lunes, 31 de marzo de 2014

CUIDADO ▲ Las llamaradas solares de la soja | Cultura | EL PAÍS

Las llamaradas solares de la soja | Cultura | EL PAÍS





Las llamaradas solares de la soja

El fotógrafo japonés Taisuke Koyama ha captado un mundo inquietante en el líquido de la salsa más famosa de la comida asiática



Macrofotografía de salsa de soja realizada por Taisuke Koyama.


Podrían parecer imágenes de llamaradas solares, de un viaje a través de lo más profundo del astro rey sin quemarse las pestañas pero con el cerebro en incandescencia. Pero no. Se trata de un trampantojo visual. Nada nuevo en el mundo del arte. Lo novedoso es que esas capturas, como cuadros de Rothko con pinceladas de un día en el desierto, son de un universo vegetal.
La salsa de soja, ese ingrediente omnipresente en la comida asiática, es también materia prima fotográfica paraTaisuke Koyama (Tokio, 1978). El artista japonés ha creado con su cámara un mundo visual inquietante. Fascinado por los micromundos y por las fronteras (mejor, la falta de ellas) entre lo real y lo irreal, entre lo orgánico y lo artificial, ha encontrado en la esencia de la soja un universo abstracto y seductor. Las imágenes que retratan esta seducción líquida de la soja -más allá de lo gastronómico- en tonos amarillos, rojos, naranjas y tostados, con el título Circulación (Cristalizado. Fundido), se exhibe desde el 20 de marzo en Tokio, en Solae Art Gallery Project.
La exploración de Koyama de este Sojart o arte de la soja, surgió en el verano de 2013, como parte de un proyecto artístico en la Trienal de Setouchi. Con participación de creadores internacionales, las islas del mar interior japonés de Sato eran el escenario inspirador. Sodoshima fue la isla-territorio creativo de Koyama y allí, junto a otros artistas, tuvo el reto de realizar obras en una antigua factoría de soja del siglo XIX. Cada creador debía centrarse en una estación del año y a Koyama le tocó el verano, mientras que Akira Kamo tuvo que interpretar la primavera y Motomasa Suzuki el otoño.
Imagen de 'Sandwich Textures' (2011), de Taisuke Koyama.
Esas imágenes de la vida microscópica de la salsa de soja (líquida y cristalizada) capturadas por una macro lente se convirtieron en el eje del interés actual del autor. Pero Koyama -autor de media docena de libros y de otras tantas exposiciones individuales, así como de colectivas en su país, Londres, París o Singapur- ha capturado más imágenes “con vida”, como los reflejos de arcoíris en los carteles y soportes publicitarios de las calles. Así, Rainbow waves (2013) yMelting Rainbows fueron series anteriores a la colección de 15 imágenes de la soja Crystalized, Melted, y denotan una similar viveza. Como lo hacen las burbujas (comestibles y bebibles a golpe de vista) de su serie Sandwich textures.
“Estoy interesado en el pálpito orgánico de la ciudad, en lo natural que se esconde en lo artificial, en cómo cambia y evoluciona una ciudad”, asegura Koyama, nacido y ubicado en una ciudad, Tokyo, donde esa artificialidad y esa naturaleza de las que habla el artista conviven en cada rincón y donde los planos de realidad e irrealidad se entrecruzan. Algo que en literatura o en arte da mucho juego.

el dispensador dice: cuidado!, eres lo que te alimenta. MARZO 31, 2014.-
si siembras odios,
recogerás arenas,
si siembras desprecios,
no veras estrellas,
si siembras intenciones,
no dejarás huellas,
si siembras pasiones,
te atraparás en ellas...
cuidado!,
eres lo que comes,
eres lo que te alimenta,
si no hay amor en lo que masticas,
te irá ganando la impaciencia,
y cuando quieras ser,
en verdad sólo serás ausencia.
MARZO 31, 2014.-

ENERGÍAS ROBADAS ► The Oil Crash: La energía y la tristeza

TE LO RECOMIENDO ►
The Oil Crash: La energía y la tristeza

The Oil Crash



lunes, 24 de marzo de 2014



La energía y la tristeza





















Queridos lectores,



En estos días tristes en los que se ningunea el 
clamor popular mientras seguimos nuestro 
descenso imparable a ninguna parte, Javier Pérez 
nos ofrece esta semana un ensayo de corte 
nostálgico. Sensaciones que más de uno habrá 
experimentado al comprender lo inevitable, 
lo inexorable del Oil Crash. Tristeza que tenemos 
que saber convertir en la fuerza para seguir 
adelante.



