el horizonte amplía el alcance de tu visión,
pero además nutre de amplitud a los sentimientos,
expande las interpretaciones del espíritu,
brinda colores al alma,
provee de sonidos a la vida,
agregándoles valores en forma de experiencias,
vivencias, sensaciones, olores, sabores...
cuando te ves hundido en los pastos de la pradera,
cuando ves la inmensidad de la extensión,
cuando las nubes se ciernen sobre tu propia humanidad,
cuando asumes la importancia del viento,
del aire, el agua de los suelos, la lluvia,
el rayo de luz que aparece ante ti como por arte de magia,
entonces, recién entonces,
entiendes, comprendes, que tu paso es finito,
y que debes caminar hacia el ocaso,
para encontrarte con tu propio arquetipo,
ese que diseñaste antes de nacer,
que escribiste con tu ángel en alguna página del libro de la vida,
y sobre el cuál rendirás tus cuentas,
justo antes, justo antes del próximo amanecer.
el dispensador: transcurriendo campos, visiones de praderas celestiales. Julio 19, 2009.
DEDICADO A: a mis afectos profundos en la provincia de Santa Fe, Silvina Victoria Papis, Nora Angélica Oleaga, Carmen Pilar Santamaría, Héctor Stechina, Ana María González, Elsa Noemí Rodríguez, y también a aquellos que no menciono, no porque no los lleve conmigo, sino porque la guía es corta de espacio... con un especial reconocimiento a los kapasulinos, a quiénes no conozco, pero a los que sí siento en mi alma, vaya a saber por qué...
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