El gran golpe de mano del Día más largo
La osada captura del paso sobre el canal de Caen por fuerzas aerotransportadas británicas aseguró el flanco izquierdo de la invasión de Normandía en 1944
El puente Pegasus, objetivo de los Aliados el Día D. WAR TOPHAM PICTUREPOINT
MÁS INFORMACIÓN
Comparado con los espectaculares puentes de Remagen y el río Kwai, el Pegasus puede parecer poca cosa. Pero su épica, pelín de bolsillo en el cinemascope de la Segunda Guerra Mundial, es sin duda similar. Además, a diferencia de sus dos hermanos mayores, el puente Pegasus, en el canal de Caen, en Normandía, junto a Bénouville, existe y se lo puede ver, e incluso cuenta con un café, el famoso Café Gondrée, desde el que la Resistencia francesa espiaba a los alemanes en plan Allo, allo, pero sin bromas. Recordemos que el puente de Remagen se hundió en el Rin y el del río Kwai que todos tenemos en la cabeza es una criatura de ficción, aunque basada en puentes reales del Ferrocarril de la Muerte —uno de los cuales se postula torticeramente como el de la película—.
Pegasus, que no tenía nombre y pasó a llamarse así tras su captura en honor del emblema del caballo alado, que era el distintivo de las fuerzas aerotransportadas británicas de boina roja que lo tomaron (boina e insignia los diseñó la novelista Daphne du Maurier, a la sazón esposa del general de esas fuerzas), es un puente pequeñito, de 45 metros, anodino, del tipo basculante, construido sobre las aguas quietas de un canal que discurre hacia el mar paralelo al río Orne. Sobre dicho río, existe en las cercanías del Pegasus, a 400 metros, camino de Ranville, un segundo puentecito, bautizado Horsa (también a posteriori, por el tipo de planeadores empleados), cuya peripecia bélica está vinculada indisolublemente al primero.
La historia del puente Pegasus durante el Día D, el 6 de junio de 1944, la invasión por los Aliados de la Francia ocupada por los alemanes, la revancha de Dunquerque si se quiere, es una de las más icónicas de aquella jornada rica en episodios inolvidables, desde la nevada de paracaidistas de la 82ª Aerotransportada sobre Sainte-Mére-Église, hasta el terrible, spielbergiano desembarco en la sangrienta playa de Omaha, pasando por el asalto a las baterías de Pointe du Hoc por los Rangers del coronel Rudder. De hecho, la toma del Pegasus, primer combate del Día D (empezó a las 00.16), forma parte del imaginario del coraje británico (que ya se sabe que es el mejor narrado), a la altura de la defensa de Tobruk o de los héroes de las cáscaras de nuez (los comandos en kayak que atacaron el puerto de Burdeos). "No era un puente cualquiera y la lucha que se desató para hacerse con él no fue una batalla cualquiera", resumió el historiador Stephen Ambrose (el autor de Hermanos de sangre), que escribió la emocionante y pormenorizada crónica canónica del episodio, El puente Pegasus (Inédita, 2004). “Fue una operación en la que los británicos dieron lo mejor de sí”, estableció el estadounidense, asesor de Salvar al soldado Ryan.
La captura del puente Pegasus (con el vecino Horsa los dos únicos puntos de cruce de las aguas del Orne a lo largo de la carretera costera normanda) se consideró esencial para asegurar el flanco izquierdo de la invasión y proteger el desembarco en la playa de Sword de un contraataque de las fuerzas acorazadas alemanas. Para tomar intacto el puentecito, defendido por fuerzas de infantería y artillería alemanas, se decidió enviar una unidad de élite aerotransportada que debía hacerse con él en un golpe de mano, utilizando el factor sorpresa, antes de que los alemanes lo volaran, y conservarlo hasta que llegaran las tropas desembarcadas. Era una misión osada y con un punto suicida, sometida a tantos imponderables que tenía todas las cartas para acabar en desastre. Pero todo salió tal y como se había planeado y la Operación Pegasus se convirtió en un éxito, aparte de la única llevada a cabo por las fuerzas aerotransportadas aliadas que escapó al caos general y se desarrolló según el plan previsto.
