Ilustración de Xavier Sepúlveda.
El jardín de los libros de Chengdú
El jardín de los libros se oculta en un edificio residencial de la calle Heping en el distrito Jinjiang de la ciudad de Chengdú. Si no se busca con atención difícilmente se encontrará su rastro, pues se trata de un pequeño edificio de ladrillos grisáceos de dos plantas de principios del siglo XX, situado en el centro de un área residencial a unos cientos de metros de la célebre y bulliciosa calle comercial de Chunxi. El secreto escondido en la ciudad, el lugar en calma sumergido en el ajetreo de hoy en día que supone el jardín de los libros ya no muestra la magnificencia de antaño en la que en una misma sala se reunían escritores e invitados ilustres. Pero al adentrarse en él aún puede sentirse el confort y la tranquilidad libres de vanidad del elegante espíritu que sólo por gusto coleccionaba libros.
El nombre original del centenario jardín de los libros es el de Edificio Jingxun. Se dice que la ubicación de su localización se corresponde con la de la finca y los establos de Zhao Yun del periodo de los Tres Reinos (220-280). Siglos después, durante el gobierno del emperador Yongzheng de la dinastía Qing (1644-1911), el almirante Yue Zhongqi (1686-1754) de Sichuan construyó su palacete en este mismo lugar. Muchas otras personas célebres también vivieron allí, como Luo Bingzhang (1793-1866), el gobernador de Sichuan que hizo frente a la revuelta de los Taiping, y por quien la administración imperial construyó el Templo Luogong. El jardín de los libros fue fruto de una remodelación a partir del Edificio Jingxun.
El jardín de los libros de Chengdú también es conocido como la biblioteca “Bi” o “Biyun”. El caracter bì (贲) proviene del Libro de las mutaciones (易经, yì jīng), y significa que lo decorativo, el lenguaje florido y todo aquello que es recargado está vacío. Sólo lo aparentemente desnudo de abalorios y sincero que posea significado, una esencia honda, puede hacer de la dicción embellecida algo perfecto.
Los dueños históricos de la biblioteca fueron un padre y un hijo, Yan Yanfeng (1855-1918) y Yan Gusheng (1889-1976), también conocido como Yan Gusun. El primero, originario de Weinan (Shaanxi), acompañó a su padre durante su infancia a la provincia de Sichuan. Allí estudió literatura en Chengdú y amplió su círculo de amistades, terminando por trasladarse definitivamente a vivir allí. Yan Yanfeng no era un buen funcionario, pero amaba coleccionar libros extraños y revistas raras llegando a ser en esto todo un experto. Como hijo de una familia acomodada ya poesía abundantes colecciones de libros. Poco tiempo después trasladó todo el fondo literario de su antigua casa familiar a Chengdú. Tras muchos años de trabajo duro reuniendo material de todas partes, su colección de libros llegó a contar con más de 110.000 volúmenes divididos en 4 categorías clásicas chinas: Jin (经, libros clásicos o cánones), Shi (史, Historia), Zi (子, los libros de los maestros), y Ji (集, otros como los de estrategia, literatura o poesía).
Edificio para los libros
En 1914 Yan Yanfeng compró el Edificio Jingxun por una gran suma de dinero y, a lo largo de 10 años, construyó su propia residencia y la biblioteca sobre la base del edificio anterior.La biblioteca repartida por la parte más interna de todo el edificio, en el ala norte encarada al sur. Los materiales empleados en su construcción son la piedra y el ladrillo, el tejado es a cuatro aguas de estilo oriental. En cuanto al grosor de sus muros, estos alcanzan el medio metro de espesor. En las fachadas del pequeño edificio se abren pequeñas ventanas cuadradas, y sus contraventanas están forradas de metal para mayor protección contra la lluvia.
Sobre las ventanas hay unas pequeñas aberturas para favorecer la ventilación, para evitar así los problemas derivados de la humedad y mantener la temperatura además de prevenir los incendios. Chengdú está situada al suroeste de China y es tierra de miasmas, humedad y calor elevadas por lo que realizar un diseño arquitectónico que tuviera en mente proteger colecciones de libros era indispensable. Además de esto, la familia contaba con trabajadores especializados cuyo cometido era dejar los libros al sol y pasar sus páginas para airearlos a lo largo de todo el año, con la finalidad de evitar los insectos y la aparición de hongos en los libros.
