muchas veces no alcanzamos a resolver la circunstancia que nos proponen,
muchas veces queremos estar lejos de donde realmente estamos,
otras veces, sentimos la necesidad de "no estar"...
de "no pertenecer", de querer huir porque percibimos que el entorno no es conveniente.
a decir verdad, el alma, el instinto, la "sensibilidad"
nos alimentan con sabidurías que despreciamos,
con voces de la consciencia que no escuchamos,
sencillamente porque nos ata el temor al qué dirán,
al inculcado "libre albedrío" o a la capacidad individual para modificar el destino propio, y hasta disponer del poder para cambiar el ajeno...
la realidad es otra...
podemos cambiar la realidad nuestra de cada día agregándole,
nutriéndola de valor,
un algo que antes no estaba,
así sea una pizca de nuestra propia voluntad, de nuestro esfuerzo,
del afán que nos pertenece...
del don concedido, de la gracia brindada...
esa pizca, aún siendo un grano de arena,
puede ser una montaña para el destino de otros y sus carencias...
ya que nosotros no sólo somos por nosotros mismos,
sino además por como nos perciben los demás...
hay personas que son un cristal de roca,
su pureza ilumina a todos los que se les cruzan,
al tiempo que otros aparecen como piedras sin color,
sin alma, sin ojos, sin oídos, sin mañana.
muchas veces suelo decir que quisiera estar en Júpiter,
aunque me sentiría mejor en Saturno.
Más allá de las diferencias,
de esas que justamente nos distinguen,
lo bueno es estampar la huella en el aire,
aportando lo mejor de nosotros mismos en cada momento.
anticipándonos al mañana que indefectiblemente,
transitarán otros, tal como debe ser.
lo apropiado, es enseñar el camino,
para que, quiénes nos sigan, aprendan a construir su propio camino,
diferente sí, pero mejor al anterior.
eso, justamente eso, hace la diferencia y agrega valor.
el dispensador: visiones lejanas de mundos poco conocidos, nunca visitados, jamás vividos. Julio 02, 2009.-
DEDICADO A: los que están, los que fueron, los que serán...
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