“En México somos cálidos con el extranjero siempre que sea rubio”
‘La fila india’, de Antonio Ortuño, describe el infierno que atraviesan miles de centroamericanos que viajan miles de kilómetros para llegar a EE UU
Verónica Calderón Guadalajara (México) 3 DIC 2013 - 23:37 CET110
La fila india (Océano, 2013), de Antonio Ortuño, es un libro lleno de rabia. Rabia por la injusticia, la corrupción, y un país que devora como un procesador de carne a miles de inmigrantes centroamericanos. Pese a que su tragedia era cotidiana en México desde hace ya varios años, no fue hasta el hallazgo de 72 cadáveres en San Fernando (Tamaulipas, al noreste del país) que salieron a la luz las miserables condiciones con las que hombres, mujeres y niños intentan llegar a EE UU. Pero la rabia de Ortuño, de inicio, no la disparó ninguno de los macabros sucesos que involucraron a inmigrantes desde el inicio de la guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón. Fue el racismo de su país. “Creo que después de alguna de las derrotas de la Selección mexicana leí alguno de los millones de tuits xenofóbicos contra los centroamericanos”.
El libro de Ortuño, finalista del premio Herralde en 2007 con la novela Recursos Humanos, es una suerte de novela negra que describe el infierno al que desciende una funcionaria con una misión: repatriar a las víctimas de una masacre en un pueblo perdido (la ficticia Santa Rita) en el sureste de México. Y la parte más oscura del desolador panorama no son los crímenes descritos, sino la absoluta indiferencia que los rodea.
Ortuño nació en Zapopan, un municipio colindante con Guadalajara, en 1976. La ciudad, la segunda del país, se ha convertido en un punto de descanso para miles de personas que atraviesan México para intentar llegar a EE UU. Y cada vez más después de que la ruta más corta, la que atraviesa las costas con el golfo de México, se convirtiera en un auténtico hoyo negro devora-inmigrantes. “Como sociedad no estamos ni siquiera en el camino de entender y defender los derechos de inmigrantes.
Siempre hay gente más sensible y que empatiza, pero en términos generales, diría que Guadalajara prefiere esconder los problemas debajo de la alfombra. No fue hasta que el gobernador dijo que los inmigrantes venían a robar que se hicieron visibles. Y no es un problema que sea sólo de Guadalajara, es de todo el país”.
Porque Ortuño describe a un México al que le encanta contarse lo generoso y cálido que es con los extranjeros, pero que es al mismo tiempo una sociedad clasista, racista y gandalla (mexicano para abusivo). “Existe en todo el país: desde Tijuana hasta San Cristóbal de las Casas. Oficialmente México no es un país racista, nos gusta contarnos que somos muy cálidos, pero eso es siempre y cuando los extranjeros sean güeros [rubios]. Y somos una sociedad completamente fértil para tratar a los centroamericanos como los tratamos. Cuando escucho que alguien se refiere [a los indígenas] como oaxacos, quiero retorcerle el pescuezo. Hay muchos mexicanos que hablan de los centroamericanos como los sheriff de Arizona hablan de los mexicanos”.
El joven autor tiene un sentido del humor filoso y despiadado. “En México tenemos el racismo que no se atreve decir su nombre”. Recuerda una frase de Pérez Reverte –“y vaya que no me gusta citarlo”, subraya- sobre que en México los asaltantes piden las carteras “por favor”. Menciona una anécdota de un amigo diplomático, que preguntó a un hindú cómo era el sistema de castas. “El hindú se partió de la risa y le dijo: ‘¿Y cuándo fue la última vez que cenaste con un albañil?’. Descendiente de inmigrantes manchegos y vascos, reconoce que su herencia influyó en que escribiera este libro. “Aquí estoy yo porque una familia salió corriendo de España. Y no todos eran José Gaos”.
el dispensador dice: México expresa la diversidad de las personas en simbiosis con su naturaleza... dialectos... estirpes... linajes... que no sintonizan con la civilización occidental, más aún, que no coinciden con nada actual, contemporáneo, afin a la civilización humana tal se la reconoce... México expresa un singular sentido de la humildad... de la resignación ante el hecho de la vida transformada en destino que debe ser cursado hasta que se consuma el tiempo concedido... No es prudente mirar a México con ojos que compran y venden apuros, urgencias de la telefonía celular, del turismo apresurado que fotografía pero no ve, que documenta pero no aprecia, que se va sin siquiera comprender el por qué del haber estado.
México demanda una conexión sobrehumana... porque en sí mismo, comprende un territorio tan diverso y profuso como sus contenidos humanos y culturales, tan conectados entre sí, como desconectados entre sí, mezclados sin mezclarse, formando un entretejido impenetrable al pensamiento de esta civilización humana globalizada que se sustenta en los facilismos... que ve sin ver... que oye sin escuchar... que observa sin entender... que elabora sin comprender... que define sin atender... y que simplemente se va, sin aprender.
