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Serge Gruzinski: “La mundialización nació en España”
El reputado experto en Historia Global apuesta por una disciplina arraigada en lo local, en el presente y en la investigación, tanto en archivos como sobre el terreno
El historiador francés Serge Gruzinski en 2017
Serge Gruzinski es un historiador de referencia de la llamada historia global, que intenta mirar al mundo tal como es, sin las gafas de los relatos nacionales. En¿Para qué sirve la historia? (Alianza Editorial, 2018), Gruzinski ofrece una síntesis de su visión: una historia global, sí, pero arraigada en lo local y en el presente; centrada en la investigación en archivos y sobre el terreno, pero también en la manera de enseñarlo a las nuevas generaciones de esta Europa mestiza y cosmopolita, y a la vez amenazada por los repliegues nacionalistas. Gruzinski parte en el libro de experiencias concretas, por ejemplo la de colegas suyos en una escuela de Murcia, donde el reto para los profesores consiste en enseñar una historia común a alumnos de origen diverso.
PREGUNTA. ¿Cómo explica Murcia la historia global?
RESPUESTA. No explica la historia global, pero para mí es una especie de detonante. No hago historia global porque pueda estar de moda. La historia global responde a situaciones reales que, como historiador y profesor, encuentro en Francia, Europa, América Latina. Cuando hay una población como Murcia, donde viven castellanos de origen, indios ecuatorianos y personas del Magreb, ¿qué historia les enseñamos? Yo soy de Roubaix, en el norte de Francia, donde la población en las escuelas es, en el 70%, de origen magrebí y musulmana. Ya no se puede enseñar la historia como antes. Es una urgencia social absoluta: no podemos educar a la población con modelos del siglo XIX.
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P. ¿Los Estados necesitan un relato o novela nacional?
R. Lo necesitaron en el siglo XIX. Francia, la República, se creó y se construyó al mismo tiempo que este relato nacional. Los otros países europeos también. No funcionó demasiado bien para España, aunque esta es otra cuestión. Pero pensarse como nación es propio del siglo XIX y de principios del XX. El problema es que, si esto tenía un sentido en 1870, hoy, en un contexto de globalización, resulta no sólo absurdo sino arcaico.
P. ¿Qué papel tiene la historia en los actuales conflictos políticos e identitarios en España?
R. Es difícil para un francés juzgar España. Su gran contribución a Europa es la historia extraordinaria, penosa y trágica, de sus relaciones con América. La península Ibérica ha sido incapaz de explicar al resto de europeos la importancia de sus vínculos con otras partes del mundo como América Latina.
P. ¿Por qué esta incapacidad?
R. El regionalismo, la división de España en entidades que reivindicaban, cada una, su pasado y su historia, no ha facilitado la toma en consideración de este pasado. También está, claro, la herencia del franquismo. El hecho de que el franquismo utilizase todo este pasado iberoamericano para construirse ideológica y políticamente es un hándicap. Ahora bien, tampoco es que los historiadores franceses, alemanes o italianos hayan contribuido demasiado a una historia europea.
P. Sostiene que la mundialización actual es ibérica: nace en el siglo XVI con España y Portugal.
R. Sí, la mundialización nació en España. Esto significa que hay una responsabilidad histórica fuerte, y que la prioridad debe ser explicar este proceso porque lo que vivimos hoy forma parte de este siglo XVI ibérico. Yo vivo en el distrito 15 de París, donde las poblaciones se mezclan, o no. El hecho de convivir con personas que llegan de otros continentes, esto viene del mundo ibérico, de los portugueses y españoles que crearon ciudades donde había personas de África, de Europa, de América y de Asia. Hay muchas cosas en nuestro mundo contemporáneo que se pusieron en pie bajo el dominio ibérico y como reacción a este dominio. Si queremos entender nuestro presente como europeos, hay que pasar por el mundo ibérico. El problema no es saber si España fue entonces el faro del mundo, o si fue un verdugo monstruoso que destruyó las Indias, sino saber qué ocurre cuando empieza un proceso de mundialización, qué implica, y qué hemos heredado hoy.
P. ¿Se puede hacer historia global sin un punto de vista determinado?
R. No. La historia global siempre parte del ámbito local. Yo, estando en París, me intereso por la historia de México, Brasil y España, y lo hago con relación a la realidad en la que vivo. Intento entender un mundo que se globaliza, y para entenderlo, si viajo al siglo XVI, debo ir a España, Portugal y sus territorios, pero a partir de una problemática local.
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