NARRATIVA
País disparatado, novela generacional
Rafael Reig ha escrito una obra soberbia, con personajes dignos de quedar en la galería de los más entrañables y desconcertantes de la narrativa española de los últimos años
Rafael Reig apostó desde el principio por la eficacia comunicativa del posmodernismo narrativo, que podía operar en el lector creándole esa mala conciencia que siempre produce leer un género muy codificado, como el policiaco o el de antelación (Sangre a borbotones, 2002) con otra mirada. Luego vinieron novelas como Guapa de cara (2004), en parecida línea a la anterior, una narración en primera persona encarnada en la voz de un muerto. Ahora se publica Para morir iguales y Rafael Reig no ha desistido de mezclar ese sentido lúdico con el que impregna su literatura con el sentido del desenmascaramiento moral de la España contemporánea. Para morir iguales está planteada como un libro de formación: un angustioso y vertiginoso relato de aventuras existenciales y sentimentales en busca no tanto de un lugar en el mundo como un lugar seguro y definitivo en sí mismo. En el fondo esa es la esencia de la literatura de formación, desde el Wilhelm Meister, de Goethe, hasta El guardián entre el centeno, de Salinger.
Pero Rafael Reig también ha introducido en su novela dos variables más: la figura del pícaro y la del arribista. Tenemos pues también el modelo revisado de las novelas de niños pobres de Dickens y la del héroe stendhaliano de Rojo y negro. Tampoco es ajeno a esta estructura la influencia de la novela de Sánchez Mazas La vida nueva de Pedrito de Andía, certificada por el nombre del narrador-protagonista. Pero en Para morir iguales los años no solo pasan para sus personajes, también para España, la de los sesenta, la de la Transición y casi la actual, con lo cual esta novela es también un relato generacional.
Las novelas generacionales ofrecen una dificultad: hablan de un periodo en el cual el lector está implicado, por lo que solo tienen sentido si ofrecen una perspectiva en la que tú no has reparado. Solo la lucidez del novelista puede ofrecer un ángulo inédito a la experiencia personal del lector. Para morir igualeslogra este cometido con creces. Rafael Reig ha escrito una novela soberbia. Con personajes dignos de quedar en la galería de los más entrañables, disparatados y desconcertantes de la narrativa española de los últimos años. Ojalá hubiera en el mundo gente como Pedrito, Mercedes o el gran Carlón. Por suerte, en la ficción ya existen.
Para morir iguales. Rafael Reig. Tusquets, 2018 352 páginas. 19 euros
No hay comentarios:
Publicar un comentario