miércoles, 2 de marzo de 2011

PALABRA - La palabra en el tiempo - lanacion.com  


"... el túnel que traspasas en tu regreso habrá sido construido por tus propias palabras, no lo olvides".

Libros de agenda
La palabra en el tiempo
Silvia Hopenhayn
Para LA NACION

Miércoles 02 de marzo de 2011 | Publicado en edición impresa.


.La forma no es sino el fondo que remonta a la superficie, decía Victor Hugo. Por eso los clásicos sobrevuelan todas las épocas: alcanzan una forma que permite al fondo emerger en distintos momentos de la historia.

La frase de Hugo fue muy preciada por Augusto Roa Bastos (1917-2005), el escritor paraguayo que concilió en su literatura el universo lingüístico bivalente hispano-guaraní, escindido entre la escritura y la oralidad.

Varias de sus novelas -él lo descubrió escribiendo sobre ellas- hicieron que el escritor no pensara, sino que la lengua lo pensara a él. "La presencia del guaraní se impone desde la interioridad del mundo afectivo de los paraguayos? la escritura en castellano tiene dificultad en captar y expresar el texto oral guaraní", dijo. Sus libros son así una cruza entre la pluma alzada y la boca abierta; la prosa fluye extrañamente, entre sonidos y letras.

Pero la lengua también es historia. Roa Bastos, sin caer en los convencionalismos de la novela histórica, captó la historia en la lengua. Al desmenuzar la palabra de José Gaspar Rodríguez de Francia y reinventar a este dictador en su magnífica novela Yo, el Supremo , estableció con firmeza los valores de su país: poéticos y despóticos.

El aliento narrativo parece realmente venir del fondo de los tiempos. Con profundo amor por la gente y el lenguaje, creó una forma despiadada -¡y también jocosa!- de contar su historia. En la última línea de Yo, el Supremo , jugando con la supuesta veracidad de los acontecimientos, advierte: "Los personajes y hechos han ganado, por fatalidad del lenguaje escrito, el derecho a una existencia ficticia y autónoma al servicio del no menos ficticio y autónomo lector".

En estos días, la editorial argentina Eterna Cadencia publica su primera novela, Hijo de hombre , con un prólogo que la actualiza del escritor y ex vicepresidente nicaragüense Sergio Ramírez. Varios de los personajes vienen de las aldeas sureñas de Itapé y Sapukai, y su protagonista tiene el don de contar historias llevado por una memoria que no cesa de encarnar relatos ajenos. Emparentado aquí con Machado de Assis o Juan Rulfo, son las voces las que esbozan el pasado, contándolo de a retazos.

A diferencia de otros escritores que rehúyen de sus propios textos, lanzándolos al vacío de su contemporaneidad, Roa Bastos solía reescribirlos. No tanto por disconformidad, sino por afecto. Así lo hizo con Hijo de hombre , justificando su ímpetu de resurrección: "Si una vez muere el hombre, el autor quiere que su libro renazca muchas veces". Claro que esto se vuelve sobre él mismo. La novela comienza con un epígrafe del poeta W. B. Yeats: "Cuando retoco mis obras, es a mí a quien retoco". Insisto: no tanto por perfeccionamiento sino por ánimo de variación. Leer a Roa Bastos es encontrar eso que él mismo llamaba "poética de la variación", y que consiste en dejarse llevar por la palabra en el tiempo. ¿Será entonces que los que dicen no tener tiempo en realidad no tienen de qué hablar?

La palabra en el tiempo - lanacion.com  




el dispensador dice: La palabra es "significado" si alguien la escucha, la palabra es "tiempo" si alguien la atiende, la palabra es "entidad" si alguien la entiende, la palabra es "valor" si alguien la reflexiona, la palabra es "piel" si alguien la siente, la palabra es "creación" si alguien la revela, la palabra puede transformarse en nada sin el otro, sin el prójimo, o puede convertirse en ecos de perdición si la envuelve el lado oscuro y la somete... también puede ser luz y llevar consigo la paz tan ansiada, sembrándola en los campos de almas necesitadas de comprensión. La palabra puede ser verbo y motor consecuente, pero nunca podrá emular el verbo causal, aquel que dio origen al todo... y la palabra conserva el don de construir o el talento de la destrucción, pero hay algo que la palabra no puede evitar, mostrar la calidad de las almas y la vibración de sus auras. La palabra enseña contenidos del espíritu que la pronuncia, conllevando capacidad para establecer puentes de afectos o bien para dañar al desprevenido, quebrando los hilos de plata invisibles. La palabra no es sinónimo de ser humano aún cuando forme parte de su estirpe... no son pocos los que en el universo utilizan las palabras como medio de comunicación, sin embargo los más avanzados emplean los silencios de la mente para comunicarse ya que justamente esos silencios son los detectan las intenciones que acompañan a los sentimientos de la fuente o de las fuentes. La palabra sónica puede ser verdad o también mentira... en todo caso, siempre se conjuga con la energía que fluye desde una persona hacia otra, anidando afecto y compasión, misericordia y comprensión, aunque también puede infrigir zozobra y desprecio... la palabra en sí misma es idea y flota en el espacio esférico a la espera de ser captada y puede recibir honor por su contenido o bien puede ser olvidada rápidamente según la calidad y condición del receptor. Tu palabra eres tú. Aquello que se pronuncia perdura hacia la eternidad y queda grabado en "alguna parte" del libro de tu vida, y se transforma en savia de tu árbol de la vida, revelándose en brote o flor, en fruto o rama, en raíz o corteza... pero a la hora del regreso, la palabra pronunciada será pesada contra una pluma de ganso y será comparada contra aquello que generó en aquellos que la recibieron, atendiéndose a la circunstancia que le dio motivo y origen... luego, tú eres lo que has hecho respecto de lo que has dicho... nada más, sencillamente, simplemente. Sólo eso. Marzo 02, 2011.-
DEDICADO A: Matías Nicolás y Norberto Alejandro.

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