Les dejo con Javier, es decir, en buenas manos. 



Salu2,

AMT




La energía y la tristeza



    Perdonadme que hoy venga poético.
Los que estáis acostumbrados a leerme sabéis que prefiero el estilo directo, a veces incluso un poco brutal, para acercarme a las líneas que determinan nuestra sociedad. Nuestras construcciones mentales, a veces tan alejadas de lo posible como de lo razonable, necesitan esa clase enfoque, o eso me parece.
    Pero hoy no. Hoy he estado leyendo varios artículos, incluidos los dos que se han publicado en este blog sobre la gran disonancia, y creo que no es tiempo de palabras altisonantes, ni de grandes ideas, por más que siga pensado que la situación que vivimos requiere soluciones un tanto drásticas y una dosis de realismo muy superior a la que habitualmente nos recetamos.
    Lo creo de veras: esta crisis no va a acabar nunca, y si acaba no será del modo que esperamos, ni será encaminándose de nuevo hacia el crecimiento como si no hubiese límites y no tuviéramos que preocuparnos de los recursos. Hay límites, hay barreras, se puede imprimir dinero pero no se puede imprimir energía, se puede generar deuda respecto a otras personas u otras naciones, pero no se puede declarar bancarrota de tierras fértiles, de agua potable o de ciertos minerales y pensar que todo funcionará igual al día siguiente.  Lo sé cuando razono y lo sé también de un modo más profundo, cuando conduzco por los campos de esta tierra leonesa mía, medio abandonada, henchida de posibilidades agrarias que tardarán aún muchas décadas en consumarse pero que sin duda llegarán a aprovecharse. Llegará un día en que cada palmo de terreno conquistado a no sé quién, será importante. Llegará un día en que a los andurriales se les llame de nuevo capital, como hacían nuestros abuelos. Llegará un día en que el abandono será de nuevo lujo, como las grandes fincas convertidas en otro tiempo en coto de caza para solaz de los ricos, pero entre tanto y no, tenemos lo que tenemos: abandono y andurriales pedregosos, que ni siquiera con tractor es rentable roturar.
    Pero algo se ha dado la vuelta en alguna parte, insisto. Insisto en que lo sé mediante la razón y también mediante el instinto. Preguntadle al vuestro, que algo os dirá. Apagad la radio y encended la nariz, intentando recuperar al ser primitivo que aún yace emboscado en el cerebro profundo. Algo os dirá, estoy seguro…
Por mi parte, os diré lo que veo, o lo que pienso, o lo que siento. O simplemente lo que se mezcla después de estas tres operaciones.
No habrá nuevas etapas de enorme crecimiento. No habrá nuevas décadas de derroche y abundancia, con todo el mundo sonriendo con la alegría del que no sabe sumar ni dividir,  pero no por ignorancia, sino porque no le hace la menor falta. No estamos ante el fin del mundo, por mucho que a veces nos dejemos todos llevar por el madmaxismo apocalíptico. Ante lo que estamos es ante el fin de  la despreocupación y quizás el fin de la alegría, o de la sonrisa idiota, que no es lo mismo…
Habrá otras burbujas, por supuesto, pero no se repetirá en España la de la vivienda, porque en muchos años no nos volverá a sobrar gente, ni nos plantearemos un mundo donde haya que construir más casas para los que vengan atraídos por nuestra prosperidad. Atraeremos quizás más gente, pero serán pobres, frustrados y violentos, no esa gente que soñamos en nuestras mejores fumadas de marihuana o chupadas de piruleta, gentes llenas de ilusión y sin rencor hacia nosotros a los que les guste nuestra país, nuestra cara, nuestra paella y nuestro sentido del humor.  
Vendrá más gente, sí, pero vendrán los que nos odian, los que están convencidos de que les debemos algo y tienen derecho a cobrárselo, los que están persuadidos de que somos débiles y seremos presas fáciles. Esos vendrán, por supuesto, y a pesar de los imbéciles (he dicho imbéciles, no es una errata) que se pondrán de su parte porque desean la destrucción de sus vecinos y parientes (venganzas de familia disfrazadas de no sé qué…), no querrán compartir nada, ni  construir nada, ni generar riqueza común. Vendrán cuando ya no se trate de generar riqueza, sino de repartir los restos de lo que quedó, y no serán una nueva esperanza, sino una nueva amenaza. No será una solución, siquiera temporal, sino un nuevo golpe a lo que para entonces (que ya es ahora) vaya quedando.
Y eso nos entristecerá, quizás justamente, no lo dudo, pero así será. Porque la tristeza es la idea clave de todo esto. Hubo un tiempo en que se creyó que se podía llegar a la fuerza a través de la alegría, y hoy nos encontramos con que es posible llegar al gran cambio, a la gran revolución, a través de la tristeza. ¿Quién lo iba a decir?
Porque la falta de opciones, de energía y de fuerza nos traerá tristeza. Cualquier viejo lo sabe. Cualquier viejo nos lo contaría si le diésemos cinco minutos para contárnoslo.   
