Las vibrantes tradiciones culturales de la etnia manchú
La etnia manchú es la tercera minoría de China por número de población, sólo por detrás de los zhuang y los hui, con más de 10 millones de personas distribuidas principalmente por las provincias de Liaoning, Jilin, Heilongjiang y Hebei, así como por la municipalidad de Beijing y la Región Autónoma de Mongolia Interior. La última dinastía china, la Qing (1644-1912), fue establecida precisamente por esta etnia.
La etnia manchú es intrépida e industriosa, muy apta para el estudio y la innovación que, tras fundar su nueva dinastía y reunificar el país, no dejó de asimilar la lengua y la cultura han. En su tarea de integración también fueron capaces de mantener su propia y particular idiosincrasia.
Desde tiempos remotos, la etnia manchú empleaba su propia lengua y sistema de escritura, que pertenece a la familia de las lenguas altaicas y comparte muchos puntos en común con el idioma mongol. Durante la última dinastía imperial, también se la conocía como “lengua de los Qing” y, ya desde el primer periodo, se consolidó como “idioma nacional”. En la actualidad, el habla del noreste de China conserva numerosas palabras que proceden de dicha lengua, como por ejemplo 磨蹭(moceng), que en manchú significa “moverse con lentitud” y que en mandarín se emplea para calificar de lentos los movimientos de una persona, o a retrasar o entorpecer algún asunto; 抹撒(māsa), que en manchú quiere decir “extender” o “desenrollar” y que en mandarín actual también significa “alisar” las cosas arrugadas o dobladas; o 河愣 (heleng), que en manchú significa “ondas en el agua” y que en el chino actual hace alusión a las manchas en la ropa después de limpiar el derrame de un líquido. También hay muchos topónimos que derivan del manchú, como el de Jilin, que significaba originariamente “ciudad junto al río”, o el de Songhua, que es una transcripción fonética de una palabra cuyo significado era “río celestial”.
La escritura manchú, por su parte, es un sistema alfabético que se desarrolló en el siglo XVI a partir del mongol, y que se escribía verticalmente de izquierda a derecha. Muchos de los documentos oficiales de la época Qing debían utilizar en su redacción tanto el manchú como el mandarín y el mongol, pero en la actualidad hay muy pocas personas que puedan entender este tipo de escritura.
Esta etnia posee una variada y compleja tradición cultural por lo que se refiere a los apellidos, que pueden derivar del topónimo donde residen o bien de la tribu a la que pertenecen. En total hay más de 600. Los más frecuentes son Tunggiya, Fuqa, Nara, Niuhuru, y otros tan extendidos como lo son Zhang, Li o Zhao entre los chinos han. Sin embargo, hoy en día la mayor parte han cambiado sus apellidos escogiendo sólo el vocablo inicial, transcribiéndolo fonéticamente o traduciendo su significado. Así Tongjia (Tunggiya) se ha transformado en Tong, y Guaerjia ha cambiado a Guan. El apellido de la casa imperial manchú, Aisin Gioro, se transformó en Jin, ya que Aisin significa “oro”. Hoy en día, con el paso del tiempo, muchos manchúes desconocen ya cuál es el origen de su apellido.
Indumentaria peculiar
A lo largo de la historia la vestimenta y los tocados de los hombres y mujeres de la etnia manchú han sido muy peculiares. Los hombres sólo podían dejarse crecer el pelo en la parte posterior de la cabeza y, además, debían anudarse una coleta que les colgaba por detrás de la cabeza; las mujeres, por su parte, llevaban a menudo tocados con nombres elaborados (“cabeza de alas suaves”, “cabeza con dos puñados de pelo”, “cabeza en forma de marco”, “gran ala cortada” entre otros) que, vistos desde fuera, tenían muchos puntos en común: la gran mayoría llevaban los cabellos anudados sobre la parte superior de la cabeza y separados en dos mitades, con una longitud media de entre 10 y 17 cm. En los primeros tiempos este peinado tenía la forma del carácter 八 (“ocho” en chino), pero gradualmente fue adquiriendo la apariencia de 一 (“uno”), pasando así de un desarrollo vertical a otro más horizontal. Detrás de la cabeza el cabello se peinaba en forma aplanada y quedaba ligeramente torcido hacia arriba, un estilo llamado “cola de golondrina”. En el periodo final de la dinastía Qing, la emperatriz Cixi ideó la “gran ala cortada”, un tocado en el que en la parte de arriba había flores, horquillas o borlas entre otros adornos muy bellos que las damas de la aristocracia podían llevar en la cabeza con una función ornamental.
