La belleza de los viejos mensajes
Lázaro Galdiano, gran coleccionista, también atesoró correspondencia. Una exposición la muestra en la fundación que lleva su nombre
En los tiempos de los mensajes instantáneos, es difícil imaginar otra forma de comunicación que no sea un mail o un whatsApp. Los buzones de correos guardan poco más que correspondencia bancaria y publicidad de restaurantes asiáticos. Pero todo tiene un origen y en el caso de las notificaciones laborales o personales hay que remontarse a los billetes (las notas dobladas que se enviaban en mano), las postales o las cartas abiertas que en muchas ocasiones constituyen todo un género literario. Lázaro Galdiano, coleccionista de tantas cosas, también atesoró correspondencia. Propia y de otros. La Fundación que lleva su nombre exhibe hasta el 27 de enero la exposición Correspondencia sin privacidad: billetes, tarjetas postales y epístolas literarias en la colección Lázaro con un centenar de piezas que componen un curioso recorrido sobre lo que fue la correspondencia (abierta, no privada) durante los siglos XIX y XX.
Juan Antonio Yeves ha organizado la exposición con la intención de descubrir al público formas poco conocidas de comunicación entre emisor y destinatario, averiguar cómo circulaban los mensajes, analizar los servicios de correos públicos o particulares, y valorar su significado cultural a lo largo de los dos últimos siglos.
En las primeras vitrinas de la exposición se exhibe una selección de billetes. Uno fue enviado por Lope de Vega. Otro contiene mensaje de ida y vuelta entre Goya y Francisco Durán a propósito del precio de unos encargos hechos por el artista. En un tercer billete se lee un aviso de Emilia Pardo Bazán a Lázaro Galdiano advirtiéndole para que no se presente en su casa antes de las ocho de la tarde.
ampliar fotoLas tarjetas postales ocupan la parte central de la muestra y las hay de todo tipo. Enviadas, recibidas o adquiridas por el coleccionista llevan ilustraciones de los grandes artistas de la época (Kirchner) o muestran fotografías de paisajes de diferentes ciudades del mundo. Los hoteles o las playas solía ser los motivos favoritos. También descubrió Lázaro Galdiano las ventajas publicitarias de la imagen y encargó hacer tarjetas postales de las portadas de muchos de los libros que editaba. La serie en la que el coleccionista aparece como actor interpretando una pequeña obra, resulta especialmente curiosa.
Como colofón de la exposición se exhibe una selección de cartas abiertas en las que un autor recurría a este género para dar a conocer su opinión sobre un tema de actualidad. A veces se publicaban en diarios y otras en forma de libro.
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el dispensador dice:
esperé tu carta,
me quedé dormido,
mentiste amor,
caí en el olvido...
me encontré luego,
como recuerdo de mi mismo,
habías pasado de largo,
disimulando haberme visto...
me sonreí para adentro,
me hallé a mi mismo,
seguía aguardando,
el ser distinto...
seguí caminando,
y vi que el destino,
atropella las mentiras urdidas...
confundiendo amor con oportunismo...
esperé tu carta,
no llegó nada,
no hay amor en la senda extraviada,
cuando la desesperación despierta,
en la alborada,
debes distinguir el horizonte,
esperando el regreso de las calmas...
no te inquietes esperando la carta,
sólo llega el espíritu cuando porta alma.
DICIEMBRE 23, 2013.-
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