domingo, 25 de septiembre de 2016

LOCO SÍ, PERO NO DEMENTE ► [Henciclo] interruptor - Locos o tontos - la columna de H enciclopedia

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LA NAVE DE BRANT

Locos o tontos

Carlos Rehermann



Locos y tontos solían ser lo mismo: ignorantes. Estultos, estólidos, estúpidos, necios y orates no eran, sin embargo, idiotas. Idiotas habían sido, entre los griegos, y antes de que el significado virara hacia la bobera, quienes solo se ocupaban de sus asuntos privados, y no se interesaban por las cosas de la comunidad. Eran quienes se despreocupaban de la política.
Un alemán apellidado Brant, que no hablaba muy bien elidioma del país (era, en ese sentido, un poco idiota) puso en páginas la idea de que un barco tripulado y gobernado por necios (es decir, “que no saben”) va derecho a un lugar preciso: el país de los locos, Narragonia (literalmente “locolandia”). Los alemanes, siempre empeñados en molestar a Roma, disfrutaban con el doble significado de “nave”: el término vale tanto para designar un barco como para indicar el espacio central de la iglesia, compartido por el vulgo, la nobleza y la curia.
La idea dio material a pintores, poetas, cantores y dramaturgos. La metáfora de la nave sigue siendo una de las predilectas de los políticos iletrados y no pocos murguistas. Pero más que metáforas acerca de naves, la idea más exitosa ha sido la de la estupidez humana. El libro de Brant inaugura la locura como género diferenciado de la estulticia. El loco empieza su camino hacia la obtención del título de enfermo; en cambio, el estúpido asciende hacia el podio de victimario, que comparte con el príncipe. Justamente El príncipe de Maquiavelo es pocos años posterior al Elogio de la estulticia, de Erasmo, a su vez un par de décadas posterior al libro de Brant. La defensa del gobernante se imponía, ante su caída en la bolsa de los estúpidos.
Lo bueno del malvado, si uno se ve obligado a elegir, es que sus actos son previsibles. El malvado sabe, sabe lo que quiere y sabe cómo funciona el mundo y por lo tanto uno puede tomar ciertas precauciones. El necio, en cambio, tal como indica la palabra, no sabe; hará exactamente lo que no hemos sido capaces de imaginar, o lo que hemos descartado debido a su sinsentido.
Pero esta preferencia es aplicable, y no siempre, apenas a la vida cotidiana, y no, pongamos por caso, a la disyuntiva entre Trump y Clinton. El hecho de que podamos prever que Clinton va a asesinar a algunos mandatarios y va a desatar algunas guerras no nos pone a cubierto de las consecuencias; la incertidumbre acerca de lo que podría llegar a desencadenar Trump no es peor que la certeza del desastre que será Clinton. Y de saberlo no se sigue que podamos evitarlo.
En un período de unos treinta o cuarenta años se publicaron dos tratados sobre la estupidez, se inventó la palabra utopía, se fundó la ciencia política y el cristianismo se partió en dos. El clima espiritual de la época disparaba tanto un manual para el gobierno eficiente, un centenar de tesis contra la venta de indulgencias o críticas mordaces contra el conjunto de vicios que nos definen como especie. Todas estas producciones intelectuales tuvieron un éxito notable. Los libros sobre la estupidez, especialmente, merecieron numerosas ediciones. Y se trataba de una época en la que no abundaban los lectores.
Quienes compraban libros en aquellos tiempos no eran muchos, y la mayor parte de ellos estaban muy cerca del poder: curas, aristócratas y comerciantes. Todavía los lectores estaban muy lejos de las clases que se beneficiarían con la revolución del siglo XVIII, y a distancias infranqueables de quienes, un siglo más tarde, intentarían darle a Marx, ex post liber, la razón. Las revoluciones de aquellos tiempos se fundaban, en parte, en la culpa de quienes se sabían estultos y ansiaban redención o cura.
Casi cuatro siglos debieron pasar para que a alguien, esta vez lejos de la autoridad eclesiástica (como habían sido los casos de Brant y de Erasmo) se le ocurriera de nuevo acusar a otros de estúpidos. Pero entonces ya se desdibuja la diferencia entre  el tema de estudio y el autor: la estupidez cunde. El médico francés Charles Richet empieza su El hombre estúpido (publicado en 1919) explicando que los negros de África son estúpidos porque no tienen laboratorios de física ni tratados de moral. Más o menos igual les va a los “amarillos” y a los “pieles rojas”, todos ellos “representantes mediocres de la especie humana”. Este premio nobel de medicina estaba orgulloso de haber inventado la palabra anafilaxia, y era un devoto practicante de lo que llamaba “metapsíquica”, afición al ectoplasma que lo emparenta con Arthur Conan Doyle, Helena Blavatsky, Franz Mesmer y Tu Sam. Advertía George Stratton, psicólogo estadounidense de principios del siglo XX de escasísima fama, que el prejuicio racial es una de las señales de estupidez más difundidas en el mundo; se encuentra en todas las comunidades,  incluso en la de los sabios que acusan a otros de estúpidos.

