Zúñiga: “España es un país de tristes memorias”
Cerca de los 100 años, el escritor genera entusiasmo en la Feria del Libro con ‘Fábulas irónicas’, ilustrado por Fernando Vicente
Madrid
Si se asoma a su ventana y avanza su mano huesuda, de hombre a punto de ser centenario, Juan Eduardo Zúñigapodría firmar en la Feria del Libro, pues vive justo enfrente del Retiro. Desde esa vivienda puede ver gran parte del Madrid que habita la mayoría de sus libros. Y sobre todo su trilogía de la Guerra Civil, "que un día será la verdadera expresión literaria de esa contienda", como dijo ayer su amigo, y admirador, el novelista y académico Luis Mateo Díez.
Mateo lo decía en el curso de la presentación "del mejor de los libros que están expuestos en esta feria". Su entusiasmo se cierne sobre Fábulas irónicas (Nórdica), en las que el muy veterano autor de Capital de la gloria vierte historias del pasado, la corrupción, la represión de las palabras, el hambre y otros "hechos reales", que Zúñiga convierte en agudas metáforas de hoy.
Hablaba Mateo a unos metros de donde Zúñiga reposa "su alta edad", por lo que no puede acudir a la feria ni fue a este acto, que se celebró en la Biblioteca Eugenio Trías. Pero a través de su mujer, la también escritora Felicidad Orquín, envió unas palabras, sobre los árboles, que podrían ser papel, del Retiro y sobre la generosidad de los que iban a hablar sobre él. Además de Mateo fueron Manuel Longares, Ángeles Encinar y Fernando Vicente, el autor de las imágenes que acompañan a los textos de Fábulas irónicas. Todos ellos, dirigidos por Jesús Marchamalo.
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Zúñiga, convinieron todos, "es un escritor secreto, lo que le confiere a su obra garantía de calidad". Este libro removió a Mateo, hizo que Longares hallara en él "combinaciones de hechos y símbolos que dominan su obra entera", y Encinar, especialista en su obra, halló en él "al mejor Zúñiga, repleto de sentido crítico y didáctico". El dibujante confesó que cuando vio el trabajo y lo comenzó a realizar con el autor sintió "tal emoción que se me saltaban las lágrimas".
¿Y cómo lo ve Zúñiga? Nos respondió por mail. "Estas fábulas", nos dijo, "se han ido escribiendo en el tiempo". En ellas "hay algunos de los temas más presentes en mi obra, incluido mi interés por países y lenguas lejanas y extrañas". Y, por supuesto, aunque aludan a hechos viejos, "pueden ser historias del presente, de ahí viene la mirada irónica que se distancia y juzga sucesos que en apariencia no tienen relación".
Es, también, un libro sobre nuestra memoria. "España es un país de tristes memorias, como otros tantos. En la fábula de Leteo trato el dilema de recordar u olvidar que ya los clásicos se plantearon. Mi conclusión es la imposibilidad de una desmemoria total porque también la memoria es parte de nuestra existencia".
—El compromiso del intelectual está también presente. ¿Qué hacer, Zúñiga?
—Como ciudadano, el intelectual también está en crisis total pero a la vez que reflexiona debe estar en las batallas ya que estas son ineludibles.
Luis Mateo Díez dijo que es "el gran libro de la feria". Quien lo busque allí y lo toque también tocará a Zúñiga, el vecino que está más allá de los árboles del Retiro.
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