Ciencia / «el arco de venus»
El tránsito de Venus creará un anillo de fuego
Telescopios y satélites intentarán captar esta madrugada este curioso fenómeno hasta hace poco desconocido, que forma un impresionante arco luminoso alrededor del planeta gemelo de la Tierra
Día 05/06/2012 - 18.56h
Cuando esta madrugada Venus pase por delante del Sol, un auténtico ejército de satélites y de telescopios terrestres intentará captar (y estudiar) un curioso y hasta hace poco desconocido fenómeno: el "arco de Venus", un brillante cerco luminoso que, durante el tránsito, rodea por completo el planeta gemelo de la Tierra como si de un anillo de fuego se tratara. En 2004, la primera vez que se observó, el arco pilló por sorpresa a los astrónomos. Ahora, sin embargo, todo está preparado para estudiarlo a fondo y arrancarle sus secretos.
El de esta madrugada será el último tránsito de Venus que veremos durante nuestras vidas, ya que el siguiente no se producirá hasta el año 2117. Y será también, por lo tanto, la última oportunidad para estudiar el misterioso cerco brillante que rodea el planeta justo mientras pasa por delante del Sol. "Me quedé atónito cuando lo vi por primera vez durante el tránsito de 2004 -recuerda el astrónomo Jay Pasachoff, del Williams College-. Un anillo brillante, resplandeciente, apareció rodeando el borde de Venus justo cuando empezaba a pasar por delante del Sol". En palabras del científico, fue como si el planeta, súbitamente, se viera envuelto por un "anillo de fuego".
Han pasado ya ocho años desde la sorpresa inicial y los científicos creen comprender lo que vieron entonces. Iluminada desde detrás por el Sol, la atmósfera de Venus refractó la luz solar mientras ésta atravesaba las capas gaseosas sobre el denso manto de nubes que cubre el planeta, creando un espectacular arco de luz perfectamente visible para los telescopios, tanto terrestres como espaciales.
Sin embargo, los científicos tienen mucho más que aprender sobre Venus estudiando con detalle el arco. La Tierra y Venus se encuentran a distancias parecidas del Sol, están hechos de los mismos elementos básicos y, en términos de tamaño, son prácticamente idénticos. Pero a pesar de ello, los dos mundos están envueltos por capas gaseosas sorprendentemente distintas.
Ahogado, quemado, despedazado
La atmósfera de Venus, en efecto, es por lo menos cien veces más masiva que la de la Tierra, y está formada principalmente por CO2, un gas de efecto invernadero que contribuye a elevar la temperatura del planeta hasta los casi 500 grados. Pero hay más diferencias, como por ejemplo las nubes de ácido sulfúrico, que alcanzan hasta 14 km. de altura y que flagelan al planeta girando a su alrededor a más de 350 km. por hora. Si un humano fuera arrastrado hasta ese ambiente infernal, acabaría seguramente despedazado, ahogado, deshidratado y posiblemente quemado.
Esa es la realidad de un mundo que en su origen pudo haberse parecido a la Tierra, pero que se ha convertido en un auténtico infierno sin que los científicos hayan podido averiguar hasta ahóra el por qué. "Nuestros modelos y herramientas - puntualiza Widemann- no pueden explicar del todo Venus, lo que significa que tampoco tenemos las herramientas necesarias para comprender nuestro propio planeta. Preocuparse por Venus es preocuparse por nosotros mismos".
«Súper rotación»
Quizá uno de los mayores misterios de Venus sea el de su "súper rotación". Y es que toda la atmósfera, en bloque, da una vuelta completa al planeta en apenas 4 días terrestres.. La dinámica de esa "super rotación" sigue siendo un rompecabezas sin resolver, y ello a pesar de la avalancha de datos obtenidos por misiones como las Pioneer Venus o las Magallanes, de la NASA, las Venera y Vega, de Rusia, o la más reciente Venus Express, de la Agencia Espacial Europea.
Y es aquí, precisamente, donde entra el "arco de Venus". Su brillo, en efecto, es capaz de revelar la temperatura y la densidad de la mesosfera (la atmósfera media) de Venus, el lugar donde la luz solar se refracta para crear el fenómeno. Según la mayoría de los modelos, es precisamente en la mesosfera donde se guarda la "llave" que nos permita comprender la super rotación. Analizando con detalle el arco, los investigadores podrán hacerse una idea muy acertada de la temperatura y la densidad de esta crírica capa atmosférica de polo a polo del planeta.
Cuando el arco apareció por primera vez, en 2004, los astrónomos se quedaron atónitos y no pudieron reaccionar. Ahora, sin embargo, están preparados para aprovechar esta nueva oportunidad. Juntos, Pasachoff y Widemann han organizado una red global de observación para monitorizar el fenómeno esta madrugada. No habrá otra ocasión de hacerlo hasta el año 2117. "Estamos listos para observar el arco usando 9 coronógrafos repartidos por todo el mundo", explica Pasachoff.
También se ha pedido la colaboración de los astrónomos aficionados de numerosos países para que esta noche den caza al arco. "Los mejores momentos para observarlo -explica el científico- son a la entrada y a la salida, es decir, cuando el disco de Venus entre y salga del Sol".