México aparece en el mapa como un todo... pero sus verdaderas fronteras son invisibles... y sus verdaderas banderas flamean intangibles... creando nexos imposibles con elegidos jamás conocibles, nunca reconocibles...
La crisis ha embanderado al mundo humano, y el caos se ha instalado en las Américas dominando los paisajes... las gentes andan sometidas, condicionadas por pobrezas inducidas, marginadas intencionalmente por terceras conveniencias, indigenciadas para facilitar el ser esclavizadas por las "diferencias" que discriminan sin siquiera utilizar palabras... las gentes andan frustradas porque sienten que sus destinos han sido hipotecados por raros "dueños del mundo" que se exhiben como salvadores, cuando en verdad ellos mismos están peleados con sus vidas, despreciando a los otros, sus voluntades y sus esfuerzos... vendiendo espejos de colores que se opacan ante cualquier luz... que fabrican la historia que les conviene a sus intereses... para luego obsequiar crisis y vestirse de solidarios con los beneficios robados al esfuerzo ajeno... la América ve el norte como un ejemplo a seguir, sin darse cuenta que ese norte está vacío y sin rumbo... en su desesperación las gentes huyen hacia el propio abismo, sin darse cuenta que en el tembladeral es imprescindible conservar lugar y sostener el espacio...
Existe la consciencia inconsciente de que el mundo occidental pertenece a los rubios... y que si los rubios tienen ojos claros, son mejores, más rubios, más inteligentes, más ricos... premisa que denigra al morocho... que desmerece la tez oscura... que desprecia los ojos negros... sin embargo, nada más alejado de la realidad... porque el espíritu que sostiene vivo el mañana necesario de las américas, se sustenta en un ayer invisible que pertenece a razas que, aún extinguidas, permanecen en el aire y están siendo respiradas por las actuales generaciones, que van mamando de una madre que no ven, que vibra y se introyecta en el espíritu de una Tierra a la que para pertenecer, antes debes amar...
Los paradigmas de la América diversa, la genuina, la legítima, se expresan en las diversidades de un México que concentra a toda la Centro América... algo que el occidental consumido por sus urgencias no descifra porque ni siquiera está en capacidad de pensarlo... no hay mayas enterrados porque ellos no murieron... encontraron el portal del espacio tiempo y simplemente se "fueron"... nada distinto a lo cursado por los toltecas o los olmecas... los cakchiqueles sabían cosas que ya no caben en las soberbias del occidente vanidoso, envuelto y dominado por las conveniencias de pocos oportunistas...
Otros paradigmas de la América diversa residen en el Perú y sus entornos milenarios...
La América diversa lo es tanto, que ya no tiene lugar para aquellos que vienen a aprovercharse de sus gentes y sus suelos, de sus aires y sus aguas...
México es, en sí mismo, un portal... sólo para elegidos... que no son rubios.
DICIEMBRE 04, 2013.-
El libro de Ortuño, finalista del premio Herralde en 2007 con la novela Recursos Humanos, es una suerte de novela negra que describe el infierno al que desciende una funcionaria con una misión: repatriar a las víctimas de una masacre en un pueblo perdido (la ficticia Santa Rita) en el sureste de México. Y la parte más oscura del desolador panorama no son los crímenes descritos, sino la absoluta indiferencia que los rodea.
Ortuño nació en Zapopan, un municipio colindante con Guadalajara, en 1976. La ciudad, la segunda del país, se ha convertido en un punto de descanso para miles de personas que atraviesan México para intentar llegar a EE UU. Y cada vez más después de que la ruta más corta, la que atraviesa las costas con el golfo de México, se convirtiera en un auténtico hoyo negro devora-inmigrantes. “Como sociedad no estamos ni siquiera en el camino de entender y defender los derechos de inmigrantes.
Siempre hay gente más sensible y que empatiza, pero en términos generales, diría que Guadalajara prefiere esconder los problemas debajo de la alfombra. No fue hasta que el gobernador dijo que los inmigrantes venían a robar que se hicieron visibles. Y no es un problema que sea sólo de Guadalajara, es de todo el país”.
Porque Ortuño describe a un México al que le encanta contarse lo generoso y cálido que es con los extranjeros, pero que es al mismo tiempo una sociedad clasista, racista y gandalla (mexicano para abusivo). “Existe en todo el país: desde Tijuana hasta San Cristóbal de las Casas. Oficialmente México no es un país racista, nos gusta contarnos que somos muy cálidos, pero eso es siempre y cuando los extranjeros sean güeros [rubios]. Y somos una sociedad completamente fértil para tratar a los centroamericanos como los tratamos. Cuando escucho que alguien se refiere [a los indígenas] como oaxacos, quiero retorcerle el pescuezo. Hay muchos mexicanos que hablan de los centroamericanos como los sheriff de Arizona hablan de los mexicanos”.