Un húngaro concienzudo publicó, en la década de 1930, una Historia de la estupidez humana que llega a las 900 páginas. István Rath Végh era abogado y juez, pero su mayor virtud fue la extraña selección de asuntos que trató: escribió una historia del cinturón de castidad, otra de la infidelidad femenina, una del matrimonio y una de las supersticiones. Fue autor, además,  de tratados de leyes, y no evitó la narrativa. De su libro sobre la estupidez, que venía a enmendarle la plana al imbécil de Richet (sí: no llegaba a estúpido el pobre) su compatriota Paul Tabori robó las trescientas páginas que le darían fama y dinero.


Este otro húngaro emigraría a Gran Bretaña luego de escapar por los pelos, junto a su madre, rumbo a Londres, donde ya estaba instalado su hermano Georg, de la misma suerte que sufrió poco después su padre, asesinado en Auschwitz. Georg es ese nacionalizado alemán del que hemos sufrido algunas tropelías dramatúrgicas puntualmente financiadas por los servicios culturales alemanes, en tiempos anteriores a la penuria europea de hoy. (¡Cuánto hay que agradecer a la miseria que los europeos no sigan enviándonos sus genios! Pero por desgracia, pronto la prosperidad ha de volver al viejo continente y de nuevo recibiremos muestras de su más reciente arte dramático).
Pues bien, Paul Tabori copió casi todo lo que le cupo en 300 páginas del casi millar del libro de Rath Végh. Vendió muy bien, vivió de eso y los estultos que se aguanten. No es que sea un libro malo; es que es una copia, aunque no lo dice. Técnicamente un plagio, de todas maneras lo más interesante de todo esto es que Tabori, fiscal de los estólidos, al igual que Richet era un devoto fantasmólogo. Fue el administrador de la herencia de Harry Price, notable estafador espiritista, lo cual no deja de llamar la atención: ¿por qué este intelectual políglota, fugitivo de los carniceros nazis, lo mismo que el racista premio Nobel de la inmunología, tenían esa predilección por el ectoplasma y al mismo tiempo esa preocupación por la estupidez?
El loco empieza a ser estúpido cuando deja de ser consciente de su locura. El buen loco, el loco de buena calidad, siempre, además de serlo, se hace un poco el loco.
Fingir es parte de nuestra dolencia; no podemos evitarlo.
Pero el estúpido no entiende por qué sonríe la gente cuando él aparece en escena. Quizá nuestro tiempo se distinga de los años de la Reforma en que volvemos a dejar de distinguir entre el necio y el loco. No es fácil saber si toda esta gente que nos gobierna es tonta o es orate. Sus expresiones vacías parecen indicar estulticia, pero sus actos ladinos hablan del típico fingimiento del loco.
En la nave de los necios de Brant no solo viajan los estúpidos. Viajamos todos. Quizá el lector nunca navegó en una nave donde viajara también un estúpido, y por eso lo noticiamos: lo que ocurre, indefectiblemente, es que en una nave donde viajan novecientos noventa y nueve sensatos y un necio, es que más temprano que tarde el necio es nombrado capitán.  Por qué ocurre esto no se sabe, a pesar de los estudios de Rath Végh y de Tabori. Pero es inevitable.
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el dispensador dice: a sí, Henciclo es obra del genio uruguayo... allí hay mucho genio de perfil bajo, porque ser genio no habilita a la medalla, ni al beso, ni al aplauso... alcanza con ser reconocido por el silencio que revuelca el viento mientras lo vas atravesando... ser loco habilita a decir lo que se piensa... si te lo guardas puede que pierdas la paciencia... ser loco no implica ser demente, a veces la espera te enseña a valorar a aquel que es prudente... algo anda mal en este mundo humano, hay demasiadas urgencias sobre un mismo atrapado, y al mismo tiempo hay demasiados apuros que deforman lo que los mensajeros te han señalado... cuando te corre la vida... ni siquiera divisas tu mañana necesario, porque vives atado a las consignas del tiempo escurrido y del otro que ya ha pasado... entonces no vienes... entonces niegas haber estado... buscas excusas que te habiliten a seguir soñando, sin siquiera ser consciente que no has despertado...

