sábado, 13 de febrero de 2016

DEJEMOS DE APAGAR LAS LUCES ▲ Cartago: frente al terrorismo más cultura >> África no es un país >> Blogs Internacional EL PAÍS

Cartago: frente al terrorismo más cultura >> África no es un país >> Blogs Internacional EL PAÍS



Lola Huete Machado



África no es un país

"Salvo por el nombre geográfico, África no existe", decía Ryszard Kapucinski. Y sí, desde Europa, acostumbramos a simplificar su realidad hasta hacerla una y pobre, catastrófica y dependiente. Pero África es un continente: 55 países, mil millones de personas, multiplicidad de mundos, etnias, voces, culturas... África heterogénea y rica contada desde allí y desde aquí. Un blog coral creado y coordinado por Lola Huete Machado.

SOBRE LOS AUTORES

Lola Huete MachadoRedactora de El País y El País Semanal desde 1993, ha publicado reportajes sobre los cinco continentes. Psicóloga y viajera empedernida, aterrizó en Alemania al caer el muro de Berlín y aún así, fue capaz de regresar a España y contarlo. Compartiendo aquello se hizo periodista. Veinte años lleva. Un buen día miró hacia África, y descubrió que lo ignoraba todo. Por la necesidad de saber fundó este blog. Ahora coordina la sección Planeta Futuro.
Chema CaballeroChema Caballero. Llegó a África en 1992 y desde entonces su vida giró en torno a sus gentes, su color y olor, sus alegrías y angustias, sus esperanzas y ganas de vivir. Fue misionero javeriano y llevó a cabo programas de educación y recuperación de niñ@s soldado en Sierra Leona durante dos décadas, que fueron modelo.
José NaranjoJosé Naranjo. Freelance residente en Dakar desde 2011. Viajó al continente para profundizar en el fenómeno de las migraciones, del que ha escrito dos libros, 'Cayucos' (2006) y 'Los Invisibles de Kolda' (2009), que le llevaron a Marruecos, Malí, Mauritania, Argelia, Gambia, Cabo Verde y Senegal, donde aterrizó finalmente. Le apasiona la energía que desprende África.
Ángeles JuradoÁngeles JuradoPeriodista y escritora. Trabaja en el equipo de comunicación de Casa África desde 2007. Le interesa la cultura, la cooperación, la geopolítica o la mirada femenina del mundo. De África prefiere su literatura, los medios, Internet y los movimientos sociales, pero ante todo ama a Ben Okri, Véronique Tadjo y Boubacar Boris Diop, por citar solo tres plumas imprescindibles.
Chido OnumahChido Onumah. Reputado escritor y periodista nigeriano. Trabaja como tal en su país y en Ghana, Canadá e India. Está involucrado desde hace una década en formar a periodistas en África. Es coordinador del centro panafricano AFRICMIl (en Abuja), enfocado en la educación mediática de los jóvenes. Prepara su doctorado en la Universidad Autónoma de Barcelona. Su último libro se titula 'Time to Reclaim Nigeria'.
Akua DjanieAkua Djanie. Así se hace llamar como escritora. Pero en televisión o en radio es Blakofe. Con más de tres lustros de carrera profesional, Akua es uno de los nombres sonados en los medios de su país. Residente en Reino Unido, fue en 1995, en uno de sus viajes a Ghana, cuando llegó su triunfo televisivo. Hoy vive y trabaja entre ambos países. La puedes encontrar en su página, Blakofe; en la revista New African, en Youtube aquí o aquí...
Beatriz Leal RiescoBeatriz Leal Riesco. Investigadora, docente, crítica y comisaria independiente. Nómada convencida de sus virtudes terapéuticas, desde 2011 es programadora del African Film Festival de NYC. Sissako, Mbembe, Baldwin y Simone la cautivaron, lanzándose a descubrir el arte africano y afroamericano. Su pasión aumenta con los años.


mapa de África


Cartago: frente al terrorismo más cultura

Por:  09 de febrero de 2016
Por Hortense Hawa Djomeda (*)
Concebida por el crítico de cine tunecino Tahar Cheriaa y lanzada oficialmente en 1966 por el ministro tunecino de la cultura Chedli Klibila cita de Cartago era el “hermano gemelo” del Festival de cine de Burkina Faso, Fespaco. Pero, este proyecto que en palabras de Ibrahim Letaïef, tenía como objetivo “permitir a África crear su propia imagen frente a la cinematografía extranjera”, se fue apagando poco a poco bajo la dictadura de Ben Ali. 
Las Jornadas Cinematográficas de Cartago (JCC) siguen siendo la manifestación cultural más antigua de este tipo en África y se ha convertido en un evento anual a la vez que retoma su espíritu militante de los orígenes. 
Jcc-2015-journées-cinematographes-de-carthage
Dejemos de apagar las luces”, rezaba la banda sonora de la edición 2015 del festival, como algo premonitorio de los atentados que golpearon de lleno el corazón de Túnez el día 24 de noviembre, tres días después de que empezara el evento, que duraría hasta el día 28. A pesar de tan terrible acontecimiento, los organizadores decidieron no “apagar las luces” y seguir con la programación de esta cita de cine arabo-africano, que según su director intenta “volver a afianzar el festival en su identidad de origen”. Esta decisión tiene aun más valor cuando nos damos cuenta de que, como recuerda y lamenta el actor, guionista y realizador tunecino Moncef Dhouib, en Túnez hay cinco mil mezquitas y veinte mil cafeterías pero sólo doce salas de cine.

