Sin paredes, el arte se expande
El Middelheim, el museo al aire libre de Amberes, ofrece una lección de optimismo
Desde que alguien alineó trilitos y dinteles en Stonehenge existen los museos de escultura al aire libre. Los estudiosos presumen que las espectaculares piedras azules no se arrancaron y desplazaron hace cuatro milenios —a saber cómo— desde las montañas galesas de Preselli para embellecer el paisaje, pero lo cierto es que lo hicieron.
Así que cuando, cercana aún la Segunda Guerra Mundial, comenzaron a organizarse exposiciones de arte contemporáneo al aire libre —Henry Moore fue un gran impulsor de la primera, en el verano de 1948, en el Battersea Park de Londres— se confirmó una vez más que lo moderno era bien viejo.
Dos años después, un avispado alcalde de Amberes (Bélgica) arropó una cita similar a seis kilómetros de la ciudad, en un parque de propiedad pública desde 1920 que también se curaba sus heridas de guerra (fue un depósito militar). El éxito motivó que pasada una década se inaugurase el Museo Middleheim con un lema que sigue vigente: “De Rodin al presente”.
El escultor francés —entre sus obras, figuran el Balzac arrogante y a la defensiva que Rodin tardó seis años en culminar para disgusto de la sociedad que le había encargado la obra con un plazo de 18 meses— sigue siendo “uno de los taquillazos”, según el director del Middelheim, Menno Meewis. En los últimos años se abren camino las incorporaciones apreciadas por su carácter práctico: Tennis wall, de Ann Veronica Janssens, literalmente un frontón con raquetas y pelotas disponibles para jugar, o la instalación de contenedores de Luc Deleau, Orbino, que se descuelga como un mirador.
Las 400 obras —al aire libre se exponen 215, las frágiles se pueden visitar en un pabellón— abarcan todos los estilos desde 1900 e incluyen a Maillol, Renoir, Meunier, Moore, Gargallo (su Profeta, de bronce, parece vociferar pensando en estos días aunque fue concluido en 1933, que tampoco fue un año de aburrimiento), Giacometti, Chirino (Mediterráneo, acero pintado de amarillo anaranjado, elaborado para la décima bienal del centro), Carl Andre o Pedro Cabrita Reis. Pero también intervenciones vegetales —Michel Desvigne, arquitecto del paisaje, plantó 1.500 frutales— que demuestran que el Middelheim ha superado el dilema que a veces atenaza a los suyos: ¿somos museo o somos parque?
Sin duda, una reciente adquisición condenada al éxito de masas es El puente sin nombre, de Ai Wei Wei, un encargo realizado por los responsables del museo poco antes de la desaparición pública del crítico artista chino. Con una madera congoleña, Wei Wei ha reproducido el irregular perímetro topográfico de China sobre el suelo de un puente de evocación asiática.
El Middelheim ha pagado 200.000 euros por la obra, una de las tres que ha financiado para su nueva ampliación (ahora ocupa 30 hectáreas) junto a las del suizo Roman Signer y el belga Philippe Van Snick, que se acompañan de una exposición de esculturas de terracota del alemán Thomas Schütte, que se podrá visitar hasta el 16 de septiembre.
La oferta constata lo que Menno Meewis, el director del Middelheim, confía sin ápice de soberbia: “No sabemos lo que es la crisis”. Arrodillémonos como si estuviéramos en Stonehenge: el museo es gratis (recibe 250.000 visitas al año) y se financia con fondos públicos que no menguan sino que encima crecen. En algún sitio, por ahí fuera, todavía creen en la cultura.
el dispensador dice:
necesitas desplegar la vela de lo sensible,
sentir la distancia es posible,
para ello debes respirar "aire libre",
comprobando que lo visible,
es escaso comparado con lo invisible,
pero para ello, debes comprender qué es... ser sensible
cada artista persigue sus pistas,
persigue ideas buscando que lo asistan,
echa del aire lo que lo despista,
retorna reflexivo siguiendo su brisa,
en el arte no se puede ir deprisa,
sólo hace falta envolverse en sonrisas...
cuando la obra de arte se expone al oxígeno,
se llena de vida, superando lo rígido,
espera ser observada por almas renuentes,
la función del arte es atrapar las mentes,
algo queda flotando, permanece latente,
la imagen se adhiere a quien se dirige hacia lo urgente...
la naturaleza misma es una singular obra de arte,
donde todo lo que se aprecia está entrelazado,
parece ovillo, también un tejado,
en la selva todo simula estar enrejado,
sin embargo está abierto para ser andado,
quién siga su senda será llamado...
no es cuestión de medallas, premios ni oros,
en los bosques helados suenan los loros,
percibes ramas con formas curiosas,
el frío te ataja para que admires la rosa,
escultura perfumada se sube a la prosa...
luego te vas, como cualquier cosa,
algo te llevas, la imagen te acosa,
el arte te envuelve y es recurrente,
enciende el espíritu y se declara frecuente,
podrás irte con mirada renuente,
pero la obra habrá prendido, en los artilugios de la mente.
