lunes, 5 de octubre de 2015

TEMPLO [मंदिर] Mandira


Thuk Je Che Tibet




LAS POSTRACIONES

Antes que nada, debemos saber por qué hacemos postraciones. No las hacemos para caerle bien a alguien más. No las hacemos para el Buda. 

Tales conceptos están totalmente equivocados. El Buda no es un dios de este mundo. Nos inclinamos para purificar todas las situaciones del pasado en las que no respetamos a los demás. 

Por estar interesados en nuestra propia satisfacción y en nosotros mismos cometimos muchas acciones negativas.

Las postraciones nos ayudan a comprender que existe algo más significativo que nosotros. De esta manera purificamos el orgullo que hemos acumulado durante innumerables vidas pensando: “Yo tengo razón,” “Yo soy mejor que los demás,” o “Yo soy el más importante.” Durante innumerable vidas hemos desarrollado orgullo que es la causa de nuestras acciones y hemos acumulado el karma que es una fuente de nuestro sufrimiento y de nuestros problemas.

La meta de las postraciones es purificar este karma y cambiar nuestra mentalidad. Las postraciones nos ayudan a fiarnos de algo mucho más significativo que nuestro orgullo y nuestro aferramiento al ego. De esta manera, por medio de una confianza y devoción absoluta, nos liberamos de todo lo que hemos acumulado debido al orgullo.

Thuk Je Che Tibet.



el dispensador dice:
después de tanto andar,
con la mentira en las espaldas,
con la traición en los hombros,
con el daño en las palabras,
los odios semejaban aguas agitadas,
que todo lo anunciaban,
aún a pesar de sostener la mirada...

después de tanto andar,
te quedaste sin templo,
te quedaste sin satuario,
te quedaste sin altar,
atada a las miserias,
que te impiden pensar...

después de tanto andar,
te das cuenta que no has dado un solo paso,
que estás envuelta en los ecos de fracasos,
que han convertido el ego... en un simple dado...
que cuando sube escaleras,
siempre conducen hacia abajo,
al inframundo inesperado,
donde el tiempo agobia,
y la luz se hace a un lado...

ten cuidado,
no se juega con la gracia,
ni tampoco con el destino dado...
no es cuestión de confesiones,
no es cuestión de comuniones,
el que no tenga su propio altar,
para girarlo y orarlo,
se encontrará aislado en el espacio,
buscando hacer en las palabras,
que le sirvieron para hacer daños...

no se regresa del futuro,
cuando se ha lapidado el pasado...

todo aquello que brilla... 
es necesario esquivarlo.
OCTUBRE 05, 2015.-

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