domingo, 20 de marzo de 2011

HIPATIA [Ὑπατία], el reverso alejandrino de las ciencias | LAS CIENCIAS SIN ROSTRO


el dispensador dice: existe un ángulo de las sabidurías ciertas donde las ciencias no tienen, no guardan, tampoco ocultan, rostro alguno. Son nodos filosóficos del conocimiento filosófico, justo allí donde anidan las ciencias que, cuando prescinden de aquellos (conocimientos filosóficos) se tergiversan en sus fines asumiendo como verdades aquellas que no lo son, favoreciendo intereses que desprecian a la comunidad y pervierten la visión universal de la sabiduría pura...

Mucho se especula y poco se sabe sobre la presencia de la mujer en el seno de las ciencias antiguas. Así como se niega su participación, se deslucen sus legados detrás de una gesta feminista que no se corresponde con realidad alguna. Hasta la larga noche negra del oscurantismo medieval (que dura hasta nuestros días) la mujer ocupaba un lugar cierto y preciso en todos y cada uno de los nichos de las sabidurías ancestrales, una presencia que los intereses mezquinos de un contradictorio cristianismo borraron de los documentos así como incendiaron bibliotecas y centros de estudios de un mundo que se fue extinguiendo para dar paso a la barbarie del pensamiento, a los conocimientos de las conveniencias y la falsa propiedad intelectual de ideas robadas y papiros y códices intencionalmente extraviados... Ello ha servido para que las actuales generaciones crean que el desprecio de género es una eterna realidad, sin embargo ésta no se corresponde con las verdades que ofrece el pasado envuelto en sombras. Griegos y romanos desmerecían a la mujer como un ser de inferior condición, pero esto no era así entre atlantes y lemures, celtas y nubios, donde ellas tenían espacios ciertos y se les temía por su inteligencia prodigiosa, una capacidad que los imperios de la guerra [Grecia, Roma, etc.] deterioraron minizándola por considerarla altamente peligrosa. La mujer descollaba en distintas materias y muchas de las herencias que hoy refieren a nombres masculinos, fueron “hurtadas” a sus mentoras y transferidas a varones pretensiosos de gloria.



Acometer contra María de Magdala o María Magdalena es apenas un eco de este atropello a la memoria humana... y no hace falta ser cristiano para observar cómo el género femenino tenía otro lugar que fue prolijamente quitado, tergiversado y luego opacado hasta diluirlo en una nada tan incomprensible como inaceptable. Pero todo aquello que se arroja al océano de las ideas oscuras, más o más temprano emerge y se traduce en tiempos que, aún no siendo reconocidos por la historia “oficial” (elaborada por aquellas conveniencias) siguen ocupando el lugar que tuvieron cuando respiraban y las neuronas intercambiaban energías y moléculas...

No se debe perder de vista que las mujeres conducían los oráculos y sus ciencias, así como también manejaban el vínculo de los tiempos de los umbrales que conectaban esta dimensión con la contigua, denominada de los “dioses”... entonces no se conocía el concepto descalificante de “brujas” y tampoco había espacio para los aquellarres inquisidores. Extraña suerte entonces corrieron las madres que de ser administradoras de los anillos, fueron expulsadas hacia el olvido y la desconsideración pública orientada por poderes corruptos y sacerdotes cuyo altar estaba revestido de miserias. Nada era así en el Egipto heredero de los nubios y mucho menos lo era en las culturas antiguas anteriores antes mencionadas...

"Hipatia", imaginada por el pintor prerrafaelista inglés Charles William Mitchell (1885).

Entre el mar de nombres perdidos asoma el de Hipatia, una alejandrina de carácter que fue masacrada por pertenecer a las huestes ptolomeicas del pensamiento “pagano”, algo que ya no encajaba entre los romanos de fines de su imperio ni tampoco entre los cristianos devenidos en garantes de otras novedosas mentiras. Y justamente aquello que le costó la vida es lo que la sostuvo vibrando en el mundo de las ideas, esferas resonantes que decidieron conservar viva la estirpe de conocimientos que esta mujer supo diseñar e inscribir en la memoria de las siguientes generaciones, sin estridencias, omitiendo el nombre pero asumiendo su saber.

