EL LIBRO DE LA SEMANA
Abran paso a Verity Bargate
La fallecida escritora británica, que deslumbró con su primera novela, 'No, mamá, no', teje un sinuoso juego en torno a la sinceridad y la mentira en 'Con la misma moneda'
Entrada al Soho Theatre, en Londres, fundado por Verity Bargate.
Verity Bargate (1940-1981) es una novelista hoy desconocida, lo cual me parece incomprensible, aunque las modas literarias o el consumismo al gusto la hayan relegado a un olvido tan injusto como hiriente. Verity vivió de internado en internado, estudió enfermería y acabó trabajando en una empresa de análisis de medios de comunicación. La temprana muerte de su distante madre a los 40 años llegó a obsesionarla con que ella moriría a la misma edad. Entre tanto, fundó un teatro de vanguardia, el Soho Theatre, con su primer marido y estrenó obra del que sería su segundo marido, quien la animó a escribir novela. Escribió solamente tres porque su obsesión demostró ser real y murió, en efecto, a los 40 años, de un cáncer. No debemos llorarla como pérdida porque quien lea las dos novelas objeto de este comentario entenderá que su literatura está muy viva y dispuesta a volver a la carga. Aquí en España gracias a la estupenda colección Rara Avis de la editorial Alba.
No, mamá, no es una historia fascinante y fantástica contada a ras de tierra y de vida cotidiana (lo cual parece un contrasentido, pero ahí está su gracia) que termina con un golpe genial de terror; no terror en familia al uso tradicional, sino de corte doméstico (lo cual parece otro contrasentido). Jodie y David ya tienen un hijo varón y esperaban ilusionados la llegada de una niña, pero resulta ser un niño también y esta contrariedad los desilusiona gravemente. Jodie rechaza al niño, tanto que el marido, un pedazo de madera anodino y conservador, la pone en manos de un psiquiatra tan previsible como él. En la soledad de Jodie aparece una antigua amiga, Joy, que vive en Brighton, y empieza a viajar allí con los niños para distraerse y animarse: y esos viajes la reconcilian con los niños y le hacen feliz. Con Joy se entiende personal y vitalmente. Estos viajes serán el quid que explique la transformación de una historia normal y corriente en una joya de terror. El final es deslumbrante.
Contada con extrema delicadeza y sensibilidad, pero, a la vez, con un descaro muy realista, es el relato de una mujer sensible e inteligente que choca constantemente con la realidad, que choca como alguien que camina desorientado golpeándose contra las esquinas, pero con voluntad de sobrevivir y entender. En su vida vulgar, decepcionante, casera y repetitiva de madre lastrada por unos hijos a los que no sabe querer aunque lo intenta van entrando, sin embargo, elementos sorpresa: Joy, los propios niños, su cariñoso vecino Jack. El sentido del humor existe, pero es hiriente, áspero, dolido y un punto fatalista. El notable uso del punto de vista es decisivo para rematar la historia.
Con la misma moneda es una novela más compleja porque es menos espontánea (no tiene el tono de espontánea sencillez de la primera). Aquí tenemos a una joven, Sadie, de 19 años, a la que su madre, casi siempre ausente en vida, deja en herencia al morir (a espaldas de su padrastro) un apartamento y unos interesantes ahorros. Tras el funeral, roba el Mercedes Benz a su padrastro, recoge a un joven autoestopista que le aconseja que no recoja autoestopistas a ciegas no vaya a ser que le roben y la violen, y le cae tan simpático que le regala el Mercedes. Y a partir de aquí va a comenzar un juego sinuoso y admirable en torno a la verdad, el deseo de verdad, la sinceridad y la mentira. Lo que se cuenta es cómo hacerse con una personalidad entre mentiras puñeteras y mentiras jubilosas.
Las relaciones de Sadie con otras mujeres son clave. De una parte, se confía a una tal Chris a quien su madre dejó encargada de administrar y entregar la herencia a Sadie. Sadie supera la extrañeza de la situación gracias al carácter y cariño de Chris, que siente por ella una especial debilidad. Con el tiempo, Sadie acaba descubriendo que Chris es la hermana soltera de su madre, una mujer de muy animosa y desinhibida sexualidad, que recibe en su casa a una selecta y antigua clientela.
Con habilidad, Bargate hace que Sadie conozca a otra Chris, ésta enfermera, con la que establece una relación obligada a truncarse: el juego de las dos Chris tiene también un valor simbólico y la muerte de la primera marca el punto de soledad e indefensión de Sadie, que precipitará el desenlace. Poco a poco la inseguridad, los malentendidos, la relación con el autoestopista y la boda van creando una red de confesiones constantes, introspección y análisis de sentimientos al hilo del conjunto de medias verdades, de necesidad y fatalismo que se juntan en el miedo a hablar entre ellos.
Este tira y afloja, esta vacilación existencial entre el valor de lo verdadero y las zonas ambiguas de la relación amorosa con el autoestopista (con quien se ha casado) entran en una dinámica narrativa que se constituye en una especie de crescendo que corona el relato. La novela parece ser que la escribió ya muy cerca de su muerte y quizá por ello la resuelve con un punto caótico, pero el efecto de las mentiras y verdades que siempre acaba en un “Lo hago porque te quiero” nos conducen a un inquietante aunque oscuro final.
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Autor: Verity Bargate (traducción de Íñigo F. Lomana).
Editorial: Alba (2018).
Formato: tapa blanda y versión Kindle (232 páginas).
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