El coup-de-main lo llevó a cabo una unidad del 2º regimiento de infantería ligera de Oxfordshire y Buckinghamshire (los Ox and Bucks) integrada en la 6ª división aerotransportada, la Compañía D, tan famosa como la Easy ("¡Currahee!") de Hermanos de sangre inmortalizada en la miniserie de HBO. Su jefe, el comandante John Howard —que llevaba un zapatito de su hijo de dos años como talismán—, la había convertido, a base de un durísimo entrenamiento, en una fuerza muy preparada y motivada, capaz de combatir de noche y digna de servir de punta de lanza de toda la división (10.000 combatientes) y de la invasión entera (156.000 hombres).
Eran 181 oficiales y soldados muy en forma (incluidos diez pilotos y 30 zapadores) armados con subfusiles Sten, ametralladoras Bren y bazucas Piat, embarcados en seis planeadores Horsa remolcados por bombarderos Halifax. Los Horsa eran unos aparatos de madera que te permitían llegar al objetivo tan calladamente como un ladrón en la noche, pero de cuya fragilidad da fe su apodo de “ataúdes silenciosos” y hearses, coches fúnebres. De hecho, los Horsa de la Compañía D se pegaron soberanos tortazos al aterrizar y uno se partió por la mitad. Los pilotos del primero en tomar tierra salieron disparados de la cabina a través del parabrisas y quedaron inconscientes en el suelo (fueron los primeros soldados de la invasión en tocar territorio francés). Pero consiguieron colocarlo magistralmente a 50 metros del extremo este del puente, derribando de paso la alambrada que lo protegía.
Los soldados de Howard corrieron hacia el puente y neutralizaron a los estupefactos centinelas en el más puro estilo Hazañas Bélicas, pegando tiros, lanzando granadas y sin hacer prisioneros. El teniente Den Brotheridge disparó su Sten contra un alemán, el primero en morir el Día D, pero a su vez recibió un balazo en el cuello del que moriría poco después. Él y un soldado ahogado serían las dos únicas bajas mortales en la acción de la Compañía D (que tuvo 14 heridos). Los ingenieros revisaron el puente y descubrieron que las cargas para volarlo no estaban puestas (un detalle que se omitió en el filme El día más largo, para no restar dramatismo). A las 00.21, a los cinco minutos, el puente estaba tomado y asegurado y los defensores muertos o huidos. El otro puente cayó incluso con mayor facilidad y Howard pudo enviar el mensaje en clave que daba cuenta de la captura de ambos y parecía enviado por Enid Blyton: “Ham y Jam”, Jamón y Mermelada.
El puente Pegasus se convirtió en un lugar legendario para las tropas Aliadas. Cada año se celebra el aniversario de su captura con una ceremonia a la que acuden los cada vez más escasos supervivientes, con sus boinas y medallas, que tienen barra libre a perpetuidad en el Café Gondrée. Unas piedras señalan los lugares en que aterrizaron los planeadores. El puente original fue sustituido por uno nuevo, similar, en 1994, pero el primero, tratado como una reliquia, fue colocado muy cerquita en un bonito Memorial que incluye un planeador Horsa y que forma parte del Museo Pegasus, inaugurado en 2000. Ahí sigue, recordando la hazaña, testigo silencioso del coraje y de la Historia.
¡LLEGAN LOS PANZER!
“El alemán de hoy es como la novia de junio”, arengó elocuentemente el general Gale a la Compañía D antes de partir: “Sabe lo que le espera, pero no sabe lo grande que va a ser”. La guarnición de 50 hombres que defendía el puente Pegasus (algunos se encontraban en un burdel cercano) observó ciertamente con horror a los espectrales guerreros de caras tiznadas (excepto los dos negros de la unidad) que se les venían inesperadamente encima. La mayoría de los defensores eran soldados de poca calidad, jóvenes y conscriptos extranjeros. Pero tropas mucho más veteranas y peligrosas amenazaban con contraatacar, entre ellas el 125º regimiento de Granaderos Panzer del famoso coronel Von Luck, favorito de Rommel. Durante la madrugada, se produjo un ataque de blindados que detuvo el afortunado disparo del bazuca del sargento Thornton, que hizo explotar un tanque y dar media vuelta a los demás. También enviaron los alemanes dos lanchas cañoneras por el canal, buceadores y un bombardero. La Compañía D tuvo que atrincherarse y mantener los puentes frente a esos ataques hasta la llegada del grueso de las unidades paracaidistas bajo el coronel Pine Coffin, Ataúd de Pino (¡!) y los comandos del célebre Lord Lovat tocando la gaita. El próximo año se estrenará una película sobre este acontecimiento histórico, dirigida por Lance Nielsen, titulada Pegasus Bridge.
No hay comentarios:
Publicar un comentario