“El único tema de la poesía es... la poesía”
Pere Gimferrer publica el poemario 'No en mis días', su regreso al verso en castellano
Madrid
La experiencia de sentarse a hablar de poesía con Pere Gimferrer (Barcelona, 1945) no se parece a otras cosas y en ese sentido es como sus libros. Ahora publica No en mis días (Vandalia-Fundación José Manuel Lara), un regreso al poemario en castellano tras varios viajes en catalán. Hay un mundo que empieza y acaba en Gimferrer.
Pregunta. Buenos días, señor Gimferrer.
Respuesta. ¿Esto qué es, grabadora o móvil y grabadora?
P. Móvil y grabadora.
R. Ya, es que el otro día me pasó que vino a entrevistarme un periodista y lo tenía en modo avión. Hacía interferencias raras. Esto no hará interferencias, ¿verdad?
P. Espero que no. Usted escribió su anterior poemario, Marinejant, entre enero y febrero de 2015. Pero No en mis días tiene poemas de entre 2012 y 2016…
R. Está escrito en muchos años y no de manera ininterrumpida, sino a ratos. Y algunos poemas, retomados bastantes veces.
P. ¿Quiere eso decir que un poemario puede salir así, como un volcán, y también como hojas que van cayendo del árbol?
R. Es que son dos planteamientos. Si un poema sale en poco tiempo y unitario, tiene un único tema. Eso vale para La muerte en Beverly Hills, Rapsodia, Alma Venus y Marinejant. Y en cambio están los poemas escritos en diverso tiempo cronológico y agrupados luego, pero no por cronología. El caso más típico de entre todo lo que yo he escrito es Arde el mar, que no está escrito en el orden en que se publicó, sino en un orden que me sugirió Vicente Aleixandre. Oye, ¿te gusta que hablemos así o me siento a tu lado?
P. Mmmm, yo estoy cómodo, pero ¿y usted?
R. Muy cómodo no, pero he de pensar por qué. Dime, dime.
P. No en mis días es su sexto poemario desde 2011. Dijo en una entrevista hace años que le obsesionaba no repetirse, que procuraba ser “Pessoa pero sin los heterónimos”.
R. Eso sigue siendo verdad.
P. Y con seis poemarios en cinco años, ¿no hay ese miedo a repetirse?
R. Tanto como miedo… ahora empiezo a pensar que en este momento y en este libro en particular puedo haber llegado a la cercanía del solipsismo. A ver, yo parto de la base de que el lector no puede identificar –ni debe- cada referencia, mientras esto le atraiga en algún sentido y eso le inspire respeto por el texto y por su autor.
P. ¿Se trata de alternar aquello que en usted tiene vocación de indescifrable con otras cosas que…
R. Mi experiencia personal con lectores en los últimos tiempos –no te exagero- es que nueve de cada diez entienden solo una parte de lo que escribo y que, a la inversa, unos pocos lectores entienden el 9 por diez de lo que escribo.
P. ¿Qué opina de quien dice “No puedo con la poesía, no la entiendo”?
R. Bueno, yo sobre esto tengo unas tesis difícilmente apelables. O te gusta y entiendes la literatura o crees que te gusta y que la entiendes. La poesía tiene de bueno, y si quieres de malo, que no puede confundirse con otra cosa que con literatura, aunque cuente a veces un argumento, como lo cuentan las Soledadeso en otro sentido Canto general. Puede haber confusión, podemos creer que la literatura consiste en contarte algo… cuando evidentemente no consiste en eso. Esas personas de las que me habla me temo que no es que no les guste la poesía, es que no saben lo que es la literatura. Lo digo sin ningún tono despectivo, es una constatación. El único tema de la poesía es... la poesía.
P. Cuando usted la escribe… ¿utiliza el lenguaje ya existente o procura inventarlo?
R. Mire, hay dos clases de poetas, los que se sirven de la poesía y los que sirven a la poesía. Ambos pueden ser buenos.
P. ¿Podemos decir que se cruzan en la poesía causas terrenales y causas digamos espirituales, o mejor, no-terrenales?
R. Es difícil separarlo. Tales causas no parecen nunca exentas por completo, van envueltas en una especie de cabalgata fantasmagórica que lo engloba todo.
P. Bueno, en este libro hay mucha causa terrenal con nombres y apellidos. El poema Parlamentarismo 2016 resulta inequívoco… “La noche de los ángeles sin voz”.
R. Ah, pero ahí no salen nombres. Y es deliberado, porque mi idea no es hacer una poesía histórica.
P. Otro verso del libro: “La chuchería del pasado en pie”. ¿Ironía contra la nostalgia? ¿Contra el uso y abuso de la memoria?
R. La palabra chuchería sí es ironía. Porque el estar en pie ya no es chuchería.
P. Cuando se asoma usted al poema en ciernes: ¿viene primero la música –luego el ritmo- y a eso se le engarzan notas –luego palabras? ¿O es al revés?
R. Es así exactamente… primero vienen unos sonidos, esos sonidos configuran un ritmo, el ritmo va a la palabra, la palabra va a la imagen. Esto no es mío, es de Maiakovski, pero es verdad. Mi última preocupación cuando he cogido sonido, ritmo e imagen es el sentido de la palabra. Y sé que la va a tener.
P. ¿¿Está seguro de que lo va a tener??
R. Lo estoy sin la menor duda. Lo he aprendido con el tiempo.
P. Si usted fuera un poeta joven, eso sonaría presuntuoso…
R. ¿Un poeta joven? Algunos dicen que lo soy.
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