinación de verdes y azules celestes aquello que sucedía en la dimensión contigua. Lejos estaba la idea de un infierno y sus estadios así como era impensable un purgatorio, sencillamente porque había lugar para valores pero no para mentiras, traiciones, burlas u otras y distintas ventajas, quizás porque la competencia no formaba parte de la concepción de la vida.
Los oráculos no contenían sacerdotes sino mujeres con capacidades distintivas ya que se asumía que solamente las madres podrían interpretar las ensoñaciones consiguientes a estos viajes que no eran astrales, antes bien ofrecían al viajero del aquí un acceso a estamentos ininteligibles pero bien reconocibles ya que de allí venían. Los de allá no podían saltear los portales desde su lugar a la realidad de los humanos en la Tierra. No podían hacerlo los que habían estado antes y mucho menos aquellos que aún no lo habían hecho. A nadie se le hubiese ocurrido transgredir dicho orden que guardaba un sentido que no debía ser alterado.
Los oráculos funcionaban al modo de santuarios en el sentido estricto de la palabra. Las personas que allí llegaban, mujeres u hombres, tenían sobrados motivos para alcanzar el “otro lado” y todo lo que recordaban de él. Los sueños mensajeros tuvieron lugar al extinguirse la verdadera función de los oráculos, y allí las gentes se aferraron a sus limitaciones, a una esperanza propia de las incertidumbres y a ilusiones que se han ido deformando con el tiempo, colmándose de utopías y muchas más entelequias ya que, al quebrarse los puentes y cerrarse las ventanas, mucho, muchísimo quedó preservado en el mentado “otro lado”...
Los anillos eran de oro puro, también de oricalco, y se colocaban en el mismo lugar que hoy se hace, aunque con un sentido bien diferente. Al nadie ser propietario de nada ni tampoco de otro que no fuese el mismo ser, los sentimientos se expresaban tal cual eran, sin segundas intenciones. Los santuarios oráculos también lo eran (de oro u oricalco) y al amanecer y al atardecer dejaban exhalar una música indescriptible donde se expresaban los ángeles custodios del aquí junto con los del allá en una ejecución sinfónica convocante de las almas que hacían reverencia a su creador y sus sabidurías inalcanzables.
Cada piedra tenía su sentido. Cada elemento tenía el suyo y los humanos escuchaban a las rocas tanto como respetaban el sentido de los elementos y sus cristales. Transcurría la era de los sinergismos silenciosos y alcanzaba con los ojos para comprender las necesidades, otrora simples.
Las almas y los cuerpos se movían de otra forma, haciendo culto al pensamiento, priorizando el sentimiento. ¿Qué alteró aquel orden?... ya no tiene importancia porque todo lo que se escurre, se pierde o se deforma, finalmente regresa a su original cuna.
Las mujeres que vivían en cualquiera de los oráculos diseminados por el mundo, respetadas y reverenciadas por sus sabidurías, eran fieles intérpretes de señales y traductoras de las gracias, siendo que los “vivos” acudían a los varios portales a solicitarlas a sus ancestros quiénes a su vez debían interceder ante el verbo supremo... de allí que se refiriese a los oráculos como los “ombligos” contenedores del “onfalion” o roca de las armonías inciertas ya que unían las incertidumbres con la paz sublime.
Mientras tanto las ciencias tenían lugar en las “biblios”, centros donde el pensamiento matemático era exaltado a su máxima expresión. El término biblioteca proviene justamente de uno de los más importantes sitios de la antigüedad donde la filosofía desanudaba fórmulas destinadas a crear, estableciendo geometrías comunes a los espacios y sus perspectivas... así, Djbail Biblos y Baalbek (actual Líbano), así como la increíble Petra, son los únicos vestigios de aquellas otras realidades y sus circunstancias.
Las ciencias eran consecuentes a los oráculos como fuentes filosóficas de las existencias. Así eran entendidas y ése era el orden supremo. Hoy los oráculos de aquella etapa se funden en el magma, enriqueciendo lavas que esperan su tiempo.
Las densidades han atacado y corroído el espíritu del hombre. Ahora, aún viendo no se ve. Aún oyendo no se escucha. El óxido de la necedad y el ácido de la soberbia han nublado las mentes y el aire que se respira contiene elementos nocivos, altamente tóxicos, que separan a las almas y consumen los corazones. Los altares de la ostentación han reemplazado a los oráculos y sus portales... se acerca el tiempo de los Reyes Magos del oriente, esos mismos que pasaron de la mano de la estrella guía, los setenta y tres de los cuáles se recuerda sólo a tres... ¿conoces su historia?... allí reside uno de los ecos angulares de la estirpe de los oráculos, tal vez el último llamado de los ancestros antes de... Diciembre 07, 2010.-
el dispensador: por un día como hoy hace...
DEDICADO A: Juanita.
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