Cuando España iba bien
Eduardo Maura sostiene que los años noventa fueron una década de euforia y miedo decisivos para la normalización de la imagen de España como democracia moderna
Ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992. WALLY MCNAMEE GETTY IMAGES
Las recepciones enfrentadas de la historia española reciente están muy presentes en algunas de las disputas políticas que atraviesan nuestra contemporaneidad. Muchos debates se han concentrado en dos momentos históricos que se consideran conectados: por un lado, la transición a la democracia —cuya naturaleza y alcance ha sido objeto de una virulenta disputa discursiva—, y por otro, la gran recesión de 2008 que, para algunos intérpretes, habría dado lugar a una crisis de régimen con estribaciones en distintos escenarios de conflicto social, electoral o territorial. Este ensayo de Eduardo Maura aspira a intervenir en ese espacio polémico, pero propone un giro original y renovador: dirigir la mirada a los años noventa del siglo pasado, una década sobre la que apenas se escribe, pero que fue crucial en la elaboración de un inconsciente social marcado por una autopercepción colectiva de modernidad democrática.
Según Maura, entre 1992 —el año en que se celebraron los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla— y la segunda presidencia de José María Aznar, en 2000, se consolidó en nuestro país un sentido común normalizado, una serie de reglas tácitas, afectos y formas de vida que han dado el tono de la vida social en su conjunto y han trazado los contornos del espacio político considerado legítimo. Esta estructura de sentimiento “azuza el miedo a la pérdida e incita a recorrer rutas aspiracionales que identifican progreso y éxito con el acto de perder los complejos nacionales; hace convivir cierto optimismo epocal con el confort del orden”. Sin duda, explica Maura, ese inconsciente colectivo ha experimentado una conmoción con la crisis, pero no se ha desmoronado. Más bien se está reconfigurando problemáticamente ante la incapacidad de las fuerzas del cambio para plantear un horizonte alternativo que una mayoría social considere realista y atractivo.
Maura intenta escuchar y comprender a quienes optaron por opciones vitales y políticas opuestas a las suya
La estrategia argumentativa de Maura es doble. De un lado, propone reflexiones de calado enraizadas en la tradición filosófica —expuestas con claridad refrescante no exenta de erudición— acerca de la cultura popular, la democracia, el liberalismo, la hegemonía o la identidad nacional. De otro, realiza una especie de arqueología de la memoria popular recorriendo en primera persona algunos hitos de la construcción del sentido común propio de la modernidad democrática española: la ceremonia inaugural de Barcelona 92, los crímenes de Alcàsser, el asesinato de Miguel Ángel Blanco, la Ruta del Bakalao…
La crítica cultural contemporánea está llena de textos que en teoría aspiran a dar la voz a los silenciados por la historia, pero que finalmente suelen resultar oraculares y cínicos. El punto de partida de Maura es explícitamente el contrario. Intenta escuchar y comprender a quienes optaron por opciones vitales y políticas opuestas a las suya: las voces comunes que no tuvieron acceso a la contracultura, que pensaron con sinceridad que España iba bien, que creyeron en la cultura del esfuerzo y votaron a la derecha con la convicción de que estaban apoyando un cambio político beneficioso para el país. Por eso Los 90 es un libro muy generacional —y a ratos muy personal— que, sin embargo, ofrece un retrato matizado y rico de la España contemporánea y de las posibilidades de transformación, continuidad o catástrofe que se abren ante nosotros. El resultado es un ensayo de filosofía cultural profundo, extrañamente amistoso y, tal vez por eso, extrañamente esclarecedor.
Los 90. Euforia y miedo en la modernidad democrática española. Eduardo Maura. Akal, 2018. 160 páginas. 14 euros
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