Ser guiri en África
Enrique Vaquerizo relata sus vivencias como occidental en ocho países en 'Historias de salacot y fortasec'
Sevilla
Ilustración de Enrique Vaquerizo Tamayo, para el libro 'Historias de salacot y fortasec'
Soñaba de pequeño Enrique Vaquerizo Domínguez (Sevilla, 1982) con aventurarse a explorar África. Observar entre gigantes hojas verdes la vida salvaje de los animales de postal y documentales, asomarse temerario por un hueco de entre esas plantas ataviado con un salacot y recorrer con la mirada los cuellos de las jirafas hasta descoyuntarse él. Con 28 años viajó a Níger, y, así de momento, no encontró eso, pero sí familias que le acogían en sus casas y le mostraban sus diferentes modos de vida. Después recorrió Togo, Benín, Burkina Faso, Malí, Senegal, Guinea-Bissau y Camerún, y la imagen anhelada se le iba difuminando y complementando con otras fascinantes vivencias, el terrorismo o el ritmo cotidiano del África Occidental. Vivencias que ha narrado en Historias de salacot y fortasec (Editorial Viajesalpasado). "Tenía material como para hilvanar las experiencias personales como en un libro de viajes, en el que invito al lector a que me acompañe en un texto contado con cierto humor", señala el autor.
MÁS INFORMACIÓN
Sus aventuras africanas terminaron girando entorno a la realización de un censo para controlar el reparto de mijo entre familias afectadas por la lepra en Níger, casi presenciar un golpe de Estado en Burkina, conocer a un rey de Camerún con 150 esposas, o encontrarse con los últimos pigmeos del continente. Días todos marcados por su color de piel, el blanco, o como le llamaron durante sus dos años de travesía; toubab, nassara, branco, djougou... "De repente me fijo en ella, en mi piel, digo. Ahí está la muy cabrona, descorazonadoramente lechosa e imperfecta, acumulando ya rojeces y manchas frente a las descargas ultravioletas que regala este sol furibundo. Tan pálida e inservible en la adaptación evolutiva como la jirafa enana aquella de Darwin", se lee en uno de los pasajes del libro, en el que cuenta en primera persona y con honestidad los choques culturales.
"Era absurdo no escribir desde una perspectiva occidental, cualquier enfoque que no fuera el de un guiri en África era poco realista. Por mucho tiempo que pases ahí y que la gente te abra sus puertas, siempre hay una brecha cultural, hay cosas de las que no te enteras", apunta Vaquerizo, que es licenciado en Comunicación e Historia. Y tanto a la comunicación como a la Historia recurre en su libro para contar cómo gracias a su trabajo de Community Manager se ve enseñando a un grupo de escolares nigerinos a abrir una cuenta de Facebook, un correo de Gmail y creando la página web de un centro cultural. Y contextualiza África con la historia del colonialismo y la esclavitud, que en un repaso por el crecimiento del capitalismo en la Edad Moderna, escribe: "A África le correspondería la peor parte, aportar el combustible humano que pusiese en marcha la locomotora. Un cheque en blanco que ha marcado de forma desgraciada al continente hasta nuestros días. La cicatriz maldita que aún hoy puede percibirse en el origen de muchos de sus problemas".
La cooperación aparece también de forma transversal en el texto, un ámbito que ha estudiado, y practicado Vaquerizo en sus andanzas por el continente. Cuenta como conoció a Riskoi, un peul bororo, de una etnia que lleva siglos de nomadismo y que se mantiene así pese a los intentos de los gobiernos y las ONG por sedentarizarlos, como cuenta en el texto. "La cooperación es interesante, fundamentalmente en cuestiones de educación, pero hay ocasiones en las que se pierde el sentido entre lo que se ofrece y se necesita", apunta el autor, que ha decidido donar los beneficios que le corresponden por la venta de ejemplares a la asociación Africadirecto para un proyecto de educación en Nigeria.
Durante su estancia en África se ha encontrado también de cerca con secuestros, terrorismo, persecuciones, africanos resentidos con los occidentales y otros males que van más allá de las cinco cajas del antidiarreico Fortasec que se ha tomado durante los cuatro viajes que componen el libro, presentado en Pangea The Travel Store en Madrid. Vaquerizo concluye resumiendo que el 90% de sus vivencias en el continente han sido positivas. Y al final llegó a ver la imagen ensoñada de las jirafas, pero sintió y vivió mucho más, cada gesto, cada conversación, cada espera desesperante de autobús, cada ofrenda de mijo. "Con el tiempo me di cuenta de que todo el tiempo tuve a África delante de mí".
¿Podemos hablar de los mejores 10 libros africanos de 2016?
Camaleón. La España del extranjero
No hay comentarios:
Publicar un comentario