domingo, 17 de mayo de 2009

EL OTRO LADO primera parte - Hora Cero de otro espacio



EL OTRO LADO primera parte
HORA CERO DE OTRO ESPACIO
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Estamos transitando por el túnel.
Parece interminable.
Ahora entiendo que no hay naves que transporten a los seres en el espacio. Porque en el espacio los tiempos son curvos y se cierran en sí mismos cumpliendo ciclos que no se pueden alcanzar a lo largo de la vida encarnada, del tiempo respirable.
Por ello las estrellas de David se cerraron en sí mismas creando un núcleo de energía única e indivisible. Por ello las estrellas de David se corporizaban sosteniendo los contenidos primeros y postreros de los tiempos concedidos para transcurrir.
Alcanza con la voluntad etérea, primera y postrera.
Alcanza simplemente con quererlo y estar en armonía con los fines de los formadores.
Somos energía y sólo eso.
A través de estos túneles de luz construidos desde el amor eterno, se accede a todos los espacios, a todos los tiempos, a todas las dimensiones, a todas las circunstancias. A todo. A todo lo que nos trasciende.
Puedo sentirlo. Sé que las almas que me acompañan, también lo llevan en sus conciencias.
Estamos camino a una matriz humana que recibirá la Gracia al contenernos.
En este transcurrir se perciben imágenes del devenir.
En este transcurrir se perciben imágenes del porvenir.
Aquí están impresos los sueños.
Aquí están impresas las vivencias.
Aquí están marcadas las circunstancias.
Aquí están marcados los momentos.
Aquí ha sido grabado el inicio.
Aquí ha sido establecido el fin.
Sólo hay que dejarse caer.
Sólo hay que dejarse llevar.
Somos polvo indiviso transportado a través del aliento divino.
Un viento divino que nos transporta. En su esencia está contenido el destino preciso que llevamos y que no se puede omitir ni modificar.
Somos polvo en camino de transformarnos en un ser humano.
El viento divino que nos contiene hará que al introducirnos en la matriz pasemos a ser parte y forma de una cáscara humana, similar, igual, idéntica a las otras.
Pero no seremos jamás igual a ellos.
Tendremos sus mismas funciones vitales, pero no seremos jamás igual a ellos.
Nunca estaremos incluidos en la condición humana.
Del polvo venimos hacia el polvo vamos.
Ese ha sido el sentido original de las escrituras.
La vida es apenas un destello.
Es nada ante la magnificencia del universo.
Creemos que es vida pero en realidad es una invitación transitoria a formar parte de una circunstancia precisa. Nada más que eso.
Si no damos lo mejor de nosotros, no somos nada, somos mucho menos que nada, porque no merecemos estar ni participar en el concierto de los tiempos.
No hay ciencia que pueda contener todo esto.
Esto excede la capacidad de las almas encarnadas.
No hay mente que pueda dimensionar tanta grandiosidad hecha tiempo.
No hay cuerpo que pueda despojarse de su condición densa.
Cuando somos colocados en una matriz, entramos en un período de silencio donde de la nada somos barro tomando forma humana en un medio acuoso.
La matriz es la clave de la vida. Las bases genéticas son un aporte eterno que trasciende las capacidades humanas. El humano es apenas el vector necesario para corporizar el alma.
Durante un tiempo humano, durante nueve meses, los formadores nos proveen la carcaza que nos acompañará hasta el fin de nuestros días. Pero los formadores están en el allá.
Este túnel no se cierra mientras la vida permanece. Es un cordón umbilical intangible pero real, verdadero que nos une al sentido primordial de las cosas, a la esencia del espíritu.
Este túnel sólo se recoge cuando la vida concluye. Allí se retrae junto con el alma que regresa a su morada eterna. Entonces y sólo entonces el túnel deja de ser tal. Porque en realidad es una proyección del ser original.
Este túnel no es privativo del alma humana.
Todas las almas de cualquier condición poseen un vínculo que los sostiene.
Cualquier ser al que se le concede un tiempo y un espacio para transcurrir dentro de un cuerpo, lleva un túnel que lo une a su origen.
Si no fuese así la vida no sería posible.
Si no fuese así la vida no sería factible.
Por ello la vida tiene tanto valor.
Porque es esencialmente un estado de Gracia. Temporal. Espacial.
Dimensional. Geométrico y matemáticamente perfecto.
Cuando veíamos en la esfera de la derecha al ángel de la guarda que la custodia con un símbolo alfa (α) en su mano derecha y un símbolo omega (Ω) en su mano izquierda, pero sus manos no se veían. Al tiempo que en su pecho refulgía un delta (δ) y a sus pies un phi (π), se estaba enseñando el sentido esencial de aquello que nos da el origen vivencial.
El alfa (α) es el concierto necesario para que esa vida haya sido posible. Ese alfa está fuera de nosotros mismos, como almas o como seres respirables. El alfa está dado por aquellos que quieren que nosotros seamos partícipes de un tiempo y un espacio.
El omega (Ω) es el concierto necesario para que se cumpla lo que había sido establecido en el libro de la vida de esa alma y sólo de esa. Es el sello final que indica que el tiempo concedido se ha cumplido. Ese omega también está fuera de nosotros mismos, como almas o como seres respirables. El omega está dado por aquellos que administran los tiempos, los espacios y las dimensiones.
El delta (δ) representa a los dones de la vida, a aquello que hace a la calidad humana. No está formado por conocimientos sino por aquellas gracias que puntualmente iluminan nuestro tránsito individual.
El phi (π) es la condición humana manifiesta en las capacidades, cuanto más cerca de la perfección más cerca del arquetipo que sostiene a la vida en la Tierra ya que su clave matemática es el propio phi.
Por ello las escrituras dejaron sentado que la sangre encarnada no deberá ser derramada. Por eso la tribulación adánica.
Cada túnel cortado abruptamente por una voluntad extraña a la universal genera una paradoja en el tiempo y en ese espacio.
Quién o quiénes cortan ese cordón umbilical intangible, sin que ello figure establecido en el libro respectivo, se hacen acreedores a paradojas semejantes.
Ese vacío provocado no puede ser reemplazado. No en el mismo tiempo. No en el mismo espacio.
Por eso, somos únicos.
Por eso revestimos la condición de únicos.
Cuando no respetamos las bases esenciales de las existencias somos despojos ante la gracia de la vida. No de ésta. La verdadera.

Hecho el depósito que marca la Ley 11.723 - R.N.P.I.
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Formulario Nº 72.880
Expediente Nº 290.662 / 17-11-2003
Formulario Nº 91.154
Expediente Nº 368.306 / 30-11-2004
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