Tendremos tristeza cuando veamos desmoronarse ese rasgo tan nuestro, tan actual, del amor por el paisaje. Y así sucederá cuando y tengamos que ir quemando nuestros árboles, unos convertidos en pellets (cuando se acaben los residuos convertiremos los árboles en residuos para venderlos . Ya se está haciendo y ya se le está llamando energía renovable…) y otros simplemente convertidos en leña. Esa es la seña del progreso, o de la derrota: llamar leña a los árboles. Y ya lo hemos visto, y lo veremos. Y será triste cuando tengamos que decidir entre el árbol que cae y el niño que pasa frío.
Tendremos tristeza cuando las carreteras no se reparen, los edificios no se pinten, las ciudades vayan decayendo lentamente a medida que no se pueden desplazar a ellas los que viven en las afueras y se vuelvan a integrar las chimeneas con las viviendas, como en los viejos tiempos, en una amalgama de contaminación y producción forzada.
Será quizás el regreso de Dickens, y será una clase de tristeza distinta a la que conocemos o incluso a la que esperamos, porque estamos acostumbrados, mentalmente, a pensar en las crisis como en un montón de gente que lo pasa mal, pero no tanto como una serie de cosas que todos perdemos, como quizás el alumbrado público, o la basura recogida todos los días, o la disponibilidad instantánea de agua caliente.
Porque también tendremos esa tristeza: la de las cosas que dejan de brillar y la de las cosas que dejan de oler bien. Cuando la basura se acumula durante días en las calles, todo apesta. Cuando la red de alcantarillado no se puede mantener como es debido, todo apesta. Hablaremos otro día de lo que cuesta retirar los lodos de esas redes, y de lo que cuesta realmente la retirada de residuos. Baste hoy con decir que son cifras enormes y que todo apestará.
Y las noches se volverán oscuras a medida que vayan cayendo nuevas líneas de farolas. Unas desaparecerán porque roben el cable, convertido en metal precioso, y otras para ahorrar el suministro, pero seguirá la tendencia a devolver a la noche lo que es de la noche.  No es un pronóstico, sino algo real: acabo de volver de Alemania, ese país que nos señalan como ejemplo, y he visto que hay una farola cada sesenta metros, con una bombilla de bajo consumo colocada en el medio de la calle (no una en la acera derecha y otra en la izquierda, no…) ¿Os imagináis qué grado de penumbra ofrece eso? El que sólo se puede soportar en un lugar donde la gente no tiene miedo a salir a la calle, o ni siquiera le gusta salir.
Todo esto es tremendamente triste y cambiará nuestra percepción del mundo, o ya la está cambiando. Pero lo peor es que sobre todo tendremos la tristeza de mirar a nuestros hijos y no poder convencernos de que tendrán una vida mejor que la nuestra.
Parece una fruslería, pero es fundamental: cuando pierdes la esperanza de que tus hijos vivan mejor que tú, entonces todo te es indiferente. Ya no vale la pena luchar por un mañana que será más oscuro, ni se confía en la sociedad, no se defienden las instituciones. Si crees que tus hijos no tendrán la sanidad que tú disfrutaste, si crees que tus hijos no aprenden ya casi nada en el colegio, si crees que tus hijos tendrán un trabajo de mierda, no hay nada que la sociedad pueda pedirte, porque no le darás nada de buen grado a esa sociedad. Nada en absoluto que no consiga arrancarte.
Cuando esta idea se extiende, todo lo que quieran de ti te lo tendrán que arrancar a la fuerza. No pagarás ni un duro de impuestos si puedes evitarlo. No ayudarás en nada. No arrimarás el hombro. ¿Para qué, si tus hijos no disfrutarán nada de eso? Es la hora de la trinchera y la muralla, la hora de los pequeños grupos, ya sean sociales, locales o familiares: grupos que se cierran sobre sí mismos y que miran con desconfianza el que viene de fuera, o de lejos.
El Imperio romano terminó el día que el Emperador dio orden a las ciudades de amurallarse. Aquello significaba que el emperador ya no podía defenderlas y significaba también, tácitamente, que ya no había razón para que esas ciudades le pagaran impuestos. Fue la hora del sálvese quién pueda.
Nuestra civilización terminará el día que asumamos que nuestros hijos tendrán menos que nosotros, vivirán menos años y sufrirán más. El gran agujero por el que nuestro mundo hará agua tal vez se abra en ese flanco: en el flanco de la esperanza, en el casco de la alegría. Millones de padres lo han aguantado todo en el mundo para que a sus hijos les fuese un poco mejor, pero en cuanto quede claro que esto no será posible será el fin del sacrificio, el fin del silencio y el fin  de la paciencia. ¿Quién sostendrá entonces el globo?
Tendrán que buscarse otro Atlas. Y será difícil encontrarlo. Mucho.