En 1921 Yan Yanfeng falleció y su hijo, Yan Gusheng, continuó la construcción y mejora de la biblioteca, mientras aumentaba gradualmente el catálogo. No le quedaban demasiadas opciones porque, como no era hijo natural el único requisito para convertirse en su heredero, según las “anotaciones de la biblioteca de la provincia de Sichuan”, era el de “hacer lo posible por proteger los libros”. Por ello, Yan Gusheng se dedicó a los estudios con gran diligencia, sin atreverse a relajarse para nada. Tras meses y años bajo la batuta de su padre y de maestros y tutores, llegó a realizar contribuciones en muchos ámbitos como en libros antiguos, pintura y caligrafía, y catálogos e inscripciones sobre piedra, entre muchos otros. Gracias a su incansable trabajo la biblioteca llegó a acumular en su época de mayor esplendor más de 300.000 títulos y entre los preciados libros raros se podían encontrar copias únicas y ediciones especiales. Por ejemplo, Los Maestros (o Filósofos) de Huainan de la dinastía Song; el Chún huà gé shuānggōu tiē, también edición única de la misma dinastía; o el Libro de Gu Yanwu en una edición manuscrita, así como más de mil anales de historia local de todo el país, entre otros.
Esta inmensa y preciada colección era codiciada por numerosas personas, entre ellas mercaderes occidentales y universidades, que ofrecían enormes sumas de dinero para comprar parte de alguna de sus colecciones, pero uno a uno se encontraban siempre con la negativa de Yan Gusheng. El incalculable valor de las mismas también fue el motivo por el cual el propio Yan Gusheng sufrió varios secuestros por señores de la guerra. A cambio de dejarlo en libertad pedían a la familia que echasen mano de la colección de libros, pero nunca se perdió ni un sólo libro por este motivo. Al final se gastó mucho de las propiedades para traer a salvo a Yan Gusheng. Con la fundación de la República Popular China, las colecciones de libros fueron donadas al Estado y hoy en día los fondos bibliográficos del jardín de los libros forman parte de la Biblioteca Provincial de Sichuan. Conforman un total de 110.000 volúmenes, entre los cuales alrededor de 30.000 fueron impresos por la propia biblioteca, y están divididos en 213 colecciones.
Xilógrafos residentes
Los Yan, tanto el padre como el hijo, amaban y protegían los libros hasta tal punto que llegaron a contagiar ese amor a otras personas. Coleccionistas y libreros de otros lugares contactaban con ellos cuando conseguían alguna edición rara o única para que formara parte de su biblioteca. En la residencia Yan vivieron durante mucho tiempo más de una decena de xilógrafos que realizaban copias de los libros grabándolos y cotejándolos, ampliando la riqueza del jardín de los libros.
Pero el jardín de los libros de Chengdú no era conocido sólo por su inmenso y poco común fondo bibliográfico sino también por ser un punto de encuentro de los más importantes intelectuales chinos de la época. Allí se dieron cita figuras como el pintor Chand Daqian (1899-1983), el calígrafo Yu Youren (1879-1964), el periodista y activista social Shao Lizi (1882-1967), el periodista y pedagogo Zhang Shizhao (1881-1973), el historiador Chen Yinke (1890-1969), el poeta y crítico literario Wu Mi (1894-1978), o el editor Ye Shengtao (1894-1988). Yan Gusheng apreciaba tanto a los amigos como a los libros, ofreciéndoles cobijo y dinero, especialmente durante el periodo de la invasión japonesa, momento en el que muchas personas se refugiaron en Chengdú. Dos ejemplos de ellos fueron Chand Daqian y Yu Youren, que vivían de forma permanente en la residencia Yan gracias a la organización de la exposición de reproducciones de los murales de Dunhuang que organizaron en Chengdú. Además de ellos, el resto era siempre bienvenido y acudían regularmente a la biblioteca para buscar información para sus investigaciones.
Pese a no ser funcionarios ni caballeros, los Yan consiguieron esa clase de riqueza que sólo nos puede transmitir el conocimiento además de un gran respeto por parte de la comunidad por su profunda honorabilidad. Los libros fueron el destino vital de la familia Yan y hoy, debido a su incansable trabajo, el jardín de los libros de Chengdú forma parte de la historia y, gracias a ellos, el mundo posee una ventana más en la que mostrar una pequeña, pero interesante parte, del legado cultural chino.
Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 51. Volumen VI. Noviembre de 2018.
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