sábado, 21 de febrero de 2015

RECUERDOS DE AGUAS ▲ Memoria de agua [02] >> Y… ¿dónde queda el Sáhara? >> Blogs EL PAÍS

Memoria de agua [02] >> Y… ¿dónde queda el Sáhara? >> Blogs EL PAÍS



Lapices
En el Sahara, desde hace mucho tiempo, hay grandes poetas que lanzan al mundo un par de versos con la intención de que otro gran poeta los continúe. Hasta que no aparece alguien a la altura de la calidad de los primeros versos, el poema queda incompleto. Y así, poco a poco, se va construyendo un poema con muchas voces. De manera paradójica, comenzamos con una Despedida, el título del poema que inaugura la sección de la mano del poeta Larosi Haidar. Dice así…

Cuán dulce es amar
y sentirse a la vez amado
pero amargo es el dejar
a quien tanto se ha esperado.

¡Poetas! os animamos a participar y así completar, esperamos, un gran poema coral.


Intentar mostrar la riqueza de la cultura saharaui. Ese es el objetivo de este espacio. Una cultura nacida de la narración oral, de los bellos paisajes del desierto, de las vidas nómadas y el apego a la tierra, de su origen árabe, bereber y musulmán, de sus costumbres únicas y de la relación con España que se remonta a más de un siglo. Una cultura vitalista, condicionada por una historia en pelea por la supervivencia desde 1975. Coordina Sukeina Aali Taleb



SOBRE LOS AUTORES

Sukina Aali-TalebHija del exilio, Sukina Aali-Taleb nació en Madrid por casualidad, de padre saharaui y madre gallega. Es miembro del grupo de escritores La Generación de la Amistad Saharaui y coautora del libro "La primavera saharaui, los escritores saharauis con Gdeim Izik", tras los acontecimientos de El Aaiún, en 2010. Periodista y profesora de Lengua Castellana y Literatura en institutos públicos de Madrid. Como no puede ser de otra manera, apoya al Frente POLISARIO en proyectos de ayuda a su pueblo, refugiado y abandonado a su suerte en Tinduf (Argelia), desde hace cuatro décadas.
Roberto MajánRoberto Maján, ilustrador. Le gusta decir que fue el último humano nacido en su pueblo; piensa que eso lo hace especial. Y que su abuela se empeñó en llamarle Roberto en memoria de Robert Kennedy asesinado cuatro días antes. En la época en que nació y se bautizó, el Sahara era español, en el mal sentido de la palabra. El lo sabía por las cartas que recibía de su tío Ramón, destinado allí en su servicio militar. Los sellos que las franqueaban prefiguraron el universo imaginario que tratará de recrear en las imágenes de este blog.
Bahia Mahmud AwahBahia Mahmud Awah. Escritor, poeta y profesor honorario de Antropología Social en la Universidad Autónoma de Madrid, natural de la República del Sahara Occidental. Nacido en los sesenta en la región sur del Sahara, Tiris, la patria del verso y los eruditos. Cursó estudios superiores entre La Habana y Madrid, donde reside. Pertenece al grupo de Escritores Saharauis en lengua castellana.
Willy VeletaWilly Veleta. Willy Veleta consiguió su licenciatura de periodismo de una universidad estadounidense (ahí queda eso) y ha trabajado en todos los canales privados de TV en España… de los que huyó cuando se dio cuenta de que querían becarios guapos. Ahora es profesor de periodismo en inglés y prepara su tercer libro, una novela sobre los medios.
Liman BoichaLiman Boicha. Se licenció en Periodismo en la Universidad de Oriente en Cuba. Después de una larga ausencia regresó a los campamentos de refugiados saharauis y durante cuatro años trabajó en la Radio Nacional Saharaui. Actualmente reside en Madrid. Ha publicado Los versos de la madera y ha participado en varias antologías de poesía saharaui: Añoranza, Um Draiga, Aaiún, gritando lo que se siente, entre otras. Forma parte del grupo poético Generación de la Amistad Saharaui y es miembro de la Asociación de Escritores por el Sahara-Bubisher.
Larosi HaidarLarosi Haidar. Tras el alto el fuego, se instaló en Granada, donde se licenció y doctoró en Traducción e Interpretación. Actualmente es profesor de esta misma disciplina en la Universidad de Granada y ha publicado varios trabajos relacionados con la cultura saharaui. También ha participado en varias antologías de poesía saharaui.




