el dispensador dice: comencé a caminar hacia mí mismo, demoré en divisarme y orientarme hacia el destino... se escuchaban gritos, reclamos, había ruidos... almas en sus infiernos tan temidos... buscando culpables a sus desaciertos sembrados entre surcos de puros desatinos... aún teniendo ojos no veían... aún teniendo oídos no escuchaban... aún teniendo mente no entendían... y no es posible ayudar al que necesita que su prójimo, su próximo, sufra para disfrutar el padecer ajeno... había sonidos de espadas chocando, de escudos golpeados, de flechas disparadas, de lanzas sostenidas a inocentes en sus almas... desde la distancia se aprecia la batalla innecesaria... desde la altura se divisa hasta dónde llega la miseria humana... desde la perspectiva se descifra la piedra silenciosa, que da testimonio del zorro y de la rosa... y carente de brújula me dirigí hacia el mí mismo, dejando atrás el ego y el peso de reconocerlo perdido... algo giraba en verso y en reverso de un eje ya sin hilo... había nudos y ataduras frutos del haber vivido... había orgullos y soberbias esgrimidos... detrás de ellos se desplegaban escudos de hipocresías y cinismos... había risas mientras a empujones se abrían hacia ningún camino, inmóviles, paralizados por la risa y el desprecio a las oportunidades sacrificadas y a lo descartado por carecer de valor para aquel que depende del yo supremo y del otro en el abismo... pude verme aguardando a la vera del arroyo de fondo cristalino... había sonidos y el silencio de campanas sin tañidos... había cuernos atravesando espacios de montañas en sus ríos... había luz entre las nieblas de un cielo en espera de los eternos elegidos... ¿qué hubiera sido de la vida si la respiración no hubiese sido?... no se oye al otro cuando se niega el aire en sostenido... ¿dónde quedó la voluntad del hecho herido?... ¿qué fue del esfuerzo abandonado y sin abrigo?... todo queda atrás cuando llegas a tí mismo... el abrazo es insuficiente para reconocerte como hermano y como amigo... he dado testimonio pero no he vuelto a ser testigo... no he regresado desde que descubrí que lo mejor fue haberme ido. JUNIO 20, 2017.-
SONIDO Y SILENCIO
La forma se estructura por medio del sonido; el sonido más perfecto que puede conseguir el hombre es el de la recitación de las escrituras, a través del cual se purifican la mente y los sentidos y se comprende el mundo en su plenitud.
El budismo tibetano reúne todos los modos de la experiencia humana en sus ceremoniales e imaginería meditativa. Las artes visuales comprenden el reino de lo visual; la música y los objetos sonoros el reino del sonido. El medio del sonido es el aire, que conocemos muy íntimamente, ya que es nuestro aliento personal, gracias al cual vivimos y hablamos, y a través del cual intuimos frecuencias vibratorias.
Los cánticos, tocar la trompeta y la flauta, tocar el tambor y las campanas, concentra el sonido y a su vez las formas de la interpretación musical concentran diversos patrones de sonido. El fin es experimentar el Todo por medio de la unidad sonora.
El silencio mental, la culminación de todo sonido percibido interiormente, es consecuencia de la meditación, procedimiento por el que se siguen las imágenes, los pensamientos y los sonidos hasta su raíz en medio del más intimo sosiego. La mente silenciosa se consigue a través de prolongados retiros, en los que el mundo de los sentidos se logra dejar muy atrás.
Thuk Je Che Tibet
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