sábado, 7 de julio de 2012

ONDAS || El sonido de la naturaleza | elmundo.es

El sonido de la naturaleza | elmundo.es

VER DE OÍDAS


Carlos de Hita


Las apariencias engañan. En el silencio de la noche, en la oscuridad perfecta de una caverna, parece que nada se mueve salvo, a veces, las formas de los murciélagos revoloteando entre las sombras. Pero la utilización de determinados medios técnicos de escucha abre un mundo sorprendente, llenos de chasquidos, chisporroteos, pitidos y susurros: son los ultrasonidos de los murciélagos, la más sofisticada forma de navegación conocida, basada en el análisis del eco para concebir el espacio.

Es muy difícil siquiera suponer cómo es la “visión” sonora de un murciélago. En medio de las tinieblas, a menudo en lugares intrincados, llenos de obstáculos, bailan su vals dirigidos por los ecos que reciben en respuesta a su propia voz, emitida en frecuencias ultrasónicas. Por la nariz o por la boca, según las especies, lanzan haces de ultrasonidos y escuchan el eco de los objetos que se interponen; el cerebro integra esas señales y construye una imagen sonora tridimensional, en movimiento. Es el bien conocido sónar de los murciélagos, el sistema de navegación por el que el animal oye el entorno por los ultrasonidos que él mismo emite. Es como si nosotros sólo viésemos lo que nos rodea a través del haz de una linterna.

Por definición, un ultrasonido es inaudible. El oído humano, uno de los más agudos y sensibles del reino animal, tiene como límite de escucha los 20 kiloherzios, lo que en términos de tono corresponde a un sonido tan agudo como un alfilerazo en el oído. Para superar ese umbral en el que se abre el mundo sensorial de los murciélagos, necesitamos recurrir a medios técnicos muy específicos. Se trata de captar el ultrasonido y, por diferentes vías, convertirlo a frecuencias audibles. La jerga habla de receptores heterodinos, división de frecuencias o expansión temporal de la señal. Pero para hacernos una idea, por analogía, el proceso es similar al que se hace con la fotografía de luz infrarroja, donde las frecuencias invisibles viran al rojo chillón.

Utilizando estas técnicas se puede oír la estructura de la señal de un murciélago y obtener mucha información sobre su vida en una oscuridad cargada sutilezas. Hay especies que emiten sus haces ultrasónicos en frecuencias tan bajas que resultan audibles en parte como pulsos muy agudos, casi escupidos en el aire. En estas franjas oyen los nóctulos, los murciélagos hortelanos y, a veces, los murciélagos enanos, los más abundantes de la fauna voladora nocturna.


Foto
Un murciélago enano en vuelo.

Otras, la mayor parte, emiten en torno a frecuencias claramente ultrasónicas, en rangos comprendidos entre los 40 y 60 khz. En ese margen resuenan los chasquidos y gorjeos de murciélagos ratoneros y ribereños. Y en el ultrasonido lejano, por encima de 80 y hasta 120 khz, se propagan las llamadas en frecuencia modulada de los murciélagos de herradura, los gigantes entre la familia de los microquirópteros.

En futuras entregas de este audioblog volveremos sobre este mundo desconcertante. Pero por ahora nos conformaremos con escuchar esta otra cara de la serenidad de la noche.

NOTA. Las frecuencias muy altas, por encima de 12 o 15 khz, pueden ser inaudibles para un oído ya gastado o para los altavoces integrados de un ordenador. Algunas de las voces de los murciélagos que chillan en esta pieza suben por encima de tales valores, por lo que es posible que personas con mal oído -o con malos altavoces- no puedan escucharlos.


el dispensador dice:
cuando te detienes,
cuando no te entretienes,
cuando alertas las sienes,
descubrirás que los silencios se sienten...


sea en el monte,
sea en la selva,
sea en el llano,
o en el fondo de la huerta,
verás que los silencios despiertan,
tanto como te alientan,
cuando las vendas ciegan,
prudente es andar a tientas...


vas andando por un sendero de selva en altura,
te alejas un poco adentrándote en la espesura,
y prestando apropiada atención,
verás que el silencio no existe,
y que afinando los sentidos,
comienzas a diferenciar,
aves, insectos, algo que se mueve,
y si aún permaneces allí cuando llueve,
comprobarás que todo se modifica,
que los silencios se irritan,
y que si das un paso, todo se aquieta,
para volver a comenzar,
en cuanto el silencio regresa...


cuando más subes,
más cambian los rangos de los silencios,
a veces movidos por el viento,
otras empujados por extrañas alteraciones de los aires,
fríos y calientes mezclados en una misma corriente,
pero donde la naturaleza nunca calla,
siempre hay algo que llama,
que convoca la atención,
y verás que no hay razón,
para esquivar las miradas...


son curiosas las existencias,
cada una con sus excelencias,
existen químicas de consciencias,
tanto como sonoras esencias,
lo que rebota con forma,
suele evidenciar su horma,
cuando la huella da forma,
lo que le sigue es la sombra.
JULIO 07, 2012.-

No hay comentarios: