lunes, 16 de julio de 2012

SILBIDOS || El sonido de la naturaleza | elmundo.es

El sonido de la naturaleza | elmundo.es


UNA CODORNIZ EN EL CENTENO


Carlos de Hita

Un paseo por el campo para ver animales es casi como un recorrido a ciegas. Con el oído percibimos claramente la presencia de las aves, los anfibios, los insectos. Pero todos ellos, y no digamos los mamíferos, tienen una frustrante resistencia a dejarse ver. Y eso es precisamente lo que sucede en este video: vemos el paisaje y escuchamos a la actividad de la fauna.

Los campos de centeno, los boscajes de la meseta al norte de la sierra de Guadarrama, en Segovia, suenan al caer de una tarde de verano. En el suelo, entre los tallos espigados del cereal, entre las gramíneas, no se ve a nadie. Pero por ahí ajea alguna perdiz, rebullen los grillos, las abejas y los saltamontes. En las copas de encinas y chaparras cantan, invisibles, abubillas, trigueros, pinzones y currucas mirlonas, entre otra gente emplumada. Hacia poniente la luz de la tarde es rojiza, cálida; tanto que las últimas nieves de la montaña de Peñalara están teñidas de rojo y los campos, en contraluz, parecen tintados. Pero si giramos la vista hacia el este los colores del cielo son azulados, fríos; como fría es la luz de la luna que asoma tras las montañas. Pero a medida que se apaga la luz el paisaje sonoro recibe un nuevo impulso. Un cuco señala que es la hora del cambio de guardia, justo cuando los mochuelos y cárabos llaman desde unas laderas cubiertas de monte. Cerca silba un alcaraván. Y la multitud de grillos redobla sus esfuerzos.





Vídeo y fotografía: Carlos de Hita.

Entretanto, ocultas en las hierbas, en las centeneras, tanto a la luz caliente del sol de tarde como bajo el halo de la luna, las codornices anuncian la buena cosecha con su triple nota melódica-¡buen pan hay!, ¡buen pan hay!, parece que dicen- . Aquí y allá, indiferentes al acoso de los cazadores, los insecticidas que exterminan su comida o las máquinas cosechadoras que les siegan su mundo, las codornices silban desde el centeno.
Centeneras alrededor de Berrocal, Segovia.




el dispensador dice:
no me alcanzan las distancias,
no me es suficiente el horizonte,
sigo silbidos tras los montes,
confundidos ecos llevan nombres...


ver a lo lejos me despeja,
sentirme bajo el cielo me despega,
ando vagando por el mundo,
portando sombra, sin dejar huella...


observo aves en soledades,
aprecio planeo de pedernales,
ando tras los santos griales,
todos son distintos, algunos axiales...


atento sigo los pasos,
de los silbidos en mis brazos,
hubo tiempo de traiciones,
donde ventajeaban falsos lazos...


hoy, no me guían las palabras,
ando libre de las cuadras,
todo aquello se labra,
sin el sentimiento en calma,
suele derivar en obra macabra...


y como de sentidos se trata,
nunca es bueno lo que se arrebata,
prefiero andar gastando distancias,
lo demás es fe de erratas.
JULIO 16, 2012.-

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