Los organizadores decidieron no dejarse impresionar por la amenaza terrorista. También probaron esta nueva audacia reivindicada al proyectar en primicia Much Loved, la película del realizador marroquí Nabil Ayouch, lo que convirtió a Túnez en el primer país del Magreb en atreverse a proyectar una película censurada en todos los países de Oriente Medio y del Magreb. Una historia cándida y gráfica de la vida cotidiana de cuatro prostitutas en Casablanca, a la que el jurado consideró merecedora del Premio del Jurado. 

A pesar del toque de queda y el estado de emergencia decretados por el Gobierno, el festival siguió adelante, con un simple anuncio en su página web, informando de que la cultura y el cine seguirían adelante. Incluso antes de los ataques terroristas, la edición de 2015 había sido presentada como una celebración de los valores y la fuerza de la cultura triunfando sobre el terrorismo. Valores que se trasmitieron a través de películas sobre feminismo árabe, viajes por los asentamientos palestinos de la mano de un soldado israelí escondido en el maletero de un coche, la vida de una madre soltera divorciada iraní o la de un activista político tunecino encerrado en un hospital psiquiátrico. 
El público pudo así descubrir muchas películas recientes en las secciones del festival, entre las cuales destacaron algunas primicias árabes, africanas e internacionales en la competición oficial de largometrajes cuyo jurado estuvo presidido por el marroquí Noureddine Sail, director general del centro cinematográfico marroquí y vicepresidente del Festival Internacional de Cine de Marrakech.  
Además, muchas otras secciones componen la competición, como la de los cortos, el primer largometraje, documental o promesa para las obras de estudiantes de escuelas de cine. Las “selecciones paralelas” (fuera de concurso) reagrupan diferentes ciclos: panorama del cine tunecino, cine del mundo, películas premiadas en el Fespaco en presencia de sus realizadores, otras de la selección 2015 del festival de Berlín, cine argentino, italiano, etcétera.Tampoco faltaron los homenajes a  Manoël de Oliveira, el gran realizador portugués y a mujeres como Faten Hamama, la primera presidenta del jurado de las JCC en 1978, Asma El Bakri, Nabiha Lotfi y las actrices Maryem Fakhredine y Maali Zayed o a Assia Djebar (escritora argelina y miembro de la Academia francesa). 
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Assia Djebar, una de las homenajeadas en Túnez / Wikimedia
Desde el estallido de su reciente revolución y con el Premio Nobel de la Paz que fue otorgado al Cuarteto para el Diálogo Nacional Tunecino por su “contribución decisiva a la construcción de una democracia plural” en octubre de 2015, pasando por los terribles atentados de Susa y del Museo del Bardo, Túnez se ha convertido en un faro vacilante de democracia y cultura en el mundo árabe y el continente africano. 
Este festival, que nació cuando la lucha por la emancipación del continente africano estaba a la orden del día, daba entonces ejemplo de su africanidad otorgando el primer premio (Tanit de Oro) al que todo el mundo está de acuerdo en considerar como el “padre” del cine africano, el senegalés Ousmane Sembène. Y sí, que la cultura puede ser un arma contra el terrorismo, se demostró de sobra en la edición 2015 de las Jornadas Cinematográficas de Cartago. Ojalá sea esto el principio de una nueva era para Túnez, cuatro años después de que estallara la Revolución de los Jazmines, y que el país pueda volver a la senda de una verdadera democracia tras cinco años de transición caótica. 
(*) Hortense Hawa Djomeda es togolesa. Aterrizó en España en 1989 gracias a una beca de la AECID. Estudió traducción y también se especializó en comunicación política e institucional. Además de traductora, escribe y suele participar en conferencias y encuentros sobre literatura africana y la realidad socio-política del continente africano. Inquieta, curiosa, apasionada de la cultura en todas sus formas.

el dispensador dice: sólo el ser humano puede salvar al ser humano... sólo el ser humano puede conceder valor al amor como puente, como factor de unión, como vínculo sostenido o efímero... sólo el ser humano puede conceder valor y sentido a una justicia humana equitativa a las víctimas así como a los victimarios... sólo el ser humano puede conferir sentido a las circunstancias culturales en los tiempos respirables que deben enfrentar el devenir de un "mañana necesario", tanto para el individuo como para el núcleo social motor de los encuentros...

esta civilización humana ha dejado de ser tal para apagar sus luces... poniendo en tela de juicio su continuidad como raza tangible...

mientras la mayoría humana (99%) navega en un mar de dulce de leche repostero, donde las quillas no avanzan y donde los remos se pegan para no habilitar el giro... menos de un uno por ciento disfruta de bienestares que son en sí mismos inaceptables e injustificables... ejerciendo un terrorismo cultural que se va devorando el sentido de la existencia, así como la esencia de la condición humana en sí misma...

los bancos no agregan valor a la condición humana, sus monedas tampoco... antes bien restan valor a la existencia...

el poder en cualquiera de sus formas no agrega valor a la condición humana ni tampoco contribuye a acrecentar su calidad, antes bien fragmenta y extermina para beneficio de pocos...

el mundo humano depende de un poder oculto que está pudriendo el sentido de la vida de cada quien... sosteniendo la falsa importancia de lo que se compra y se vende, cuando en realidad, todo lo que tiene precio no sirve para nada más que para deformar la consciencia de las partes involucradas e intervinientes...

el laberinto en el que está inmersa la humanidad es al mismo tiempo un desfiladero desde donde el poder arroja piedras a los condenados mortales que se van cayendo de un sistema perverso que tiene hambre dinosauresco desesperado... matar por matar... comer por comer... 

la urgencia no es buena consejera... el apuro mucho menos... y el problema global es que la sociedad humana está hoy envuelta por ambas... urgencias y apuros... pero sin vida. FEBRERO 13, 2016.-

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