El arte al aire libre reclama la atención de las personas... nutriéndolas silenciosamente de sensibilidades... despertando la imaginación... convocando a las personas a movilizar sus creatividades, intentando sintonizarlas con los sentidos que le dieron origen.
La naturaleza toda es ARTE, con mayúsculas... el arte de la creación y las confluencias... el arte de la creación y sus convergencias... el arte de la creación y las expresiones de sus formaciones... el VERBO hecho VIDA, en los tiempos respirables que conocen los seres humanos, o bien, el mismo VERBO hecho VIDA, tal se la reconoce en el universo visible y en sus contiguos invisibles, en las dimensiones intangibles y en las que se sitúan más allá del ideario que el ser humano puede alcanzar.
¿Has caminado alguna vez por las calles de la ciudad de Resistencia, allí en el Chaco de las distancias inmensas?... a cada paso algo te llama, de cada paso te llevas una nueva lámpara... sucede también en comarcas lejanas, en la Europa distante de castillos campantes... en todo lugar el arte reclama, y todo se enciende hasta en las propias miradas.
El paso del hombre vive a través de su ARTE... cuanto más cerca de la naturaleza, mucho más lo estará de sintonizar la eternidad, tal el caso de las expresiones líticas que la propia humanidad ha ido dejando a su paso por tiempos ininteligibles, esos que la historia "oficial" se ha ocupado en deformar según las conveniencias de cada quién.
Tienes ARTE en un tulipán, tanto como lo desvelas en una esfera... todo aquello que implique espacio, geometría del pensamiento, arquitectura de la palabra, pentagrama de la letra y su nota, o también, pentagrama de la nota y su número, implican que alguien estuvo presente, extendiendo el don que concede el propio VERBO, haciéndole honor a la VIDA a través del gesto de los legados, el "dejar" para otros... el permitirse captar las atenciones del prójimo... regalándole la visión de un sueño del que se sólo se compartirán las formas y un súbito mensaje subliminal... tanto como eterno, aún cuando finalmente se consuma y desaparezca.
El aire hace maravillas con el alma encarnada en un cuerpo sometido a un lapso, a un momento, a un instante... el aire, libre, siempre.
Junio 19, 2012.-
Así que cuando, cercana aún la Segunda Guerra Mundial, comenzaron a organizarse exposiciones de arte contemporáneo al aire libre —Henry Moore fue un gran impulsor de la primera, en el verano de 1948, en el Battersea Park de Londres— se confirmó una vez más que lo moderno era bien viejo.
Dos años después, un avispado alcalde de Amberes (Bélgica) arropó una cita similar a seis kilómetros de la ciudad, en un parque de propiedad pública desde 1920 que también se curaba sus heridas de guerra (fue un depósito militar). El éxito motivó que pasada una década se inaugurase el Museo Middleheim con un lema que sigue vigente: “De Rodin al presente”.
El escultor francés —entre sus obras, figuran el Balzac arrogante y a la defensiva que Rodin tardó seis años en culminar para disgusto de la sociedad que le había encargado la obra con un plazo de 18 meses— sigue siendo “uno de los taquillazos”, según el director del Middelheim, Menno Meewis. En los últimos años se abren camino las incorporaciones apreciadas por su carácter práctico: Tennis wall, de Ann Veronica Janssens, literalmente un frontón con raquetas y pelotas disponibles para jugar, o la instalación de contenedores de Luc Deleau, Orbino, que se descuelga como un mirador.
Las 400 obras —al aire libre se exponen 215, las frágiles se pueden visitar en un pabellón— abarcan todos los estilos desde 1900 e incluyen a Maillol, Renoir, Meunier, Moore, Gargallo (su Profeta, de bronce, parece vociferar pensando en estos días aunque fue concluido en 1933, que tampoco fue un año de aburrimiento), Giacometti, Chirino (Mediterráneo, acero pintado de amarillo anaranjado, elaborado para la décima bienal del centro), Carl Andre o Pedro Cabrita Reis. Pero también intervenciones vegetales —Michel Desvigne, arquitecto del paisaje, plantó 1.500 frutales— que demuestran que el Middelheim ha superado el dilema que a veces atenaza a los suyos: ¿somos museo o somos parque?
