Lunes 02 de julio de 2012 | Publicado en edición impresa
"Aprender a pensar matemáticamente permite tomar decisiones razonables"
Lo afirma Luis Caffarelli, considerado uno de los más destacados matemáticos argentinos de la historia
A pesar de que vive y trabaja en los Estados Unidos desde hace casi cuarenta años, Luis Caffarelli, considerado uno de los más destacados matemáticos argentinos de la historia, no perdió nada de su acento porteño. Sencillo y cálido, sonríe con frecuencia, y especialmente cuando bromea acerca de la imagen estereotipada que existe de la matemática entre los no iniciados.
Caffarelli, que en mayo fue honrado con una de las distinciones más prestigiosas del mundo científico internacional, el Premio Wolf (que también se le otorgó a Stephen Hawking) y acaba de recibir un doctorado honoris causa de la Universidad de Buenos Aires, sostiene que este malentendido lleva a olvidar que esta ciencia, al contrario de lo que se cree, no trata simplemente de números y operaciones, sino de conceptos, y es una forma de analizar la realidad.
"En ese sentido, las olimpíadas me parecen una gran idea, porque ayudan a mostrarles a los jóvenes los aspectos más desafiantes de la matemática -dice-. Y una persona que aprende a pensar matemáticamente piensa distinto en todos los órdenes de la vida. Por ejemplo, desarrolla una intuición para estimar si le conviene más una recompensa pequeña, pero constante, o una grande, pero insegura o inestable. Hay mucha matemática en la vida cotidiana que nos ayuda a tomar decisiones razonables. Eso hace que los matemáticos sean recibidos con los brazos abiertos hasta en la escuela de leyes. Saben cómo alcanzar un alto nivel de abstracción, analizar un problema y obtener respuestas consistentes."
Nacido en 1948, Caffarelli estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires, obtuvo su licenciatura en la UBA a los veinte años (en dos años y medio) y el doctorado, también en la UBA, a los veinticuatro. En 1973, partió a la Universidad de Minnesota. Fue profesor en el Instituto Courant de Nueva York, en la Universidad de Chicago, en el MIT, y en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, entre otros. Actualmente, trabaja en el Institute for Computational Engineering and Sciences, de la Universidad de Texas, un centro interdisciplinario en el que también hay físicos, químicos, ingenieros... Investiga en temas de matemática pura, pero frecuentemente sus trabajos tienen interés para diferentes aplicaciones.
"Una de las cosas que tiene de bonito la matemática es que muchas de las ecuaciones que yo estudio se pueden usar en matemática financiera o en ingeniería", explica.
La ciencia actual, afirma, avanza pasando de la experimentación a los modelos matemáticos. "Por ejemplo, si uno quiere hacer un material compuesto -detalla-, como el de las raquetas de tenis o las alas de los aviones, primero se hacen los experimentos, luego el modelo matemático, que consiste en escribir ecuaciones diferenciales que describen cómo se deforma el material, y una vez que están las ecuaciones, hay que entender lo que dicen, para poder hacer simulaciones eficientes. La matemática puede decidir si esas ecuaciones son consistentes."
Y concluye: "La matemática es encantadora... siempre que alguien se tome el trabajo de explicarla en forma interesante. Es como el piano: si uno sólo se queda en tocar escalas, nunca llega a disfrutar de la música... Pero sin escalas tampoco llega a tocar una melodía".
el dispensador dice:
la filosofía comprende al número,
tanto como el número es parte de ella,
tan bueno es saber de huellas,
como de dameros en la tierra...
el número comprende esencias,
así como las esencias hacen al número,
todo lo que existe es ecuación,
como también álgebra de corazón.
bueno es reconocer las alquimias,
como las fórmulas y sus rimas,
siempre que se pretenda alcanzar la cima,
será conveniente apreciar a quien se inclina.
JULIO 03, 2012.-
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