el dispensador dice: sí, creo que las corporaciones han perdido el rumbo... comenzaron a perderlo cuando instalaron la globalización para conseguir esclavos baratos que fuesen fácilmente condicionables, quitándoles las dignidades a cambio de falsos bienestares... y el mundo humano se ha vestido de mentiras y traiciones, repleto y desbordante de segundas intenciones que atropellan a las inocencias y las humildades de los muchos, gentes simples que sólo quieren transcurrir sus vidas sin molestar a los vecinos, sin interferir con sus prójimos... pero sucede que el poder ha descubierto la importancia de los miedos y de los temores constantes, y ha decidido avanzar sobre los derechos humanos y ciudadanos creando estados ausentes, estados que facturan por la nada que hacen, estados que persiguen a los que trabajan, para luego proteger a delincuentes, traficantes y piratas, del mismo modo que hacía el imperio, cuando no le alcanzaba lo que robaba...

sí, entiendo que el poder ha perdido el rumbo... que hay muchos que se sacrifican dando tumbos... que viven como pueden, modificando sus rumbos, según los deseos nauseabundos de unos pocos devenidos en dioses que se creen dueños del destino de los otros, y que se creen con capacidad de hipotecar el futuro de cualquiera, asaltando sus dignidades, y quitándoles sus pertenencias...

aunque no lo creas, desde la distancia del espacio sideral, desde las galaxias contiguas, y desde las dimensiones de los mundos paralelos, se ve con claridad que la Tierra humana está envuelta en tristezas, frustraciones, penas... y no es que te lo diga yo, antes de mi lo expresan las huellas y sus sombras, las estelas de vidas que pasan evaporándose hacia las estrellas sin haber conocido lo cierto que implica la gracia de nacer en un planeta... y también se ve que están todos contra todos... unos depredando ajenas pertenencias... otros robando realidades e imponiendo urgencias... otros asaltando sin clemencias... todos aprendiendo de las ignorancias y las indigencias...

aunque no lo comprendas, el futuro ha sido hipotecado por unos pocos oportunistas que sólo saben de intereses y de conveniencias... los hijos nacen en medio de ausencias... y lo que antes eran familias, ahora son tormentas de desenfrenos e impaciencias, plenas de palabras vacías y de otras inclemencias, que se traducen en persecusiones y violencias, donde la mano golpea y donde el alma no regresa...

y sí hay un infierno en esta Tierra... y cuando el impera... todo se inunda con tristezas, porque la esperanza se esfuma... y las distancias aquejan. Ahora la Tierra se ha vuelto demasiado pequeña, no tienen sentido las fronteras ni tampoco las banderas... entre hombres y mujeres no debería haber diferencias, porque se trata de seres humanos igualados en las ausencias... y si la Tierra se vacía, los ciclos condenarán a los espíritus a purgar los fundamentalismos de falsas creencias... entonces no habrá gracias, no habrá nacidos, y los tiempos respirables serán un recuerdo acosando a las impaciencias...

por favor, humano regresa, sólo los humanismos salvan en la ética...

por favor, humano comprende, sólo los humanismos sostienen a las fuentes...

por favor, humano entiende, que si te quitan la Tierra... ya no sabrás quién eres... 
MARZO 31, 2014.- 

The Oil Crash: La energía y la tristeza

DE A POCO APRENDÍ ▲ Octavio Paz: La voz del gran poeta mexicano | Cultura | EL PAÍS