Sin duda, una reciente adquisición condenada al éxito de masas es El puente sin nombre, de Ai Wei Wei, un encargo realizado por los responsables del museo poco antes de la desaparición pública del crítico artista chino. Con una madera congoleña, Wei Wei ha reproducido el irregular perímetro topográfico de China sobre el suelo de un puente de evocación asiática.
El Middelheim ha pagado 200.000 euros por la obra, una de las tres que ha financiado para su nueva ampliación (ahora ocupa 30 hectáreas) junto a las del suizo Roman Signer y el belga Philippe Van Snick, que se acompañan de una exposición de esculturas de terracota del alemán Thomas Schütte, que se podrá visitar hasta el 16 de septiembre.
La oferta constata lo que Menno Meewis, el director del Middelheim, confía sin ápice de soberbia: “No sabemos lo que es la crisis”. Arrodillémonos como si estuviéramos en Stonehenge: el museo es gratis (recibe 250.000 visitas al año) y se financia con fondos públicos que no menguan sino que encima crecen. En algún sitio, por ahí fuera, todavía creen en la cultura.
el dispensador dice:
necesitas desplegar la vela de lo sensible,
sentir la distancia es posible,
para ello debes respirar "aire libre",
comprobando que lo visible,
es escaso comparado con lo invisible,
pero para ello, debes comprender qué es... ser sensible
cada artista persigue sus pistas,
persigue ideas buscando que lo asistan,
echa del aire lo que lo despista,
retorna reflexivo siguiendo su brisa,
en el arte no se puede ir deprisa,
sólo hace falta envolverse en sonrisas...
cuando la obra de arte se expone al oxígeno,
se llena de vida, superando lo rígido,
espera ser observada por almas renuentes,
la función del arte es atrapar las mentes,
algo queda flotando, permanece latente,
la imagen se adhiere a quien se dirige hacia lo urgente...
la naturaleza misma es una singular obra de arte,
donde todo lo que se aprecia está entrelazado,
parece ovillo, también un tejado,
en la selva todo simula estar enrejado,
sin embargo está abierto para ser andado,
quién siga su senda será llamado...
no es cuestión de medallas, premios ni oros,
en los bosques helados suenan los loros,
percibes ramas con formas curiosas,
el frío te ataja para que admires la rosa,
escultura perfumada se sube a la prosa...
luego te vas, como cualquier cosa,
algo te llevas, la imagen te acosa,
el arte te envuelve y es recurrente,
enciende el espíritu y se declara frecuente,
podrás irte con mirada renuente,
pero la obra habrá prendido, en los artilugios de la mente.
El arte al aire libre reclama la atención de las personas... nutriéndolas silenciosamente de sensibilidades... despertando la imaginación... convocando a las personas a movilizar sus creatividades, intentando sintonizarlas con los sentidos que le dieron origen.
La naturaleza toda es ARTE, con mayúsculas... el arte de la creación y las confluencias... el arte de la creación y sus convergencias... el arte de la creación y las expresiones de sus formaciones... el VERBO hecho VIDA, en los tiempos respirables que conocen los seres humanos, o bien, el mismo VERBO hecho VIDA, tal se la reconoce en el universo visible y en sus contiguos invisibles, en las dimensiones intangibles y en las que se sitúan más allá del ideario que el ser humano puede alcanzar.
¿Has caminado alguna vez por las calles de la ciudad de Resistencia, allí en el Chaco de las distancias inmensas?... a cada paso algo te llama, de cada paso te llevas una nueva lámpara... sucede también en comarcas lejanas, en la Europa distante de castillos campantes... en todo lugar el arte reclama, y todo se enciende hasta en las propias miradas.
El paso del hombre vive a través de su ARTE... cuanto más cerca de la naturaleza, mucho más lo estará de sintonizar la eternidad, tal el caso de las expresiones líticas que la propia humanidad ha ido dejando a su paso por tiempos ininteligibles, esos que la historia "oficial" se ha ocupado en deformar según las conveniencias de cada quién.
Tienes ARTE en un tulipán, tanto como lo desvelas en una esfera... todo aquello que implique espacio, geometría del pensamiento, arquitectura de la palabra, pentagrama de la letra y su nota, o también, pentagrama de la nota y su número, implican que alguien estuvo presente, extendiendo el don que concede el propio VERBO, haciéndole honor a la VIDA a través del gesto de los legados, el "dejar" para otros... el permitirse captar las atenciones del prójimo... regalándole la visión de un sueño del que se sólo se compartirán las formas y un súbito mensaje subliminal... tanto como eterno, aún cuando finalmente se consuma y desaparezca.
El aire hace maravillas con el alma encarnada en un cuerpo sometido a un lapso, a un momento, a un instante... el aire, libre, siempre.
Junio 19, 2012.-
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