lunes, 6 de agosto de 2018

'Un final para Benjamin Walter', de Álex Chico: El lugar del crimen | Babelia | EL PAÍS

'Un final para Benjamin Walter', de Álex Chico: El lugar del crimen | Babelia | EL PAÍS



ENSAYO

El lugar del crimen

Álex Chico explora el lugar donde Walter Benjamin se suicidó y construye una reflexión sobre el desarraigo

El lugar del crimen







Lo dice el poeta y ensayista Álex Chico (Plasencia, 1980) en alguna página de este libro mestizo, fronterizo: fue a buscar a un hombre y se encontró con un pueblo. El hombre es el gran pensador y escritor alemán Walter Benjamin —Benjamin Walter para los atestados policiales españoles—, quien huyendo de los nazis intentó atravesar los Pirineos y se suicidó en el paso fronterizo catalán de Portbou en 1940. Alguien dijo alguna vez que a uno siempre le suicidan los demás. Así que, por qué no hablar, como hace Chico, de crimen, y así se fue el autor a esa tierra de frontera buscando las huellas del escritor, y se encontró la desolación de un punto ferroviario, que parece detenido en el tiempo, casi levitando como ese castillo de la célebre pintura de Magritte.
El polifacético escritor alemán, el autor del hermosísimo Infancia en Berlín hacia 1900 y de tantos ensayos filosóficos y artísticos, intentó atravesar la frontera española camino de Lisboa-EE UU y se quedó varado en una pensión de Portbou acompañado de una mítica maleta —¿existió?, qué contenía, qué se perdió—. Tan solo un año antes Antonio Machado la había atravesado en dirección contraria. Cuando aquella Europa en llamas. De Benjamin y su muerte en Portbou se ha escrito mucho (que yo alcance, Ricardo Cano Gaviria, Lisa Fittko, Bruno Arpaia, Vicente Valero) y, quizás por eso, Álex Chico ha escrito acertadamente un libro diferente, que es a la vez varias cosas, una reflexión sobre el desarraigo, sobre la metáfora de lo fronterizo, lo impermeable, y que también es un libro de viaje y una exploración íntima, vital.
El autor recorriendo incansable esa geografía deteriorada por el paso del tiempo, pero sobre todo por las mudanzas, acaba también no solo buscándose, sino encontrándose: apenas sale Benjamin en ese viaje, pero está presente en todas sus páginas. Ese mar que vio Benjamin en el momento de tomarse aquellas pastillas es el mismo que ve Álex Chico en su obsesivo —y productivo— andar y desandar. Un libro lleno de luces y claroscuros, una espléndida contribución a que no caiga en el olvido uno de esos europeos que contribuyen a sostener una imagen esperanzadora de Europa.
Un final para Benjamin Walter. Álex Chico. Candaya, 2018. 251 páginas. 16 euros.

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