a mí sí que me han puteado... aún cuando comían de mis manos... sin hacer el mínimo esfuerzo por verse reivindicados... cuando la vida te llueve con sus gracias y los privilegios que otros te han dado, terminas creyéndote Dios de un mundo inexacto, y entonces reclamas y echas culpas al inocente ocupado, del cual comes y al que andas traicionando, diciéndole una mentira para que no se dé cuenta que lo has estado engañando, con otras mentiras que ya se vienen acumulando... y cuando la montaña crece la alfombra ya no tapa la basura que se ha juntado, entonces aparecen las ratas a devorar los desechos de lo que vienes arrojando.. y de pronto alguien despierta y ve lo que las huellas y las sombras han conjugado, y sale del capullo para ver qué es lo que viene sucediendo, o qué es lo que ha pasado... y todo está allí a la vista de la víctima tanto como de su victimario... cuando se quiebra la confianza no hay futuro que pueda repararlo... miré hacia los costados y me sentí despojado... al ver los eslabones rotos de pronto me sentí liberado... ninguna palabra tapa el SOL con las manos... ninguna mentira escuda la herida del lanzazo... una vez que el alma fue lastimada no hay vuelta hacia el pasado, sólo en el adelante puedes recuperar la cicatriz que ya venías portando...

loco sí... no demente, aunque tal vez desquiciado... cuando descubres la mentira también lo haces con el engaño, entonces no regresas ni a la geometría ni al ángulo, porque donde se quiebra el cristal, lo que sigue es el punto donde todo está congelado, detenido o quemado, ya es igual cualquiera de los resultados, mucho más cuando el infierno te tiene capturado... y sientes que te quemas por vos mismo y por tus daños... todo vuelve aunque no te lo hayas esperado... la soberbia deforma la lente que mantiene los ojos nublados... ahora lloras y dices que el culpable está en otro lado, pero sucede que fuiste tú quien negó la culpa del aliento regalado... no se insulta la inteligencia del otro en su presente... pero tampoco se insulta la conciencia del prójimo en su pasado... porque eso significa colocar al futuro su candado...

ser tonto me habilita a andar descalzo... siento el camino por mis sensibilidades de loco descamisado... conozco la voluntad en la que me resguardado... conozco el esfuerzo por haberlo sudado... y no me arrepiento de la distancia ni tampoco de lo que me trajo... no miro hacia atrás porque conozco la campana del carajo... cuando suena es que el palo mayor viene oscilando... no hay proa cierta cuando el mar anda revuelto y el sotavento te obliga a repensarlo... ¿sabes navegar?, ¿tienes barco?... ser capitán no da lugar a estar pintado... exige presencia y disciplina de saberse custodiado por el propio espíritu y por el ángel que camina a tu lado...

ser tonto me habilita a no tener vergüenza del pasado... porque nada me ata a la mochila de los que andan caminando sus caminos aún cuando corriendo me estén superando... no corro por mi vida ni por las de aquellos que me hayan señalado... sólo camino el tiempo que me han concedido para andar respirando... te escribo para que alguna vez te cruces con el pañuelo capturado, cuando las lágrimas se secan, es que las heridas ya han curado... y cuando eso sucede, sólo te enfrentas a tu mañana necesario... y para que llegues a él, debes salir a buscarlo. SEPTIEMBRE 25, 2016.-


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