Las versiones de su vida son contradictorias, nada distinto a los de aquellos lejanos sabios negados por renovadas ignorancias... se usa el nombre de Galileo como ejemplo de la ridiculización del conocimiento matemático y astronómico, sin embargo este hecho es mínimo comparado con la historia de Hipatia. Lo de Galileo perdura porque terminó por avergonzar a los falsos papas de la inquisición, pero la circunstancia es un eco de muchos acontecimientos anteriores donde se desmerecieron nombres, habilidades, dones y talentos, a efectos de dar lugar a apellidos menores con historias y bronces inventados.

Veamos qué dice wikipedia acerca de Hipatia, un exponente de género que ya nunca más olvidarás... Hipatia (/i.pa.'tj.a/; griego: Ὑπατία; Alejandría, 355 ó 370 - Ibídem, marzo de 415 ó 416[1] ) fue una filósofa y maestra neoplatónica griega, natural de Egipto,[2] que se destacó en los campos de las matemáticas y la astronomía,[3] miembro y líder de la Escuela neoplatónica de Alejandría a comienzos del siglo V. Seguidora de Plotino, cultivó los estudios lógicos y las ciencias exactas, llevando una vida ascética. Educó a una selecta escuela de aristócratas cristianos y paganos que ocuparon altos cargos, entre los que destacan el obispo Sinesio de Cirene —que mantuvo una importante correspondencia con ella—, Hesiquio de Alejandría y Orestes, prefecto de Egipto en el momento de su muerte.

Hija y discípula del astrónomo Teón, Hipatia es la primera mujer matemática de la que tenemos un conocimiento razonablemente seguro y detallado. Escribió sobre geometría, álgebra y astronomía, mejoró el diseño de los primitivos astrolabios —instrumentos para determinar las posiciones de las estrellas sobre la bóveda celeste— e inventó un densímetro.[4]

Hipatia murió a una edad avanzada, 45 ó 60 años (dependiendo de cuál sea su fecha correcta de nacimiento), linchada por una turba de cristianos. Su asesinato se produjo en el marco de la hostilidad cristiana contra el declinante paganismo y las luchas políticas entre las distintas facciones de la Iglesia, el patriarcado alejandrino y el poder imperial, representado en Egipto por el prefecto Orestes, ex alumno de la filósofa. Sócrates Escolástico, el historiador más cercano a los hechos, afirma que la muerte de Hipatia fue causa de "no poco oprobio" para el Patriarca Cirilo y la iglesia de Alejandría,[5] y fuentes posteriores, tanto paganas como cristianas, le achacan directamente el crimen, por lo que muchos historiadores consideran probada o muy probable la implicación de Cirilo, si bien el debate al respecto sigue abierto.[6]

Su carácter singular de mujer entregada al pensamiento y la enseñanza en plena Tardoantigüedad, su fidelidad al paganismo en el momento de auge del catolicismo teodosiano como nueva religión del Estado, y su muerte a manos de cristianos le han conferido gran fama. La figura de Hipatia se ha convertido en un verdadero mito: desde la época de la Ilustración se la presenta como a una "mártir de la ciencia" y símbolo del fin del pensamiento clásico ante el avance del Cristianismo.[7] No obstante, en la actualidad se destaca que su asesinato fue un caso excepcional y que, de hecho, la escuela neoplatónica alejandrina, progresivamente cristianizada, floreció hasta pleno siglo VII.[8]

Por su parte, los movimientos feministas la han reivindicado como paradigma de mujer liberada, incluso sexualmente,[9] aunque, según la Suda, estuvo casada con otro filósofo —llamado Isidoro— y se mantuvo virgen.[10] También se la ha asociado con la Biblioteca de Alejandría, si bien no hay ninguna referencia que vincule a ambas: se cree que la Gran Biblioteca ptolemaica desapareció en un momento incierto del siglo III, o quizá del IV, y su sucesora, la Biblioteca-hija del Serapeo, fue expoliada en 391. Según las fuentes, Hipatia enseñaba a sus discípulos en su propia casa.


Dejando atrás la wikipedia, mezcla de datos ciertos y otros más inciertos e intrascendentes, Hipatia estaba en sintonía con los números y ellos con ella, de forma de darle un lugar en el conocimiento humano genuino. Más allá de su muerte a manos de fanatismos y falsos fundamentalismos, nada pudo evitar que su nombre perdurase en el vibrato de la eternidad...