Octavio Paz: La voz del gran poeta mexicano | Cultura | EL PAÍS

La voz del gran poeta mexicano

El 31 de marzo de 1914 nació el gran poeta y pensador mexicano

Los homenajes se prolongarán hasta la Feria del Libro de Guadalajara en noviembre

La Residencia de Estudiantes, de Madrid, reeditará un libro con el CD donde el autor lee sus poemas





Cien años. El 31 de marzo de 1914 nació Octavio Paz. Las celebraciones por el centenario del poeta mexicano en España empezaron el lunes 24 de este mes con una conversación sobre él a cargo de Javier Gomá Lanzón y Manuel Borrás, titulada Vocación y destino, en el Cervantes de Madrid. Fue el inicio de un año de conferencias, muestras y lecturas a los dos lados del Atlántico. La Bibiloteca Nacional de Madrid presenta la exposición Memoria de Octavio Paz,  y en el Monasterio de Pedralbes, en Barcelona, se realizó un concierto de la soprano Lucía Salas.
A partir de ahí, y hasta noviembre, un sinfín de celebraciones. Aquí puedes consultar el programa de los actos organizados en España por la Embajada de México, el Instituto de México en España, el Instituto Cervantes, el Centro de Estudios Mexicanos y la UNAM España.
Y, entre tantos homenajes, una nueva edición de La voz de Octavio Paz, audiolibro de las lecturas de 22 de sus poemas que el propio autor ofreció en 1989 en la Residencia de Estudiantes. La obra fue publicada por primera vez en 1999 y lleva años agotada. Ahora la propia Residencia de Estudiantes vuelve a publicarla junto con un volumen con su transcripción, unas breves notas biográficas, una bibliografía escogida y varios índices. A continuación, les ofrecemos dos audios con algunas de las lecturas que Paz ofreció aquella tarde:

Actos y homenajes

Los homenajes a Octavio Paz en Madrid empezaron el lunes 24 con la conversación Vocación y destino entre Javier Gomá y Manuel Borrás, en el Instituto Cervantes.
25 de marzo: la Biblioteca Nacional de España inaugura la exposiciónMemoria de Octavio Paz.
27 de marzo: la soprano Lucía Salas interpreta su poema Olvido en el monasterio de Pedralbes.
31 de marzo: abre la muestra fotos Cercanías de Octavio Paz (Instituto de México).
Mayo: la Residencia de Estudiantes realizará una mesa redonda y unalectura de poemas con varios autores.
Libros: reedición de sus obras en el Fondo de Cultura Económica, Itinerario poético (Atalanta), Lo mejor de Octavio Paz. (Seix Barral), La voz de Octavio Paz (con CD, Residencia de Estudiantes).


UN SIGLO DE POESÍA Y PENSAMIENTO

ver fotogalería
Logotipo del centenario de Octavio Paz diseñado por Federic Amat.

La voz clara de Octavio Paz

EL PAÍS Madrid
El 31 de marzo de 1914 nacía el gran poeta y pensador mexicano. Te invitamos a escuchar al escritor leer algunos de los poemas cuando visitó la Residencia de Estudiantes, de Madrid

Las guerras de Paz

El combate por la libertad fue para el Nobel mexicano una forma de expiar su defensa del marxismo ortodoxo


el dispensador dice:
de a poco aprendí,
a medida que la vida me iba golpeando,
que las trincheras no sirven,
y que las armas sirven para enaltecer las miserias ajenas...

de a poco aprendí,
que el verdadero amor no es reclamo,
que es silencio en la montaña,
o bien es paz en lo llano...

de a poco aprendí,
que es bueno ir de la mano,
que es mejor ser abrazado,
que ser inocente es ser sano...

de a poco aprendí,
que se debe ser humilde,
y que se debe ser digno en lo poco,
para luego ser sabio...

de a poco aprendí,
que el genio se alimenta con la pasión,
que uno debe ser reflexivo,
mientras es contemplador...

de a poco aprendí,
que de aquí no te llevas nada,
nada más que los afectos,
que fuiste sembrando en tu alma...

de a poco aprendí,
que la vida es un laberinto,
que cada altar es distinto,
según el espíritu que lo ha enaltecido...

de a poco aprendí,
a no pelear por batallas ajenas,
a escapar de leones y arenas,
a huir del canto de las sirenas...

