LAS MANDARINAS DE ALICIA
el dispensador dice:
Alicia me habló de mandarinas,
un Sol iluminando semillas,
germinantes y giberelinas,
cáscaras con profundas fragancias,
pensamientos vagando entre extravagancias,
cobijados bajo sombras de ansias,
de asistir al paso del tiempo,
junto con sus estancias...
siento a las mandarinas,
tanto como a las naranjas amargas,
los limoneros de las cuatro estaciones,
los pomelos y sus tegumentos,
esencias de sentimientos,
agrios algunos pensamientos,
dulzuras de muchas gracias y sus vientos...
vínculos cítricos eternos,
que curan nuestros inviernos,
alcanzando primaveras,
ofreciendo los azahares,
que llenan espacios inmensos,
con perfumes y conciertos,
plenos de aves del paraíso,
colibríes de vuelo incierto,
pasan raudos al lado nuestro,
enseñando el camino,
de aquel aleteo manifiesto,
imperceptible en sus gestos,
cálido en sentimientos...
es para mi la mandarina,
algo que me puede,
me atrae y me contiene,
me transporta a otros momentos,
de soledades sin tiempos,
de observaciones aletargadas,
entre tardes y quebradas,
donde abandono mi cuerpo,
para mirar el mundo desde afuera,
elevando los corazones,
que no atienden a cualquiera...
suelo llevar en mi mano,
aquella incierta mandarina,
qué colores ofrece la citrina!,
para el que entiende de colores,
algo hay en esas cáscaras,
que desprenden a quien las rasga,
enseñándoles aquella ventana,
donde vibran los regresos,
donde se prescinde de huesos,
pero se consiguen las fragancias,
esas que transportan la vida,
hacia donde se respira la calma...
algo me une a los cítricos,
algo que no puedo explicar,
algo para lo que no encuentro palabras,
suelo sentir lo mismo,
cuando me acerco a las palas,
para cavar la tierra tan amada,
contenida por mi alma,
descubriendo algunas papas,
hinojos y las batatas,
contienen sentimientos extraños,
jugos de eternas savias,
que conjugan pensamientos,
con sabidurías sin labias...
necesito andar descalzo,
sintiendo la tierra en mi planta,
es en ese momento,
confluencias del alma,
donde recupero mi paz, mi calma,
soy parte del fruto,
sus jugos y cáscaras,
no suelo tirar nada,
me recuperan de las estocadas,
esas que atraviesan el cuerpo,
proviniendo de almas negadas,
que viven de la soberbia,
y de humildades tragadas...
entre mandarinas y bananas,
se pasan mis días iguales,
las frutas son bendiciones,
cuyos néctares no pasan,
muchas contienen ideas,
otras ofrecen miradas,
si permaneces en silencio,
escucharás sus palabras,
idiomas ininteligibles,
que emanan de la tierra vibrante,
allí hay música de ancestros,
que nos nutren en abundancia...
genialidades tiene Alicia,
entre palabras y pinturas,
paletas sin espesuras,
telas sin sensuras,
sendas de las hermosuras,
quizás ella no lo sabe,
pero una palabra justa,
transmitida entre los afectos,
amistades y otros gestos,
puede abrir ventanas,
hacia las dimensiones sin tiempo,
y eso es lo que he hallado,
naranjos, mandarinos y sus hados,
un ave del paraíso y su recado.
el dispensador: las mandarinas de ALICIA. Septiembre 11, 2010.-
DEDICADO A: Alicia María Abatilli y su país. http://enelpaisdealiciamaria.blogspot.com
por las dudas quiero decirte,
investigando las estirpes,
que muchas sabidurías se pierden,
por no atender la lectura,
no ser observador de mensajes,
no escuchar otras locuras,
por ello anota en alguna parte,
que las naranjas amargas,
esas mismas que nadie quiere,
que se pudren entre olvidos,
sirven para muchas cosas,
entre ellas para consumir cataratas,
esas que nublan miradas,
negando aquellas mañanas,
donde no alcanzaban las ventanas,
alcanzando distancias lejanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario