‘La llamada’, el fenómeno teatral llega al cine
La versión del musical que han visto 300.000 espectadores se estrena en San Sebastián con su reparto original y de la mano de sus creadores, Javier Ambrossi y Javier Calvo
San Sebastián
El fenómeno nació en la barra de un pub de Chueca, el Válgame Dios. Allí se desesperaban Javier Ambrossi y Belén Cuesta, dos camareros que querían triunfar y salir de allí. Ambrossi y su pareja, Javier Calvo, se juraron hacer algo y lo hicieron: un musical titulado La llamada que lleva cuatro años llenando el teatro Lara en Madrid y que ahora salta al cine, también codirigido por ambos. Se estrena mañana tras su paso por San Sebastián.
Es una comedia hilarante en la que dos chicas adolescentes van a un campamento de monjas. Una de ellas quiere ser cantante de música electrolatina y a la otra se le acaba apareciendo Dios, que canta temas de Whitney Houston. La versión teatral, que firmaron los Javis, ha tenido 300.000 espectadores, giró por España y cuenta con una versión mexicana. “Y yo creo que podrá seguir llenando el teatro otros cuatro años”, opina Ambrossi. El fenómeno teatral catapultó a sus protagonistas: en los pasados Goya, Anna Castillo ganó el premio a Actriz revelación por El olivo y Macarena García, hermana de Ambrossi, obtuvo otro cabezón en 2013 por Blancanieves. Dos veteranos completaban el reparto: Gracia Olayo y Richard Collins-Moore. Ambrossi también había hecho apariciones en televisión, igual que su pareja, el otro Javier (actor en Física o Química). Los Javis han creado después la serie Paquita Salas.
Todo está preparado para que La llamada se convierta en el hype del cine español de la temporada, la obra más esperada. Para aprovechar la felicidad, Ambrossi pidió matrimonio a Calvo el martes en el preestreno en Madrid. Contestó que sí.
“En el teatro cada día puede pasar algo. Y en cierto modo siento lo mismo cuando veo la película. Me parece que puede ocurrir que no sea tan bonita como ayer”, cuenta en San Sebastián Ambrossi (Madrid, 1984). “Para mí, lo maravilloso es volver a verlas juntas [a las tres actrices], porque han dado lo mejor, porque sienten que es la película de su vida, porque hemos llegado hasta aquí gracias a ellas”, remarca Calvo (Madrid, 1991). “Ellas nos regalaron la obra. Mi hermana había ganado el Goya y dejó de lado proyectos importantes para apoyarnos”, dice Ambrossi.
Mucha gente está observando La llamada. “Hemos hecho la película que queríamos, cierto, pero sí sentimos esas miradas. Hay expectativas tan grandes...”, ratifica Calvo. “El miedo es que un fracaso en cine es más estrepitoso que un fracaso en teatro”. Ambrossi le interrumpe: “Javi, da igual, estamos arriesgando con algo en lo que creemos. Reconozco que lidiar con la expectación es difícil”. Recuerdan como dio el salto la obra en el teatro: “Llevábamos un año y de repente me fijé: dejamos de ver a modernos en las butacas y empezamos a ver familias”.
Como película, La llamada ha crecido en personajes, aunque mantiene el núcleo de la obra: “Nació porque yo quería contar una historia de amor lésbico en un campamento cristiano”, recuerda Calvo. “A ambos nos gustan los musicales underground neoyorquinos y eso también nos inspiraba”. Ambrossi añade: “Y yo estaba en bucle con una historia de una conocida de mi hermana, que sintió la llamada de la vocación religiosa, y que cuando ya iba a ser religiosa su familia, muy cristiana, le dijo que no lo hiciera”.
Todo aquel proceso coincidía con la muerte de Whitney Houston (2012), el del boom del electrolatino y el de las Jornadas Mundiales de la Juventud, con la visita del Papa a España en 2012. “Con todo eso tejimos La llamada”. El salto al cine parecía lógico a la pareja de directores. Hubo otros procesos intermedios. “Los derechos de las canciones de Whitney Houston son caros, pero los logramos a la primera. Como en el teatro, permitieron I Have Nothing y I Will Always Love You. Pero no nos cedían los de Step by Step, porque la autora no es Houston, sino Annie Lennox. Le escribimos una carta muy sentimental, explicándole que ese tema nos había acompañado toda la vida y era fundamental para la obra... Y cuando la dábamos por perdida, meses después, nos dijeron que adelante”, recuerda Ambrossi.
En el rodaje, lucharon por recuperar frescura. “Es la película más ensayada de la historia del cine”, bromean. “Y eso fue un arma de doble filo. Por un lado, las chicas se sabían el guion de memoria —aunque había alguna secuencia nueva—; por otro, teníamos que desaprender vicios, ajustarnos a otro lenguaje, a los movimientos de la cámara, olvidarnos de la lógica teatral”. Calvo incide: “Hacemos la cama para luego meternos y deshacerla”. Ambrossi: “Es como la vida. Ya puedes ensayar algo, prepararte un discurso, que luego la vida te lleva por otro lado”. Quizá por culpa de una canción de Whitney Houston cantada por Dios.
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