ENTREVISTA
Miguel Barrero: “El libro de texto educativo se ha convertido en mercancía política”
El nuevo presidente de la Federación del Gremio de Editores asegura que el sector debe encontrar lectores con urgencia
Madrid
Miguel Barrero, esta semana en Madrid. INMA FLORES
Acaba de llegar a la presidencia de la Federación del Gremio de Editores desde la dirección del área educativa de la Fundación Santillana, en la que sigue desempeñando sus tareas. Es un especialista en las tendencias editoriales educativas, desde la metodología a la tecnología, conoce la evolución del libro en la enseñanza y dice que quiere llevar el libro y la lectura a un lugar protagonista en la sociedad. Llega con muchos planes para ayudar a las editoriales medianas en el comercio exterior y para que los editores tengan fuerza en Bruselas, con la propiedad intelectual. Además, quiere crear un plan de viabilidad con los libreros. Es sereno y templado, abierto al futuro y consciente de las dificultades que tiene el sector para llegar al nuevo lector.
Pregunta: ¿Qué necesita el sector editorial con urgencia?
Respuesta: Encontrar lectores. Hay una cosa que me preocupa mucho: ganar peso en las generaciones en las que el libro no tiene tanta presencia como en las precedentes, educadas en un imaginario diferente. El libro, para los más jóvenes, exige atención y concentración, actitudes que no están de moda. Debemos tener mucha ambición en la búsqueda de ese lector.
Los jóvenes no van a ir a ninguna librería, así que tendremos que ir nosotros donde están ellos
P. ¿Cómo van a hacerlo?
R. Las editoriales debemos ser superactivos allí donde están ellos. No van a ir a ninguna librería, así que tendremos que ir nosotros donde están ellos.
P. ¿Cree que el sector al que representa se ha desentendido de las librerías en el peor momento?
R. No nos hemos desentendido de los libreros. La Federación apuesta por colaborar en que se haga un plan de acción para ayudar a las librerías. Contarán con nuestro apoyo para salir de esta situación en la que se encuentran, que es muy delicada.
P. ¿Alguna medida en concreto?
R. Estamos dispuestos a sentarnos con los libreros y los distribuidores para crear un plan de viabilidad de las librerías. Los editores necesitamos a los libreros y a sus librerías. Pero también creo que necesitan reinterpretarse y evolucionar hacia la construcción de un espacio en el que tengas una experiencia lectora.
P. ¿Qué causas han llevado ahí a las librerías?
R. En parte, por la gratuidad de los libros de texto. No estamos en contra de la gratuidad, pero los programas autonómicos de gratuidad han provocado y van a provocar el cierre de muchas librerías. No entiendo que no se hayan establecido ayudas directas en función de los ingresos de de las familias. El libro de texto se ha convertido en una mercancía política. Por eso creo que deberíamos dejarnos la piel en apoyar a las librerías de proximidad, las de barrio. No son librerías de fondo, pero en ellas encuentras siempre algo más que el best-seller.
P. ¿Y el catálogo de las librerías de fondo?
R. Uno de los patrimonios culturales de este país es el catálogo vivo editorial. Hay que protegerlo.
P. ¿Cree que ese catálogo crece demasiado cada año? ¿Producen ustedes en exceso?
R. Nosotros mismos decimos que producimos mucho, pero si revisas la cantidad de miles de títulos publicados al año encuentras la realidad diversa de este país. El año pasado se publicaron 87.000 títulos, de los que 21.000 no son en lengua castellana, por la pluralidad lingüística del país; 19.000 son libros no universitarios, propios de cada plan educativo de las 17 comunidades; 13.000 son infantil; 7.000, libro técnico; y 16.000 son literatura. La cifra de edición es una consecuencia lógica de la diversidad editorial española.
P. ¿Entiende cuando los libreros se quejan de exceso de novedades?
Hay que poner en valor el libro, sin enfrentarlo con los videojuegos, las redes sociales o las series
R. Entiendo que produzca problemas en el punto de venta por la constante llegada de novedades y también crea un problema en el consumidor, que sufre al asumir el volumen de novedad. Pero el lector habitual sí sabe lo que quiere, tiene la capacidad de elegir. El lector ocasional, no, porque es esporádico.