"Cuando escucho que alguien se refiere [a los indígenas] como oaxacos, quiero retorcerle el pescuezo"
El joven autor tiene un sentido del humor filoso y despiadado. “En México tenemos el racismo que no se atreve decir su nombre”. Recuerda una frase de Pérez Reverte –“y vaya que no me gusta citarlo”, subraya- sobre que en México los asaltantes piden las carteras “por favor”. Menciona una anécdota de un amigo diplomático, que preguntó a un hindú cómo era el sistema de castas. “El hindú se partió de la risa y le dijo: ‘¿Y cuándo fue la última vez que cenaste con un albañil?’. Descendiente de inmigrantes manchegos y vascos, reconoce que su herencia influyó en que escribiera este libro. “Aquí estoy yo porque una familia salió corriendo de España. Y no todos eran José Gaos”.
el dispensador dice: México expresa la diversidad de las personas en simbiosis con su naturaleza... dialectos... estirpes... linajes... que no sintonizan con la civilización occidental, más aún, que no coinciden con nada actual, contemporáneo, afin a la civilización humana tal se la reconoce... México expresa un singular sentido de la humildad... de la resignación ante el hecho de la vida transformada en destino que debe ser cursado hasta que se consuma el tiempo concedido... No es prudente mirar a México con ojos que compran y venden apuros, urgencias de la telefonía celular, del turismo apresurado que fotografía pero no ve, que documenta pero no aprecia, que se va sin siquiera comprender el por qué del haber estado.
México demanda una conexión sobrehumana... porque en sí mismo, comprende un territorio tan diverso y profuso como sus contenidos humanos y culturales, tan conectados entre sí, como desconectados entre sí, mezclados sin mezclarse, formando un entretejido impenetrable al pensamiento de esta civilización humana globalizada que se sustenta en los facilismos... que ve sin ver... que oye sin escuchar... que observa sin entender... que elabora sin comprender... que define sin atender... y que simplemente se va, sin aprender.
México aparece en el mapa como un todo... pero sus verdaderas fronteras son invisibles... y sus verdaderas banderas flamean intangibles... creando nexos imposibles con elegidos jamás conocibles, nunca reconocibles...
La crisis ha embanderado al mundo humano, y el caos se ha instalado en las Américas dominando los paisajes... las gentes andan sometidas, condicionadas por pobrezas inducidas, marginadas intencionalmente por terceras conveniencias, indigenciadas para facilitar el ser esclavizadas por las "diferencias" que discriminan sin siquiera utilizar palabras... las gentes andan frustradas porque sienten que sus destinos han sido hipotecados por raros "dueños del mundo" que se exhiben como salvadores, cuando en verdad ellos mismos están peleados con sus vidas, despreciando a los otros, sus voluntades y sus esfuerzos... vendiendo espejos de colores que se opacan ante cualquier luz... que fabrican la historia que les conviene a sus intereses... para luego obsequiar crisis y vestirse de solidarios con los beneficios robados al esfuerzo ajeno... la América ve el norte como un ejemplo a seguir, sin darse cuenta que ese norte está vacío y sin rumbo... en su desesperación las gentes huyen hacia el propio abismo, sin darse cuenta que en el tembladeral es imprescindible conservar lugar y sostener el espacio...
Existe la consciencia inconsciente de que el mundo occidental pertenece a los rubios... y que si los rubios tienen ojos claros, son mejores, más rubios, más inteligentes, más ricos... premisa que denigra al morocho... que desmerece la tez oscura... que desprecia los ojos negros... sin embargo, nada más alejado de la realidad... porque el espíritu que sostiene vivo el mañana necesario de las américas, se sustenta en un ayer invisible que pertenece a razas que, aún extinguidas, permanecen en el aire y están siendo respiradas por las actuales generaciones, que van mamando de una madre que no ven, que vibra y se introyecta en el espíritu de una Tierra a la que para pertenecer, antes debes amar...
Los paradigmas de la América diversa, la genuina, la legítima, se expresan en las diversidades de un México que concentra a toda la Centro América... algo que el occidental consumido por sus urgencias no descifra porque ni siquiera está en capacidad de pensarlo... no hay mayas enterrados porque ellos no murieron... encontraron el portal del espacio tiempo y simplemente se "fueron"... nada distinto a lo cursado por los toltecas o los olmecas... los cakchiqueles sabían cosas que ya no caben en las soberbias del occidente vanidoso, envuelto y dominado por las conveniencias de pocos oportunistas...
Otros paradigmas de la América diversa residen en el Perú y sus entornos milenarios...
La América diversa lo es tanto, que ya no tiene lugar para aquellos que vienen a aprovercharse de sus gentes y sus suelos, de sus aires y sus aguas...
México es, en sí mismo, un portal... sólo para elegidos... que no son rubios.
DICIEMBRE 04, 2013.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario