viernes, 30 de diciembre de 2011

EL SIGNO DE LA PARADOJA

EVANGELIO
Lc 2, 22-40
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor. Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: "Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel". Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos". Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.


el dispensador dice:
hay luz a la llegada,
distinta a aquella pensada,
mucho más de la legada,
residencia de las almas,
esas que transitan sus calmas,
en praderas lejanas,
tan lejanas son las praderas,
que son cercanas a cualquiera,
pero el hombre lo niega,
por conveniencia de tinieblas,
aquello que es oportunismo,
condiciona a los espíritus,
a quebrar sus propios ritmos,
estableciendo nuevos itsmos,
que consumen los destinos,
en justificaciones y vacíos,
denigrando lo concedido,
antes del mañana y su abrigo...

ha llegado el tiempo sin tiempo,
las horas perderán sentido,
hubir conducirá a un "no" signo,
donde negar el destino,
será un triste desatino,
comenzar es un regreso,
a la oración del cerezo,
cuando la gracia no se atiende,
cuando la burla es talento,
la hoguera viene del cielo,
a consumir los sentimientos,
todo lo que se ha negado,
exterminando misericordias,
lloverán como discordias,
en las almas sin tino,
ahora llegan los llantos,
sin hombros y sin caminos,
los que han evaporado sus nacimientos,
conocerán el sentido de los escarmientos,
los que han doblado la luz,
verán crecer los infiernos,
debajo de sus propios suelos,
porque quien niega la concesión,
no alcanza nunca el perdón,
no por aquello que ha sido,
antes bien por lo merecido,
de condenar al prójimo al desabrigo,
de su tiempo y su destino...

aflorará una historia distinta,
ésa que fue diseñada,
para jamás ser escrita,
lo que se vive no se edita,
el anonimato no irrita,
a ninguno de los extremos,
los hijos de la luz son buenos,
a los ojos del sereno,
mientras que las tinieblas hablan,
al amparo de las palas,
ahora se produce la paradoja,
si lo sembrado no es hoja,
la tierra se verá revuelta,
la luz iluminará los rostros,
y no habrá madres por un tiempo,
aquello que fue soñado,
dejará atrás los sentimientos,
la vida no tiene proyectos,
sólo afanes en sus brotes,
quién no cultiva su huerto,
termina condenado a sus desiertos...

ha llegado el momento,
de cosechar a la Tierra,
hubo tiempos suficientes,
para no rechinar los dientes,
ahora aunque aparezcan los miedos,
clamores, desasosiegos,
no habrá piedad ni contemplaciones,
por ausencia de oraciones,
por tergiversar los valores,
por convertir destinos en vapores,
de atropellos y desalientos,
el que robó otros destinos,
deberá hacerse cargo de lo visto,
no se transita la vida,
bebiendo de otros caminos,
la historia que se escribe,
identifica una sola senda,
el que miró hacia su mañana,
regresará antes que amanezca,
sin dar vuelta la sábana,
lo que se mira con el alma,
muestra una sola cara,
no te pierdas de tu mañana,
lo que amanezca será tu campana...

hay un solo altar supremo,
el espíritu santo y su baremo,
si has orado bajo la Fe y su signo,
la luz será tu camino,
mientras que si has orado por el oportunismo,
serás la víctima de tu propio sismo,
ten cuidado con los signos,
las señales contienen itsmos,
si no descubres sus sentidos,
aparecen los desatinos,
que conducen a los infiernos,
los demonios son eternos,
en disfrazar los equilibrios,
quien se conduce por los atajos,
siempre termina herido,
los fuegos necesitan de lamentos,
para alimentar los desconciertos,
el que no ha respetado la hoja,
será vapor de elementos...

te repito no habrá tiempo,
para trasponer el aliento,
cuando percibas el desprecio,
huye de la comarca,
siembra tu propio precio,
los ángeles andan mirando,
a sus elegidos y señalados,
aquello que alguna vez fue escrito,
será lo que sea cosechado,
no hay planta que se resista,
a lo que debe ser segado,
de ciegos está lleno el mundo,
ciegos por no haber escuchado.
Diciembre 30, 2011.-

el dispensador dice: una oración por mi amiga Rosa Safierowicz con quién hemos compartido huellas y saberes, aquí y muy lejos de la tierra argentina, vaya a saber por qué signo nos llevan a ciertas a señales, debemos regresar al destino, a su ocaso, a lo preciso, todo lo que hemos vivido, ha sido fuente de agradecidos, nosotros estamos unidos para elevarte a un regreso genuino... no hemos construído en el daño, hemos sido anónimos de los abrigos, aquello que hemos dado, lo que hemos concedido, desde el alma ha sido entregado para transferir nuestras gracias, lo que sobra se regala, lo que falta se comparte, nosotros hemos sido parte, de una historia que ha pasado, ahora es tiempo de ser llevados, a la gracia y sus conciertos, un abrazo sin desiertos es aquello que nos ha envuelto, ahora nada es tremendo, es sólo una escala hacia el cielo. Dios te bendiga querida Rosa.   

No hay comentarios: