“Las instituciones están repletas de mediocres”
El autor, ganador de los principales premios en catalán, lamenta la ruptura de puentes culturales y el desinterés de los editores por traducir al español
Valencia
El escritor Martí Domínguez en el Jardín Botánico de Valencia. MÓNICA TORRES
Martí Domínguez (Madrid, 1966), es un biólogo que escribe porque es un científico que piensa, dice de él Ramón Folch en el prólogo de su primer libro, Peiximinuti, una recopilación de artículos publicados en el semanario El Temps, donde empezó cuando cursaba segundo de carrera, con 19 años. Hoy, es uno de los escritores más importantes en lengua catalana. “Siempre he querido escribir y desde entonces no he parado”, señala. “Y ahora ya es irreparable”, apunta sonriente. Dirige Mètode, prestigiosa revista de divulgación científica que edita la Universitat de València, por la que ha recibido el premio de Periodismo de Cataluña, que concede la Generalitat. Su redacción se ubica en uno de los rincones más hermosos de la ciudad, el Jardín Botánico, placido escenario donde transcurre la entrevista, y por el que el autor siente pasión.
"Los intelectuales han perdido su influencia en la sociedad"
Domínguez, que se define como un paleontólogo aficionado a las palabras, obtuvo el premio Serra d’Or 2016 por La sega, su última obra, -la lucha entre los maquis y la Guardia Civil en el Maestrazgo, en las montañas del norte de Castellón-, también se alzó con el premio de la Crítica Catalana y el de los Escritores Valencianos. “Una novela dura, que te hace pensar mucho y te ayuda a ver la posguerra de una manera distinta. Fue un tema que me encontré cuando quise cambiar de registro”, explica el autor del Regreso de Voltaire, galardonado con el Josep Pla, y, que forma parte, en castellano, de la colección de novela histórica de El PAÍS. La trilogía sobre la ilustración francesa se completa con Las confidencias del conde de Buffon, ganadora de los premios Andròmina y Crexells, y El secreto de Goethe, premio Prudenci Bertrana.
Martí Domínguez ya tiene lista su próxima novela. L' assassí que estimava els llibres [El asesino que estimaba los libros], que publicará Proa; una crítica social de la burguesía, de los ambientes intelectuales. Una novela costumbrista, de relaciones familiares con muchos personajes cruzados, en la que el escritor, con una visión, siempre, desde la naturaleza, está muy presente.“Tengo una mirada sobre la sociedad que otros no tienen. Una mirada biológica de lo que es el hombre, el origen, de las pulsiones, creo que eso siempre me ha ayudado mucho”.
"A los editores no les interesa traducir del catalán al español"
Valencia y sus barrios; el Ensanche, Russafa y El Carmen. “Las cosas que pasan son cercanas. Situada en el año 2008, la crisis económica no ha llegado, pero están los problemas de fondo. Es una novela al estilo de Vida privada, de Josep Maria de Sagarra; y un homenaje a Saúl Below, a Herzog [la biografía de un norteamericano neurótico en pugna con la sociedad de los años 60], que aparece a lo largo de toda la novela; a Foster Walace, a Richard Ford. El resultado es una novela ágil y muy divertida”, avanza Domínguez a EL PAÍS.
Pregunta. ¿Quedan intelectuales?
"El político debería querer tener gente incomoda al lado, que le dijese las cosas como las ve, de una manera insobornable"
Respuesta. Creo que hay una pérdida de la influencia del intelectual como guía, en el mejor sentido. Desde el altruismo, desde el deseo de interferir en el mundo cultural y en el mundo político. Los intelectuales han perdido, por completo, su papel en la sociedad. Los políticos pueden vivir sin que nadie les asesore de cultura. Hacen lo que quieren. Las instituciones están repletas de mediocres. En Valencia, el caso de Camps fue el más evidente. Rodeado aduladores, de gente de mal vivir, que quería hacer dinero fácil. En una sociedad moderna tienes que contar con el conocimiento. De eso hablo en la novela.
P. ¿Tan mal está la universidad?
R. La universidad se extingue, no saca nuevas plazas. Apenas tiene presupuesto. La veo muy abandonada. Y todo ello conduce a Donald Trump. El mundo intelectual se va quedando apartado, pero tiene su parte de culpa. Quizás, deberíamos ser más combativos.
" El castellano también es mi lengua materna. ¿Por qué he de prescindir de mi cultura castellana?"
P. ¿Es usted Voltaire?
R. Yo estoy detrás de todos mis personajes. Los utilizo para reflexionar sobre los tiempos modernos. Voltaire es la persecución del intelectual. Lo que siempre quiero decir es que debemos cultivar la razón. Creo en el papel del intelectual, en la visión sartreriana de ser una persona incomoda. El político debería querer tener gente incomoda al lado, que le dijese las cosas como las ve, de una manera insobornable.
P. ¿Le hacen caso?
R. Muchos me dicen que soy muy aburrido con el tema, que ya lo saben, pero yo les respondo que lo saben, pero que ahí tienen a Donald Trump, al que han votado para que no se calme, como decían algunos tertulianos que ocurriría. No necesita disimular. Esto es como la huertecita. Hay que coger la azada todos los días y trabajarla porque la mala hierba sale enseguida.
P. ¿Qué pasará a este ritmo, según usted?
"La universidad se extingue, y ello conduce a Trump"
R. Que nos hundimos. Las sociedades democráticas se hunden. La única justificación del bienestar de Europa es el conocimiento, la razón. Es necesaria gente contrastadamente competente, que cree ilusión. Y con deseo de servicio público. Al final, acabamos perdiendo porque llega al poder un cafre. En el país donde más investigación sobre el cambio climático se hace, es Estados Unidos, y tienen de presidente a un negacionista. Pues algo pasa!
P. ¿Cómo es su relación con Cataluña?
R. Esplendida. Si existo es gracias a Cataluña en muchos aspectos. Valencia es una ciudad muy cainita. Tengo novelas que intento publicar aquí, y acabo haciéndolo en Cataluña porque notas que hay más interés. En Valencia todo es vuelo rasante. Nadie arriesga. En Cataluña continuamente están saliendo editoriales nuevas. Y, eso, sin que sea un paraíso.
P. ¿Y sobre el referéndum?
R. Es una situación complicada. Una lástima carecer de ese didactismo del hecho multicultural español. Hemos llegado a un choque de trenes que se debería haber evitado. Hay una falta de curiosidad del intelectual español frente a otras culturas, literaturas, lenguas.
P. Usted escribe en catalán. ¿No quiere ver sus libros editados en castellano?
R. Me encantaría. Tengo tres libros traducidos. El secreto de Goethe fue imposible. A los editores no les interesa traducir del catalán al español, y eso que la traducción era mía. Es más fácil que lo hagan al francés y al italiano.
P. ¿Por qué razón?
R. Se han roto los puentes. El castellano también es mi lengua materna. ¿Por qué he de prescindir de mi cultura castellana? No me da la gana. Igual que de mi cultura francesa, no quiero. Me gusta, leo en los tres idiomas con toda tranquilidad. Y, me da mucha rabia, lo de estás conmigo o contra mí. Es una encerrona, y a ver cómo salimos de ella. Están criando independentistas. Todos mis editores eran federalistas y ahora son independentistas. Es la transformación. Todos perdemos.
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