de a poco aprendí,
a pasar desapercibido,
a partir sin haberme ido,
a regresar sin ser visto...

de a poco aprendí,
que la intención no refleja lo dicho,
que hay palabras que son vacíos,
que hay quien pronuncia sus propios abismos...

de a poco aprendí,
que no es bueno andar mintiendo,
que las traiciones son del viento,
que lo que se quiebra... no tiene remedio...

de a poco aprendí,
que el sexo no implica estar conectado,
que cada quien anda por su lado,
cuando desconocen los valores del estar tomados de la mano,
simplemente andando,
simplemente caminando,
descubriendo que la vida, 
sólo indica que estás pasando,
respirando... respirando...
MARZO 31, 2014.-

domingo, 30 de marzo de 2014

OXIDACIÓN ▲ ScienceCasts: Starting Fire in Water



el dispensador dice:
se van oxidando los tiempos,
se van oxidando los vientos,
se van oxidando las piedras,
tanto como se van oxidando los ritmos,
todo vibra según se dijo,
en algún momento, allá por el inicio...
y todo puede suceder a la inversa,
asimetrías de químicas que no se añejan,
pasa el momento sin que haya quejas,
porque lo sucede no trae penas,
simplemente ocurre lo esperado,
mientras el verbo repite su escena...
la creación es un orden,
que funciona sin que el hombre sepa,
y cuánto más hurga y curiosea,
es menos probable que entienda,
cómo es que el ovillo se enreda,
por eso es bueno aceptar,
que en el universo todo es posible,
según la creación lo desea.
MARZO 30, 2014.-

OPOSICIÓN ▲ ScienceCast: The Opposition of Mars (+lista de reproducción)



el dispensador dice:
oposición de planetas,
universo con sendas,
si sabes lo que amas,
reconoces lo que se conecta,
en el espacio no hay rectas,
sino distancias que acercan,
todo es cuestión de descubrirlas,
sin siquiera verlas,
porque sólo en las almas (sensibles),
residen los sentidos de las esencias.
MARZO 30, 2014.-

SOMBRA ► Shadow Portrait of NASA Rover Opportunity on Martian Slope

Shadow Portrait of NASA Rover Opportunity on Martian Slope







NASA's Mars Exploration Rover Opportunity caught its own silhouette in this late-afternoon image taken by the rover's rear hazard avoidance camera. This camera is mounted low on the rover and has a wide-angle lens. The image was taken looking eastward shortly before sunset on the 3,609th Martian day, or sol, of Opportunity's work on Mars (March 20, 2014). The rover's shadow falls across a slope called the McClure-Beverlin Escarpment on the western rim of Endeavour Crater, where Opportunity is investigating rock layers for evidence about ancient environments.  The scene includes a glimpse into the distance across the 14-mile-wide (22-kilometer-wide) crater. Image Credit: NASA/JPL-Caltech



el dispensador dice:

sombra que habla,

habla aún no diciendo nada,

se expresa en formas cruzadas,

que la distancia se expresan,

en una soledad que avanza...

detrás de ella hay almas,

que piensan en rutinas dadas,

que viven espiando realidades ajenas,

atrapados en mundos que abrazan...

más allá,

algo enlaza,

realidades distintas,

otras circunstancias,

cosas que no se ven con los ojos,

porque los sentidos no alcanzan,

por ello es bueno aprender,

a ver con los ojos del alma...

MARZO 30, 2014.-

TURBULENCIA INTANGIBLE ▲ 18 SEGUNDOS ► Graceful Turbulence (+lista de reproducción)





el dispensador dice:

ocurre...

acontece mientras duermes,

sucede mientras comes,

ocurre mientras trabajas,

pasa sin que lo sepas,

todo el tiempo ocurre,

mientras las huellas de cada vida se escurren...

anunciando que las importancias,

residen en las distancias,

en aquello que ninguna mente alcanza,

mientras las rutinas dominan,

mientras los amores se desgranan...

ocurre...

simplemente ocurre,

sin necesidad que el hombre actúe,

sin que se entere de realidades que no se descubren,

hasta que algo lo destapa,

atropellando al que huye.

