lunes, 27 de agosto de 2018

Calor y malos olores en el Mercat del Llibre de Sant Antoni | Cataluña | EL PAÍS

Calor y malos olores en el Mercat del Llibre de Sant Antoni | Cataluña | EL PAÍS



Calor y malos olores en el Mercat del Llibre de Sant Antoni

Libreros y clientes se aclimatan a las nuevas paradas dispuestas en las cuatro calles que lo rodean

Una de las paradas del Mercat del Llibre de Sant Antoni.
Una de las paradas del Mercat del Llibre de Sant Antoni. 

El techo de aluminio de las nuevas paradas del Mercat del Llibre dominical de Sant Antoni se ha convertido en una molestia para los libreros que, a finales de mayo, se trasladaron de la carpa provisional que ocuparon durante más de siete años en la calle de Urgell. “Tal vez de haber sido la estructura más alta se hubiese evitado que se concentrara tanto el calor en los pasillos, pero lo cierto es que ni las aberturas de los toldos laterales ayudan a refrescar y cuando calienta el sol el techo es que abrasa”, se queja uno de los libreros. Además de esa molestia, los que están en la calle de Tamarit, cerca de las rampas del aparcamiento, suman un problema más: los malos olores que suben de abajo, donde están las cámaras frigoríficas.
Los primeros cien días después de la vuelta al mercado de Sant Antoni han servido a libreros y compradores para chequear el funcionamiento de las nuevas paradas. “Que se concentra mucho el calor lo hemos comprobado todos. Pero lo que más nos preocupa son los malos olores que salen del aparcamiento y que también lo notan los paradistas que tienen el puesto dentro del mercado, en las esquinas”, explica Fuensanta García, la nueva presidenta del Mercat desde junio. Esas son algunas de las cuestiones que piensa plantear a los responsables municipales de Mercats del consistorio en el próximo encuentro. Desde el primer domingo, el 31 de mayo, ya han ido introduciendo algunas modificaciones al detectar fallos: “los toldos de los extremos de las marquesinas se colocaron después cuando nos dimos cuenta de que la lluvia mojaba mesas y libros, sobre todo si había rachas de viento”. También se detectaron goteras en puntos de la estructura del techo: “ya veremos qué pasa el día que caiga una tromba fuerte”, se pregunta la presidenta.
Compradores y visitantes parecen ya acostumbrados a que los paradistas estén en tramos discontinuos en las calles de Urgell, Tamarit, Borrell y Manso. “Se hace un poco extraño porque siempre hemos estado juntos. También en la carpa provisional. La expresión de dar una vuelta al mercado era literal porque todos estábamos alrededor de la estructura del antiguo mercado”, subraya Carlos, ex paradista de Sant Antoni de visita con la familia. Los primeros domingos la nueva disposición causó extrañeza: “preguntaban si solo nos habíamos trasladado los que veían en uno de los tramos”, apunta García.

POCO TURISMO EXTRANJERO ENTRE LOS PUESTOS

No se ven muchos turistas extranjeros entre las paradas de libros y eso que el barrio de Sant Antoni es uno de los que no suele fallar en el top ten de las visitas a Barcelona. Se podría concluir que una cosa son los restaurantes, las tiendas y los bares y otra, distinta, los libros. “Sí que se asoman pero no suelen ser compradores, lo que es bastante normal sino entienden bien el castellano o el catalán. Salvo los japoneses que buscan pergaminos y libros viejos”, cuentan en la parada de Inmaculada Regàs donde se puede ojear desde una primera edición del libro Contrallums, de Víctor Català, con dedicatoria de puño y letra; un ejemplar de La torre de Babel de Josep Maria Subirachs, dedicado por el autor al historiador, editor y político Max Canher; o una edición de 1937 de uno de los primeros libros de Joan Vinyoli. Pero que no haya turistas tampoco les preocupa mucho. Otra librera, Anna Figueres, lo tiene clarísimo: “Nuestros clientes son otros. Casi mejor que no vengan turistas porque acabarían provocando cambios en la oferta, como ha pasado en otros sitios de Barcelona”.
Superada la novedad, ayer, un domingo de agosto, las paradas de libros estaban bastante animadas aunque los libreros subrayan que las ventas fueron muy buenas los domingos de junio y que a partir de julio bajaron: “claro que estamos en pleno agosto, tendremos que dejar pasar unos meses más para tener una idea más ajustada”, comentaban desde el puesto de Inmaculada Regàs. Este, como la mayoría de los que han vuelto a la vera de las paredes de Sant Antoni, ha regresado al emplazamiento que tenía hace ocho años. Una reubicación que se ha intentado respetar al máximo —los que están en las paradas del interior del mercado lo pidieron voluntariamente— y que se ha podido realizar porque hay menos vendedores. De los cerca de 180 que rodeaban el mercado antes de su cierre a las carpas provisionales fueron unos 90 ya que el resto o se jubiló o cesó en la actividad´. “Y de los 90 hemos regresado 76. El ayuntamiento compró las paradas que ocupaban las esquinas porque querían mantener esos espacios libres”, dice la presidenta de los libreros que no oculta cierta crítica a cómo se realizó el proceso de reubicación. También reconocen mejoras: poder descargar los libros a pie de puesto por la mañana si van con coches, que las marquesinas ofrecen un aspecto más ordenado —eso salta a la vista— y poder disponer de unos aseos en condiciones.
Lo que no ha variado es la clientela, gente a la que le gusta curiosear entre los libros en busca de alguna rareza o lectura a precios más económicos. O los que van a la caza de videojuegos, camisetas, vinilos, calendarios, revistas de todas las épocas, álbumes de cromos, carteles, postales..... La mayoría son autóctonos a los que se suman visitantes del resto de España de vacaciones: “este mes sí que han venido madrileños, andaluces y gallegos que están de visita en Barcelona, se acercan a ver el nuevo mercado y los libros”, comenta la presidenta del Mercat.
Animación en un domingo de agosto en el Mercat del Llibre.
Animación en un domingo de agosto en el Mercat del Llibre. JOAN SÁNCHEZ

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