Hipatia nació en Alejandría, capital de la diócesis romana de Egipto, a mediados del siglo IV, en 370, o antes ya que es inevitable la imprecisión. Uno de sus discípulos conocido como Sinesio de Cirene nació en torno a 375, por lo que es probable que exista error en cuanto a la data de su nacimiento. Su padre fue Teón de Alejandría, un célebre matemático y astrónomo, muy apreciado por sus contemporáneos, que probablemente debió trabajar y dar clases en la Biblioteca del Serapeo, sucesora de la legendaria Gran Biblioteca ptolemaica. Hipatia, por su parte, se educó en un ambiente académico y culto, dominado por la escuela neoplatónica alejandrina, y aprendió matemáticas y astronomía de su padre, quien además le transmitió su pasión por la búsqueda de lo desconocido.

Wikipedia sintetiza la historia hasta simplificar la vida de una persona de importante riquezas espirituales así como de conocimientos comunes a las ciencias exactas... Según el filósofo pagano del siglo VI Damascio, la maestra alejandrina era "de naturaleza más noble que su padre, [y] no se conformó con el saber que viene de las ciencias matemáticas, en las que había sido introducida por él, sino que se dedicó a las otras ciencias filosóficas con mucha entrega". Hipatia aprendió también sobre la historia de las diferentes religiones que se conocían en aquel entonces, sobre oratoria, sobre el pensamiento de los filósofos y sobre los principios de la enseñanza. Viajó a Atenas y a Roma, siempre con el mismo afán de aprender y de enseñar.[12] Damascio afirmaba que "además de conseguir el grado más alto de la virtud práctica en el arte de enseñar, era justa y sabia, y se mantuvo toda la vida virgen", dato confirmado por la Suda, una enciclopedia bizantina del siglo XI, que sin embargo añade que fue "esposa de Isidoro el Filósofo".[10] El mismo Damascio refiere una anécdota que ilustra la actitud de Hipatia ante el sexo: cuando un discípulo le confesó que estaba enamorado de ella, la filósofa le arrojó un paño manchado con su sangre menstrual, espetándole: "De esto estás enamorado, y no tiene nada de hermoso".[13]

Dado su trato con cristianos, y la tolerancia de las autoridades religiosas alejandrinas hacia las actividades de la filósofa, no parece probable que Hipatia fuera una pagana militante. Jay Bregman, de la Universidad de California, tras analizar la obra de Sinesio de Cirene, concluye que es probable que Hipatia se adscribiera a la variante porfiriana del neoplatonismo, opuesta a la teúrgia de Yámblico y a la práctica de los antiguos cultos helenos. Debido a ello, esta corriente era particularmente grata a ojos cristianos.[14]




Hipatia, al igual que las mal llamadas pitonisas del mundo antiguo, asumió el nodo del saber y se introdujo en él empleando los legados de la biblioteca de Pérgamo que habían nutrido al universo del conocimiento alejandrino, brindándole respaldo y espacio en la historia filosófica de las ciencias. Detrás, los paréntesis, los corchetes y las funciones son apenas una anécdota de circunstancias, motivador de neuronas prodigiosas... la navegación y los navegantes han circulado por mucho más de mil años utilizando los conocimientos provenientes de la herencia de Hipatia... es curioso apreciar como, una mujer despreciada por las conveniencias eclesiásticas y las falacias de los fundamentalismos, nutrió y fue guía de rutas que llevaron a ampliar el rango de las sendas marítimas, posibilitando el descubrimiento y la posterior conquista, y mucho más allá, sosteniendo los principios de la navegación “moderna” hasta la era de la electrónica... lo cual demuestra que el mundo de las ideas consume a los necios, jamás a los sabios que se transforman en sus mentores y permanecen vibrando en y desde la eternidad.

La escuela ptolomeica ha sido vituperada, denigrada por las conveniencias y se le han endilgado visiones pobres de un ámbito que estaba lejos de sus concepciones y de sus convicciones... ¿Quién ganó con esta mentira de dos milenios?... simplemente, perdió la humanidad como un todo. La mujer aún sostiene el cordón umbilical que conduce a los oráculos, al mundo de las ideas, al nido del conocimiento y los saberes de las ciencias. Todo lo demás, todo lo que sobra, es harina de otro costal propio de miserias y mezquindades... los ecos de Hipatia aún oscilan al igual que la biblioteca de la cual formó parte.Marzo 20, 2011.-
Hipatia - Wikipedia, la enciclopedia libre

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