Ciencia
Sigue en directo el tránsito de Venus
Telescopios espaciales y terrestres de todo el mundo captarán esta madrugada (a partir de medianoche) el paso del planeta gemelo de la Tierra por delante del Sol, un espectáculo que no se volverá a repetir hasta el año 2117
Día 05/06/2012 - 18.21h
Es ahora o nunca. Esta madrugada se producirá un acontecimiento astronómico que, con toda probabilidad, nunca más tendremos oportunidad de contemplar en nuestras vidas, ya que no se repetirá hasta el año 2117. Venus transitará por delante del Sol, un fenómeno que atrae a científicos y astrónomos de todo el mundo, dispuestos a no perderse detalle. Puedes seguir el tránsito aquí, en directo, a través de la retransmisión realizada por la NASA desde Mauna Kea, Hawaii, a partir de las 12.00 (hora peninsular española).
El tránsito empezará pasada la medianoche y finalizará a las 6.55 (hora peninsular española). Podrá ser observado durante toda su duración desde Hawai y Alaska en los Estados Unidos, así como desde el este de Australia, Nueva Zelanda, el Pacífico occidental, el este de Asia y las altas latitudes septentrionales. Muchos equipos de científicos y astrónomos aficionados han viajado hasta estas zonas para registrar el paseo planetario. De igual forma, sondas como Venus Express, SOHO o el telescopio espacial Hubble también están listas para monitorizar Venus y el Sol, e incluso la tripulación de la Estación Espacial Internacional (ISS) está pendiente de este paseo cósmico. Comprueba aquí si puedes verlo desde tu ciudad.
En España solo se podrá observar durante los últimos minutos y desde ciertas zonas del noreste. Las comunidades más afortunadas serán Cataluña, Baleares, el norte de la Comunidad Valenciana, el País Vasco, Navarra y Aragón. En el resto del mundo
El tránsito permitirá a los científicos aprender más sobre la atmósfera del planeta Venus y les servirá como experiencia para buscar planetas parecidos a la Tierra, incluso uno que podría ser habitable, fuera de nuestro Sistema solar. Como curiosidad, podrán ver un fenómeno desconocido, el «arco de Venus», un brillante cerco luminoso que, durante el tránsito, rodea por completo el planeta gemelo de la Tierra como si de un anillo de fuego se tratara.
Para saber más sobre el tránsito de Venus, pincha aquí.
Visiones rápidas de la wikipedia ►
- Venus solía asociarse con la diosa griega Afrodita y la etrusca Turan, tomando aspectos prestados de ambas. Como con la mayoría de las demás deidades del panteón romano, el concepto literario de Venus está cubierto por las ropas tomadas de los mitos griegos literarios de su equivalente, Afrodita. La anterior diosa etrusca o latina de la vegetación y los jardines pasó a ser relacionada deliberadamente con la griega Afrodita.[1] Sin embargo, según La Eneida de Virgilio, como equivalente romano de Afrodita, Venus no llegó a tener una personalidad tan marcada en su sensualidad o crueldad como la griega,[2] aunque conservara sus atributos y símbolos, como la manzana dorada de la discordia. En algunos mitos latinos Cupido era hijo de Venus y Marte, el dios de la guerra.
- Afrodita (en griego antiguo Ἀφροδίτη) es, en la mitología griega, la diosa del amor, la lujuria, la belleza, la sexualidad y la reproducción. Aunque a menudo se alude a ella en la cultura moderna como «la diosa del amor», es importante señalar que normalmente no era el amor en el sentido cristiano o romántico, sino específicamente Eros (atracción física o sexual). Su equivalente romana es la diosa Venus.
- Afrodita tiene numerosas equivalentes: Inanna en la mitología
sumeria, Astarté en la fenicia, Turan
en la etrusca y Venus en la romana. Tiene paralelismos
con diosas indoeuropeas de la aurora,
tales como Ushás o Aurora.
Según Pausanias, los primeros que
establecieron su culto fueron los asirios, y tras ellos los pafosianos de Chipre y los fenicios que vivían en Ascalón (Palestina), quienes enseñaron su culto a
los habitantes de Citera.[1]
Se decía que Afrodita podía hacer que cualquier hombre se enamorase de ella con
solo poner sus ojos en él.
El nombre Ἀφροδίτη era relacionado por etimología popular con ἀφρός aphrós, ‘espuma’, interpretándose como ‘surgida de la espuma’ y personificándola en un mito etiológico que ya era conocido para Hesíodo.[2] Tiene reflejos en el mesapio y el etrusco (de ahí «abril»), que probablemente fueron tomados prestados del griego. Aunque Heródoto estaba al tanto de los orígenes fenicios de Afrodita,[3] los intentos lingüísticos por derivar el nombre «Afrodita» del semítico Aštoret, mediante transmisión hitita no documentada, siguen sin ser concluyentes. Una sugerencia de Hammarström,[4] rechazada por Hjalmar Frisk, relaciona el nombre con πρύτανις, un préstamo griego de un cognado del etrusco (e)pruni, ‘señor’ o similar. Mallory y Adams ofrecen una etimología del indoeuropeo abhor, ‘muy’ + dhei, ‘brillar’.[5]
Si procede del semítico, una etimología plausible sería del barīrĩtu asirio, un demonio femenino hallado en textos babilónicos medios y tardíos.[6] El nombre significa probablemente ‘la que [viene] al anochecer’, una manifestación del planeta Venus como estrella vespertina, un atributo bien conocido de la diosa mesopotámica Inanna/Ishtar.
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