Memoria de agua [02]

Por:  20 de febrero de 2015
Memoria de agua_02                                                                                        Ilustración de Roberto Maján
EL MAR - Mohamed Abdelfatah, Ebnu
Cuando voy caminando por el desierto, siempre tengo la sensación de que el mar está cerca, a punto de surgir del horizonte. Supongo que debe ser un recuerdo genético, heredado de los pobladores del Sáhara que no llegaron a conocer estas doradas arenas; que no llegaron a ver esta inmensidad que parió la evaporación milenaria de las aguas que cubrían el territorio. Quizá es el deseo inconsciente de llegar a ver qué hay detrás de la monotonía. Qué hay detrás de los espejismos.
¡El mar y la arena, qué hermosa combinación!
Cuando las olas y las dunas se besan y se acarician se puede sentir su abrazo, se puede oír su risa, mientras juegan ajenos a la tristeza y al dolor de sus hijos, los que brotamos de esa mezcla de aguas saladas y arenas doradas.
¡El mar y la arena, testigos indiferentes de cuántas alegrías, cómplices involuntarios de cuántas tragedias!

“¿Ha visto usted el mar?” pregunta el niño a la maestra.



La maestra, que se temía la pregunta, hacía ya mucho tiempo que tenía preparada la respuesta. Pero en vez de responder, preguntó.
“¿Cuántos de vosotros habéis visto el mar?”
“Yo, maestra, yo, yo, yo…” gritaron todos los niños, levantando las manos.
Todos habían visto el mar, todos habían estado, al menos, en una playa. El Mar Mediterráneo, El Mar Cantábrico, El Océano Atlántico. Habían estado en todo el litoral español. Uno dijo que, también había visto el mar en Mauritania, otros dijeron que en Argelia. Era muy bonito dijeron, aunque muy salado. Era muy verde y muy azul, lleno de peces y barcos, dijeron unos; lleno de gente feliz y alegre, dijeron otros.

“¿Ha visto usted el mar?” pregunta, otra vez, el niño a la maestra.

El mar es como el desierto, sólo que en vez de arena tiene agua. El mar está en constante movimiento, como el desierto, las dunas son olas que se han secado y que perdieron el paso. La lenta imitación de un movimiento milenario que las tormentas llevan a su antojo hacia todas partes. El desierto y el mar terminan siempre en un abrazo fiel y eterno.

“Sí, he visto el mar” dijo la maestra

“¿En el Sáhara, maestra, en el Sáhara…?” preguntaron todos juntos.

El mar es un recuerdo borroso de una tarde de arenas blancas y ropa al viento; de gaviotas que surcaban el cielo azul siguiendo el rastro de un avión que se diluye en el infinito. Es un olor, ya casi imperceptible,  a comida primitiva, a murmullos de vida. El mar es una niña que baila sobre un espejo de plata.

“Lo he visto hoy en vuestros ojos” respondió la maestra.

el dispensador dice:
hay un Sahara de arenas,
pero hay otro Sahara de aguas saladas,
sumergido bajo toneladas de arenas,
así como hay otro Sahara de cursos dulces,
siguiendo laberintos que viajan hasta donde no llega el hombre...

hay un Sahara protegido por cielos estrellados,
pero hay un Sahara que nadie ha descubierto,
porque es contiguo y paralelo,
a una geometría que hace que el hombre pase sin verlo,
como si nunca hubiese pasado...

hay un Sahara profundo,
al que nadie ha llegado,
porque contiene las memorias,
de otras humanidades y distintos humanos,
vibrando en suelos distintos,
simplemente transitando,
ciclos de un pasado perdido,
tanto que está a resguardo...

hay un Sahara de sueños,
que muy pocos han soñado,
hay un Sahara que hierve,
mientras que hay otro que es helado,
para distintas humanidades,
según las notas que vienen sonando,
y de aquellas otras que ya han sonado,
que ahora no se escuchan,
porque el tiempo y la luz se han separado...
presta atención a las formas,
porque ellas hablan de sabios en alfombras,
de genios en botellones,
de caballeros de a pié,
sin armas pero con abundantes razones...
que custodiaban los saberes,
los respetos y sus valores...
presta atención a las aguas que besan las playas,
busca en tus sueños hasta dónde suben las aguas,
permanece atento a las mareas,
que aún cuando no las veas,
protegen los recuerdos de otras lejanas existencias...
no te vayas,
no te pierdas,
aunque se borre el alma,
no se pierde su huella.
FEBRERO 21, 2015.-
he escrito mis recuerdos en el agua,
porque allí permanecerán eternos,
mientras las piedras hablan,
mientras las arenas descansan.

No hay comentarios: