el dispensador dice:
¿cómo es la Navidad del universo visible?... más aún, ¿cómo es la Navidad del universo invisible?... ¿cómo es la Navidad en el paraíso del Señor?... ¿cómo es la Navidad en los espíritus que no vemos?... ¿cómo vibran las almas que no están incluídas en los tiempos respirables ante la Navidad?... ¿cómo es la Navidad de los silencios y las ausencias?... ¿cómo es la Navidad de los desiertos?... ¿cómo es la Navidad de las incertidumbres y los desprecios que reinan en los infiernos?... ¿cómo es la Navidad de las soledades invocadas?... ¿cómo es la Navidad de los olvidos y sus disimulos?... ¿cómo?, o crees acaso que la Navidad sólo es una concesión para el relativo occidente humano?. No. La Navidad guarda un carácter universal, ignorado, del que el hombre, del que la mujer, no son conscientes. La luz anidó en la Tierra por un instante y sus momentos, por ende durante sus circunstancias, las propias concedidas a la encarnación de la palabra, las propias concedidas a la luz trascendente por un lapso... el descenso al mundo humano fue una gracia, atendida por pocos, usada por muchos, obviada por la mayoría... dicho descenso guardaba un sentido fundamental: conceder la oportunidad... la oportunidad de entender la oración, la oportunidad de comprender el sentido de la resignación y la humildad, la oportunidad de discernir los límites entre la luz y las tinieblas, la oportunidad de asumir la compasión como eje de vida, la oportunidad de encarar la misericordia como senda, la oportunidad de apreciar la sapiencia de las manos, la oportunidad de descubrir el altar en la propia alma, la oportunidad de acercar el propio espíritu al Dios al que se reza, para luego desconocerlo ante la próxima oportunidad. Las oportunidades que se cruzan mágicamente en los caminos de las vidas humanas son, en esencia, actos de Navidad... sí, en efecto, son gracias... la gracia de ser partícipe de "algo" que está más allá de las capacidades, las razones y sus raciocinios... las razones de la Navidad como hecho angular no están en la Tierra, antes bien son patrimonio de la creación, como consecuencia de ello pertenecen al verbo, ése que al pronunciarse tiene el don de crearse y recrearse una y otra vez, porque parte del principio de la sencillez, y de tan sencillo que es... nadie lo ve, mucho menos lo aprecia. Debería decirte, en este punto, que la Navidad es algo semejante a una escala... una escala que a la que pocos acceden, escala de la que muchos reniegan, escala que concerta la reunión de almas desencontradas durante sus vidas pero que se mienten a la hora de la mesa, escala que reúne burlas escondidas y disimulos que suenan a estocadas nunca pronunciadas... todo ello se ve desde el cielo, todo ello es atentamente seguido por los ángeles de la guarda, todo ello es minuciosamente registrado por las conciencias jamás escuchadas... porque la Navidad es mucho más que instante de rango anual, en esencia es una gracia de los destinos de todos y cada uno de los nacidos de madre. Lo entiendas o no, así es... como ángulo, como quiebre de la línea, como
doblez de los ciclos, la Navidad es algo que repica en cada rincón del universo como revelación del verbo. En este punto no tienen importancia las religiones y sus elucubraciones filosóficas de circunstancias finitas... el hecho está por sobre la existencia del ser humano, y como tal fue concedida a "toda" la creación... a todos sus elementos... a todas las especies... a todos los colores... a todas las energías... a todos los números... a todo lo que guarda un sentido de orden, ciclo, espiral y doblez. El hombre (y la mujer) interpreta a la Navidad como una convergencia celestial, divina, que sucedió alguna vez, pero que no incide en el hoy de nadie... nada cambia con ella... arbolito, pesebre, mesa, comida abundante o pobre (da igual), luces, fiesta, a veces templo y misa (las menos), coros, regalos, obsequios, y siempre más o menos igual, repitiendo un rito propio de catecismos y feriados convenientes. Sucede que ésa, esa no es la Navidad... tal vez lo es en la simplificación de las cosas, sin embargo no lo es a la hora de las inocencias, de las humildades, de los silencios, de las oraciones genuinas, de las manos extendidas y de las otras comprometidas en la comprensión... Navidad es justamente eso:
- silencio
- oración
- resignación
- compasión
- misericordia
- inocencia
- resignación
- voluntad
- esfuerzo
- siembra
los mirasoles son obra y gracia de mi amiga Alicia María Abatilli... un silencio hecho sentimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario