lunes, 16 de febrero de 2015

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Jonathan Coe y David Leavitt: Historias de dos ciudades. Nueva vuelta a la novela histórica - ABC.es



Imagen de la Exposición Universal de 1958, en Bruselas
Imagen de la Exposición Universal de 1958, en Bruselas
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Jonathan Coe y David Leavitt: Historias de dos ciudades

. Jonathan Coe y David Leavitt dan una nueva vuelta de tuerca a la novela histórica con sus últimas narraciones. Dos viajes al pasado cuyos destinos son Bruselas y Lisboa

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Jonathan Coe y David Leavitt: Historias de dos ciudades. Nueva vuelta a la novela histórica

Día 16/02/2015 - 13.58h




Jonathan Coe y David Leavitt dan una nueva 

vuelta de tuerca a la novela histórica con sus 

últimas narraciones. Dos viajes al pasado cuyos 

destinos son Bruselas y Lisboa



ABC




«Viajar es una brutalidad», sentenció Cesare Pavese. Antes, Séneca diagnosticó que «viajar revitaliza la mente». Elijan la modalidad que mejor les venga o vayan sabiendo que, posiblemente, ambos tengan razón. Porque allí fuera –más o menos lejos de nuestro paisaje habitual– se nos ofrece la tentación de no ser quienes habitualmente somos.
Ahora, dos escritores muy diferentes –pero, a su vez, no sólo nacidos el mismo año, sino también cómplices en su prodigiosa capacidad para moverse y transformarse– exploran, en sus nuevas novelas, la ambigüedad y la graciay la desgracia de ponerse en movimiento y del salir de aquí para entrar allí. Y cada uno de ellos lo hace con pareja calidad pero modales muy diferentes en sendas historias de dos ciudades.
En Expo58, Jonathan Coe (Bromsgrove, 1961) opta por una manera de viajar muy british donde confluyen el cine de Alfred Hitchcock y los estudios Ealing, y el humor de P. G. Wodehouse y Evelyn Waugh, con la fascinación por Ian Fleming y las farsas de espías de Graham Greene y Kingsley Amis.
El escenario es la Bruselas de 1958, a la que llega el opaco civil servanttreintañero Thomas Foley a supervisar la construcción del pabellón del Reino Unido en la Exposición Universal de ese año. El pabellón deberá representar el espíritu nacional y con gran honestidad –esto es verdad, aunque ustedes no lo crean– no será otra cosa que un típico pub: The Britannia. Enseguida Foley descubre que allí puede ser otro. Y la temperatura sube mientras arrecia la «guerra fría» y se entabla un minué de bellezas yanquis y nórdicas, agentes secretos (pero secretos a voces), nobles y decadentes aristócratas, y algo que todos quieren sin saber muy bien para qué sirve y que se llama Máquina Zeta.

Morir un poco

Lo interesante de todo es que aquí, más allá de las piruetas de comedia de costumbres y vodevil malacostumbrado, vuelve a destacar la capacidad de Coe para tocar varios registros al mismo tiempo y recuperar cierta pulsión beckettiana (The Accidental Woman), la feroz sátira de clases (¡Menudo reparto) y la melancolía inglesa (La lluvia antes de caer). Y, sí, para Foley el volver –y no el viajar– acaba siendo morir un poco.
Por su parte, David Leavitt (Pittsburg, 1961) ensaya –tras El contable hindú– otra aproximación a la novela histórica apoyada sobre moldes clásicos tan sólo para extraviarlos a las pocas páginas de la partida. Porque enLos dos hoteles Francfortse funde El buen soldado, de Ford Madox Ford, conCasablanca, de Michael Curtiz & Co., pero añadiendo una muy suya vuelta e ida de tuerca.
El escenario es Lisboa en 1940 bajo el gobierno del dictador Salazar. Dos parejas –una norteamericana y otra mitad inglesa, mitad norteamericana– esperan la salida del SS Manhattan, en una semana, rumbo a Nueva York. El ambiguo y poco confiable narrador es Pete Winters, ejecutivo de la General Motors casado con la temperamental e insatisfecha (o más bien neurótica e histérica) Julia. Ambos –huyendo de la Segunda Guerra Mundial (Julia es judía)– se disponen a volver a casa después de quince años en París.

Un juego de espejos

En un café conocen a los Freeleng –Edward e Iris– y a su absorbente y anciana perra Daisy. Y todos felices; a pesar que sea imposible conseguir alojamiento en una ciudad habitualmente tranquila y ahora convulsionada: Pete puede distraerse y Julia tiene flamantes candidatos a encandilar con sus delirios de grandeza. Los Freeleng, además, songente interesante y sofisticada: escriben novelas policiacas bajo el seudónimo à deux de Xavier Legrand. Y pronto se nos revela que los Freeleng son otra pareja dispareja, complicada y de costumbres sexuales más bien originales. Y la trama (de ahí, desde el mismo título, apuntando cierta dualidad en caracteres e intenciones) se presenta y se despliega como un juego de espejos digno de Patricia Highsmith. Así, aquí nadie es lo que parece y todos mienten a los demás y se mienten entre ellos.
Leavitt –que al principio de su carrera pareció que no saldría de su nicho de joven y magistral escritor de «lo gay», el Edmund White de su generación– vuelve a no conformarse con nada más que eso. Y sorprende con un final impredecible a la vez que perfectamente lógico alterando nuestra percepción de todo lo que se nos ha venido contando hasta entonces. Allí, con una suerte de pirueta metaficcional, Leavitt nos revela y nos desafía con un para qué conformarte con escribir una novela histórica cuando, de paso, se puede ofrecer una suerte de práctica/teoría de cómo escribirla. O, mejor aún –decálogo incluido, donde se ordena un «nunca permitas que los hechos interfieran en la historia»–, cómo no escribirla.
De ahí que Expo 58 y Los dos hoteles Francfort sean variaciones originales sobre un aria clásica: aquello que se mueve (y conmueve y sacude) cuando uno se mueve. Un tema tan antiguo como la novela misma donde el «Hágase la luz» no es otra cosa que un «Háganse las maletas». Después, enseguida, se deshacen aquellos que las llevan. O, en realidad, son llevados, siempre, de manera tan revitalizante como brutal, a otra parte.

«Expo 58»

-.-.-.-.-.-
el dispensador dice: le pareció ver algo sobre su costado derecho... fue algo menos que un destello... o quizás, algo más que un simple destello... siguió caminando por el pasillo en dirección al jardín, asumiendo que un coágulo rondaba cerca de un ACV que se anunciaba, nada más que eso, o todo eso... a la tarde siguiente ya lo había olvidado, la rutina lo agotaba, tanto que estaba cansado y decidió dormir un rato... en el sueño de la siesta... la escena se repitió como si estuviese allí mismo, sucediendo, repitiéndose... algo intentaba decirle "algo"...

varios días después, sin señales ni destellos... se olvidó del acontecimiento... también del sueño...

la rutina pesa, y atrapa la vida mientras el alma anda suelta...

otra vez en el pasillo, con rumbo a la cocina, le pareció sentir algo sobre su costado izquierdo... sintió que había alguien más junto a él... sobre su lado izquierdo, un poco hacia atrás... y recordó el anterior suceso... se detuvo... observó... el suelo estaba en su lugar al igual que el techo... pero de pronto... delante suyo... se formó algo semejante un cúmulo de aire hirviendo... pensó que sus ojos lo engañaban y que sus sentidos estaban confundidos... tanto que permaneció quieto, esperando el ACV y la llamada hacia la dimensión de los muertos... la soledad a veces confunde paraísos con infiernos... pero en verdad, sus sentidos estaban en lo cierto... el aire hervía delante de sus narices, produciendo ondas como si se tratase de sentimientos...

algo lo empujó hacia adelante y sin quererlo tocó el fenómeno en crecimiento... y al hacerlo... lo atrapó algo semejante a un viento, aunque él, en lo íntimo, pensó en un agujero negro, sin darse cuenta que en realidad se había abierto un portal donde se quebraba el espacio-tiempo, donde la luz se separaba, y donde la realidad modificaba lo conocido induciendo hacia otro concierto...

ya no estaba en el pasillo... 

ya no estaba en su espacio conocido...

aparentemente, no había muerto, ni tampoco había sufrido el esperado ACV...

allí se dio cuenta que ya no respiraba... estaba como desprendido pero aún con su cuerpo... pero podía ver el alma, la propia, como si se mirase en un espejo... más aún, estando desprendido, podía percibir su espíritu y escuchar los sonidos de todos silencios... había luz hasta donde sentía lo cierto, y más aún, no notaba nada del entorno como dudoso e incierto... allí tomó consciencia que ya no caminaba y simplemente, se movía mediante el pensamiento... elevándose hasta ningún techo... descendiendo hasta el fondo de ningún océano...

sí, había salido de su tiempo... y estaba en otro contexto...

sintió algo semejante a un hilo atrayéndolo... llevándolo hacia un espacio paralelo... y decidido, lo siguió sin sentir curiosidad ninguna, simplemente porque su consciencia le indicaba la necesidad de hacerlo...

de pronto, vio su vida entera como un rollo girando... y al mismo tiempo... vio el mundo que había dejado atrás... vio las gentes en sus gracias y en sus tiempos... vio incluso gentes de otros tiempos, egipcios, romanos, griegos... no entendía pero al mismo tiempo, comprendía perfectamente que no estaba muerto, porque hasta podía sentir que estando desprendido, conservaba el cuerpo...

se le acercó un ángel... el ángel no habló... pero el escuchó lo que decía en su propio pensamiento...

te he mostrado el umbral... estás aquí cruzando el portal... protegido de cualquier alteración en cualquier acontecimiento... todo está escrito, hasta cada uno de tus cabellos... el volumen del aire que has respirado y hasta cada uno de tus sueños... ¿sientes paz?... toda... bien, dijo el ángel... sígueme que te enseñaré cómo es esta geometría... y de pronto vio la Tierra entera depositada en la palma de la mano de otro ángel... tampoco se sorprendió... el ángel agrandó la Tierra y pudo ver su vida así como otras vidas e historias...

el primer ángel dijo: "allí mezclamos destinos en un único espacio-tiempo" pero al quitarte de la luz, te ves abstraído de tu tiempo, en un espacio contiguo, superpuesto... aquí moran los espíritus, esos que ustedes llaman muertos, pero que en verdad están vivos, porque allá abajo todo lo que se respira no es más que un sueño...

sintió que eso era bueno... y no regresó...

nunca hallaron su cuerpo...

lo declararon desaparecido... de aquel que había sido su tiempo...
FEBRERO 16, 2015.-

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