Sergio del Molino se revisa a sí mismo
El escritor vuelve a su pasado en 'La mirada de los peces', un libro inclasificable sobre la adolescencia y la culpa
Sergio del Molino en el café Doña Hipólita de Zaragoza. DAVID ASENSIO
En los libros de Sergio del Molino, a partir de La hora violeta, hay una experiencia nuclear que afecta gravemente al autor y da pie a una narración radial, con saltos temporales y digresiones. Se diría que el libro propicia su propia estructura ensamblando recuerdos y reflexiones, articulándose a impulsos de una prosa que aprovecha su necesidad para la construcción de un sentido. Seguramente este procedimiento le viene a Sergio del Molino de su frecuentación del reportaje periodístico, pero no cabe dudar del buen uso que hace de un recurso que se adapta de maravilla a la materia no ficcional que sustenta su literatura. Lo que no quiere decir que se someta solo a lo real; su indagación quebranta la asepsia implicándose en la historia, de modo que le sirve para revisarse también a sí mismo, escudriñar el pasado desde el hombre en que se ha convertido.
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La mirada de los peces se propone como una exploración de la adolescencia ya lejana, pero suscitada por el deseo de su profesor de filosofía del instituto de suicidarse y preparar serenamente la ceremonia de despedida. La imposibilidad de replicar esa decisión genera una suerte de extorsión afectiva que descoloca cualquier asentamiento ético. No hay tragedia ni crispación en esa osadía, y eso la hace incomprensible. Escribir, sin embargo, es apostar por una explicación, al menos provisional, y el alumno recurre a lo más benéfico, pues “la vida se vuelve insoportable si no se pone en forma de novela”.
Este libro no es propiamente una novela, pero se reviste de sus características para afrontar un dilema que sólo con literatura se puede discernir, a sabiendas de que el resultado será un armazón de palabras confortable pero insuficiente. El recorrido autobiográfico se realiza por las rendijas de la memoria, la desazón, la culpa, que dejan ver la falta de relación entre causas y consecuencias. No hay coherencia, sino un desorden que emerge tras acatar la noticia del profesor de llevar a cabo un acto de voluntad irrevocable. Las vidas, escribe Sergio del Molino, “compuestas por un amontonamiento de sucesos, sólo se explican mediante el azar”. Un azar que exige “forma y significado”, al que sobrepone un recuento de experiencias primordiales que, a la vez que reflejan un tormento privado, buscan desentenderse de lo personal, para alojar en ellas cierta discordia hacia su generación a través de una “percepción desolada” de Antonio Aramayona, su antiguo profesor y activista político.
Presumo que La mirada de los peces inicialmente se centraba, no sé si en exclusividad, en esta figura de notable repercusión pública en los últimos años, que hubiera derivado en un ensalzamiento acaso discordante. Con notoria cautela narrativa, fruto de un riguroso propósito de esclarecimiento, el autor ha insertado estampas de su adolescencia y juventud, vivencias de amistad, amores ilusorios y entusiasmos rabiosos y triviales, en un muestrario de conductas que conforman las experiencias que un día fueron decisivas y ahora tal vez producen una incómoda nostalgia. Pero a las que se deben los remordimientos con los que cada uno elabora su propio memorial.
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Autor: Sergio del Molino.
Editorial: Literatura Random House (2017)
Formato: eBook y tapa blanda (224 páginas)
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