Tradicionalmente los hombres vestían el paogua, una bata abierta por los lados con las mangas en forma de herradura y banda en torno a la cintura. Se trataba sobre todo de un tipo de vestimenta pensada para cabalgar y disparar con comodidad; por encima se ponían una bata más larga o una chaqueta abotonada por delante. Las mujeres, por su parte, vestían el largo y holgado qipao y, a veces, se cubrían la parte superior con un chaleco mientras que en los pies calzaban zapatos bordados con motivos florales. El qipao o cheongsam actual deriva precisamente del atuendo femenino de época Qing.
Gastronomía
Ya sea la comida de palacio destinada a la familia imperial o los típicos tentempiés locales, la gastronomía de la etnia manchú se caracteriza por sus muchas y variadas cualidades. La comida típica consistía en un banquete palaciego donde se reunía la esencia de los platos han y manchú, con un total de 108 guisos, incluidos 54 del norte y sur de China y numerosas especialidades originarias de la región nororiental de la que procede este pueblo, como por ejemplo el hongo conocido como melena de león, las garras de oso o la cola de ciervo, por citar las más conocidas. Entre las diversas celebraciones de la etnia manchú se distinguían los “banquetes para los miembros de la familia real mongola”; los “banquetes de la corte imperial”, para galardonar a oficiales y eruditos distinguidos por sus contribuciones al país; los “banquetes de la longevidad” que celebraban los aniversarios del emperador; los “banquetes de los mil ancianos” que reunían a súbditos de edad avanzada; los “banquetes de los nueve blancos”, en conmemoración de los tributos entregados por las tribus mongolas para mostrar su lealtad al emperador (un camello blanco y ocho caballos del mismo color); y aquellos sujetos al calendario y las estaciones del año. El clásico número cómico del xiangshen, que es un espectáculo tradicional chino a base de diálogos humorísticos consistente en “recitar la lista de platos”, alude precisamente a estos copiosos e interminables banquetes.
Además de las especialidades palaciegas como el caldero mongol (hot pot), alimentado mediante carbón, otros platos tradicionales y tentempiés como el saqima (una especie de dulce frito), el repollo avinagrado o los panecillos de harina de maíz al vapor gozan de mucha popularidad entre los habitantes de esta región.
Por lo que hace a la arquitectura, las viviendas tradicionales de la etnia manchú se caracterizan por su planta en forma de “bolsillo” y las camas alargadas de ladrillo (kang) que ocupan tres de las cuatro paredes de las habitaciones. Las casas están orientadas hacia el sur para aprovechar la luz solar, y disponen de un patio rodeado de un murete bajo en sentido este-oeste, en cuyo centro se yergue un sulun o poste sagrado. Dicho poste se sustenta entre dos piedras y está rematado por un paño rojo y un balde de hojalata en forma de cuenco; su función es la de celebrar sacrificios en honor del “espíritu del cuervo” mediante la introducción de ofrendas en dicho cuenco.
Las viviendas manchúes suelen tener entre tres y cinco habitaciones. El lado oeste es el más importante y en él se colocan las tablas conmemorativas de los ancestros comunes. En los otros tres lados se extiende una superficie elevada en forma de kang; el lado septentrional pertenece a los miembros más ancianos de la familia, mientras que en el lado opuesto se sitúan los más jóvenes.
Normalmente las ventanas se abren hacia el lado sur o el oeste, para aprovechar la irradiación solar y facilitar así la circulación de aire. El papel que recubre la ventana está pegado en la parte exterior, con el fin de evitar que se acumule polvo y arena sobre ella, impedir también que el papel se desprenda por humedad o cambios de temperatura y proteger la madera de la corrosión prolongando así su vida útil.
Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 50. Volumen V. Septiembre de 2018.
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