P. ¿Qué es lo que más le preocupa de los resultados del barómetro de lectura que han elaborado?
R. Que a más del 30% no lean porque no les interese la lectura. Tampoco les da pudor decirlo. Ese es uno de los grandes retos que tenemos por delante: persuadir. Debemos fomentar el valor de la lectura en sí misma. Por eso este sector debe empeñarse en conseguir lectores, porque cada vez hay más ofertas de entretenimiento y mucho menos exigentes. Hay que poner en valor el libro, sin enfrentarlo con los videojuegos, las redes sociales o las series. Simplemente, valorando el silencio, la concentración y el tiempo de intimidad que ofrece la lectura.
P. ¿Qué ofrece la lectura frente a Netflix?
R. Imaginación, conocimiento y diversidad. Sosiego, reposo, concentración y cierta paz. En estos momentos todo es demasiado rápido y el consumo urgente. Tenemos que posicionar al libro en el nuevo ciudadano, que consume ocio y cultura de formas distintas.
Creo que las librerías necesitan reinterpretarse y evolucionar
P. ¿Cómo debe ser la nueva editorial del nuevo ciudadano?
R. No tengo muy clara la evolución, pero debe comunicar sus propuestas con los lenguajes y en el entorno del mundo digital. No digo que adquiramos las narrativas digitales, sino que aprendamos a mover e introducir el producto en ese entorno. Ahora podemos conocer a nuestros lectores.
P. ¿Y cómo cree que son los lectores?
R. El lector es mejor ciudadano. La lectura permite la creación de una mejor ciudadanía. La lectura es la mejor medicina para la concordia y la serenidad. Y estamos en un mundo muy crispado y cada vez menos fundamentado. La lectura es una base esencial para la buena ciudadanía, para mejorar el progreso social, para crear un mayor espíritu crítico. La lectura es clave para formar al ciudadano.
P. Sin embargo, el precio del libro crece y el acceso se limita, ¿cómo harán para llevar el libro a los menos favorecidos?
R. La biblioteca es una herramienta clave en este sentido. Y los bibliotecarios son unos profesionales esenciales en la formación del hábito de la lectura, igual que los profesores. De hecho, tanto en las bibliotecas como en las escuelas se hace mucho más por la lectura entre nuestros jóvenes, que en las familias. Los editores debemos potenciar otros formatos más baratos y en ese sentido la lectura digital es una buena vía de acceso.
P. Hemos hablado de la aportación de la lectura al ciudadano, pero ¿y el editor qué aporta a la sociedad?
La lectura permite la creación de una mejor ciudadanía. La lectura es la mejor medicina para la concordia y la serenidad
R. Somos la industria cultural más importante de este país. A los editores se nos mira de una manera muy reduccionista, porque no solo somos empresarios con productos culturales. Somos agentes culturales. El editor convierte un manuscrito en un producto, que hace llegar a la sociedad. Aportamos diversidad y creación cultural. El editor se identifica mucho con lo que hace, es un profesional comprometido, con un foco de tensión entre la búsqueda de la rentabilidad y de la excelencia cultural. Por eso es un mercado más de oferta que de demanda, porque son apuestas que lanza el editor.
P. En el barómetro se dice que el 70% de los lectores digitales consume sin pagar.
R. Este tema me irrita mucho. Los índices de piratería son alarmantes. Es una falta de respeto a la autoría y los derechos de los creadores. Está muy extendida la idea de que no es lícito ganarse la vida como creador. En una cena te encuentras con personas que se vanaglorian de tener el disco duro lleno de libros gratis. También está muy extendida entre los jóvenes.
P. ¿No le llama la atención que su cargo no haya sido representado nunca por una mujer?
R. No solo me llama la atención, sino que cuando me vaya quiero entregar el puesto a una mujer. El peso de la mujer en la edición es mayoritario y debemos hacer un cambio ya en las instituciones y dejar paso a las mujeres.
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