MARZO 30, 2014.-

sábado, 29 de marzo de 2014

LA QUEMA ▼ Los escombros de París | Cultura | EL PAÍS

Los escombros de París | Cultura | EL PAÍS



IDA Y VUELTA

Los escombros de París

Haussmann contrató a Charles Marville para que levantara acta visual del París pintoresco y obrero





Instantánea de París tomada por Charles Marville desde la calle Champlain, 1877-1878. /MUSÉE CARNAVALET / ROGER-VIOLLET


París fue una ciudad en ruinas. En algunas fotos de Charles Marville las calles de París son senderos abiertos entre cordilleras de escombros y, como en las ciudades alemanas al final de la guerra, hay un horizonte gris de muros en pie horadados por los huecos de las ventanas. Fijándose bien, entre los escombros, al costado de fachadas solas en las que queda tal vez una maceta en un balcón y el letrero medio descolgado de una carnicería o de una tienda de vinos, se ven figuras humanas que van pululando de un lado a otro, cargando cascotes en carros tirados de burros o caballos flacos, o simplemente parados en lo alto de un montón de ruinas, estupefactos ante la escala de la destrucción. Entre 1939 y 1945 París se salvó improbablemente de los bombardeos primero alemanes y luego aliados que arrasaron tantas ciudades de Europa. En la primera guerra europea los habitantes de la ciudad experimentaron el limitado sobresalto de los zepelines y los pequeños aviones de casa, el estruendo de los cañoneos lejanos. Pero el peligro había sido tan escaso que las imágenes de los combates aéreos y los reflectores en el cielo, o de la ciudad entera con todas las luces apagadas y sin más claridad que la de la luna llena, le dieron aProust la oportunidad de escribir algunas de sus mejores páginas, en ese último volumen de En busca del tiempo perdido en el que la guerra irrumpe con toda la fuerza de lo impremeditado en una novela que llevaba escribiéndose casi veinte años.

París tenía que ser parcialmente derruida para ser inventada, para convertirse de manera definitiva en París
Las ruinas de París no las trajo la guerra, sino el proyecto formidable de renovación urbana que llevó a cabo, durante el segundo imperio, el barón Charles Haussmann, que hizo con la ciudad lo que hasta entonces no se había hecho nunca, lo que sería en el siglo siguiente el sueño de Le Corbusier y tantos de sus discípulos: tratar el tejido urbano, formado lentamente a lo largo de muchos siglos, como si fuera una pizarra en blanco; dibujar con regla y con tiralíneas, encima del laberinto capilar de las calles y los callejones y las revueltas y las plazoletas, avenidas anchas y plazas con monumentos en los que desemboquen obligatoriamente las perspectivas. Proyectos semejantes, aunque mucho más limitados, los emprendieron los papas en la Roma del siglo XVII. Y Washington había sido diseñada siguiendo el mismo modelo, y precisamente por un arquitecto francés. Pero Washington, como San Petersburgo, nacía de la nada en una marisma, horizontal y vacía como una gran lámina en blanco sobre un tablero de dibujo. Y el rigor geométrico de la Baixa en Lisboa es el resultado de un terremoto y de un incendio.
París tenía que ser parcialmente derruida para ser inventada, para convertirse de manera definitiva en París. La gran ciudad que nos parece ahora el fetiche máximo de una monumentalidad urbana tan sagrada que no admite la menor modificación resulta haber nacido de un empeño renovador y destructivo que ahora sería visto como un sacrilegio, un acto de barbarie que ningún Gobierno no despótico se podría permitir. A los que llegamos de países en los que da la impresión que todo está siempre a medio hacer y que nada es muy sólido y nada dura, y todo va saliendo siempre como manga por hombro, París nos abruma con la solemnidad de lo definitivo, de lo casi opresivamente invariable. No solo los edificios oficiales y los grandes teatros y los cafés han estado allí desde siempre: hasta los camareros tienen un severo aplomo de dignatarios, de funcionarios de por vida. Cuando veo uno de esos lycées de París, con sus sillares y dinteles imponentes, sus banderas tricolores y sus letreros de Republique française, y cuando los comparo con los escuálidos institutos españoles de secundaria, me da una melancolía rencorosa de ilustrado español.

