El señor Fred Vargas
No hay mejor instrumento promocional que un premio concedido justo antes de una feria
Madrid
Fred Vargas en Gijón en 2009. ALBERTO MORANTE EFE
En la Feria del Libro de Madrid pueden pasar cosas extrañas. Mi paseo empieza sentado en un café a dos minutos del Retiro, porque la feria desborda las verjas del parque y deja regueros de escritores por el centro de Madrid. Fuera del local hay un sol tremendo aunque la previsión daba lluvia desde las 11 de la mañana. Converso con Guillermo Roz y Oscar Grillo, escritor uno, ilustrador el otro. Acaban de publicar la novela gráfica Las gafas oscuras de Amparito Conejo (La huerta grande) y recomiendan Crimen y castigo. Pura esencia negra, aseguran.
Ya en la Feria ejercito una de mis grandes manías: ver qué hay del género negro en las librerías no especializadas. Resultado: un poco de todo en unos estands que dedican más espacio a la ficción criminal de la que esperaba y omnipresencia de la ganadora del Princesa de Asturias de las Letras 2018, Frédérique Audoin-Rouzeau, alias Fred Vargas. “Siempre ha vendido bien, pero los premios ayudan. Aquí ha venido gente a comprar sus libros creyendo que era un hombre, por aquello de Fred”, comenta Juan Salvador López, de Estudio en Escarlata, uno de los rincones predilectos de los amantes de la novela negra en Madrid. Lorenzo Silva, que tiene también algún que otro premio y que celebra los 20 años de sus guardia civiles Bevilacqua y Chamorro con una nueva entrega, es otro de los que más se busca. Pero, ¿qué elige el experto? “Donald Westlake, aunque siempre traduzcan lo mismo; un clásico moderno como Andrea Camilleri o Kerry Greenwood”, cuenta Salvador entre una miríada de nombres y referencias. Algunas, como GB84 de David Peace, en los márgenes de la novela negra. Es lo que tiene el género, que todo lo contamina.
El sol inclemente de media mañana anuncia la tormenta gigante de la hora de comer, que esquivaré de milagro. Para este paseo he aderezado algo el atuendo. En la solapa de la chaqueta llevo la clásica chapa de Sherlock Holmes en la piel del actor Basil Rathbone. Los chavales de los colegios que visitan la feria, felices de que no llueva todavía, interrumpen su caza impenitente de marcapáginas promocionales para dedicar alguna mirada extrañada y se encogen de hombros cuando se les pregunta quién es el tipo de la foto. Eso sí, alguno ha oído hablar del “señor ese, como se llame” que ha ganado el Princesa de Asturias. No hay nada como un premio para que te conozcan.
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