A Marville lo contrató Haussmann para que levantara acta visual

de la ciudad lóbrega

y obrera a punto de

ser demolida
Pero ese París no es el fruto de la tradición, sino de todo lo contrario, de una iconoclastia radical. La historia la conocemos por los libros, pero yo solo me he dado cuenta del tamaño ingente de aquella destrucción viendo en el Metropolitan las fotografías de Charles Marville que la atestiguan. A Marville lo contrató Haussmann para que levantara el acta visual de la ciudad pintoresca y lóbrega y obrera que estaba a punto de ser demolida y de la que se iba levantando sobre los escombros. Marville era un hombre inquieto que desde muy joven se dedicó a las artes más asociadas con los cambios tecnológicos: a las ilustraciones en las revistas gráficas, a una invención tan reciente como la fotografía. Cuando uno ve sus autorretratos juveniles —la barba, la melena impetuosa, la mirada— se acuerda enseguida de los grandes contemporáneos con los que debió de encontrarse por París, los que estaban inventándola como capital literaria de la modernidad al mismo tiempo que el barón Haussmann la demolía para modernizarla. Marville era solo unos años mayor que Baudelaire, Flaubert o Gautier. Pero la ciudad condenada que se pasó tanto tiempo fotografiando es menos la de Baudelaire que la de Balzac o incluso la de las fantasías medievales de Victor Hugo, un París no de bulevares iluminados como ascuas por faroles de gas en los que se juega uno la vida cruzando de una acera a otra por culpa del tráfico, sino de callejones estrechos, portales oscuros, umbrales de patios de vecindad que darán siempre a otros pasajes más angostos, ventanas entreabiertas en las que se vislumbra tal vez la cara pálida del único huésped de un edificio deshabitado y condenado.
Haussmann era uno de esos modernizadores autoritarios que lo hacen todo en nombre de la línea recta, la salubridad, el progreso. El París de aguafuerte tenebrista de las fotos de Marville es también el de las viviendas angostas e inmundas y los arroyos de aguas fecales y orines corriendo por la mitad de las calles, el de las oscuridades nocturnas en las que se alojaban todas las amenazas. Pero era también una ciudad en la que los pobres y los trabajadores vivían mezclados más o menos con los ricos, y en la que, cuando estallaba una sublevación popular, los callejones estrechos ofrecían oportunidades magníficas para levantar barricadas. Dicen que la anchura de los bulevares del nuevo París estaba calculada para permitir el despliegue de batallones de caballería y baterías artilleras. El caso es que, al mismo tiempo que el alcantarillado, los parques, las farolas de gas, volvían más habitable el corazón de la ciudad, los trabajadores eran expulsados de él hacia periferias que desde entonces no han parado de volverse cada vez más lejanas. Inmediatamente después de ser renovada, la ciudad se inmoviliza, se monumentaliza, se osifica: también se convierte en el escenario de la apoteosis de la burguesía, y en él a los pobres no les queda más papel que el de servidores.
En una foto de Marville se ve un barrio de chabolas tan desordenado y superpoblado como una favela, y al fondo, a lo lejos, sobre los tejados de tablas o de chapas, aparece la silueta de torres y cúpulas. Desde esa distancia, en noches iluminadas si acaso por candiles de aceite, se vería relucir de noche la capital remota de los grandes bulevares y las farolas de gas.

Charles Marville: Photographer of Paris. Metropolitan Museum of Art. Nueva York. Hasta el 4 de mayo.


el dispensador dice:
siempre hay un telón que esconde los escombros,
siempre hay una alfombra que oculta los olvidos,
siempre hay un altillo que acumula recuerdos idos,
siempre hay un detrás... que flota en soledad... porque alguien ha partido...
las comunidades acomodadas,
no quieren ser testigos,
de la exclusiones inducidas,
por los otros omitidos,
no aceptan las pobrezas,
de aquellos que han perdido,
derechos a ser por ellos mismos,
ciudadanos en lo digno...

y el mundo habla de pobrezas,
arrumbando a los desposeídos,
obligándolos a "no ser",
porque unos pocos se venden como los "elegidos",
mientras la verdad es bien distinta,
porque la realidad se nutre,
de las oportunidades asaltadas,
por los gestores de los oportunismos,
esos que van fabricando,
desfiladeros para terceros,
y para los demás... otros abismos...

solía andar por la quema,
basurales de villa Lugano,
cuando allí no había nada,
más que un futuro en un llano,
luego alcancé París,
y hallé trastiendas esperando,
allí también había alfombras,
y basuras entre los negados,
y descubrí que las miserias,
reinan en cualquier lado,
siempre que haya vanidades sueltas,
las soberbias estarán a la mano,
siempre que haya negligencias,
podrás encontrar marginados...

y el humano no anda aprendiendo,
lo que la realidad le enseña,
no se puede vivir solo,
como tampoco se puede vivir aislado,
cuando se esconden las pobrezas,
aumentan los marginados,
haciendo de las riquezas,
un mundo de abandonados.
MARZO 29, 2014.-