Bernard Pivot: “Para evitar la contaminación, leamos a los buenos escritores”
El periodista y director del que fuera programa literario de máxima audiencia en Francia ‘Apostrophes’ recoge el Premio Diálogo en representación de la Academia Goncourt
Madrid
Bernard Pivot, presidente de la Académie Goncourt, en Madrid. PACO CAMPOS EFE
Bernard Pivot viaja todos los días en el metro de París. Se fija en los hábitos de la gente pero no se alarma demasiado. A sus 84 años comprueba que las pantallas van ganando la partida y que el papel empieza a ser cosa del pasado. Con excepciones: “Creo en la buena salud del libro, que tiene un futuro. Pero no tanto de los periódicos impresos. Ya nadie menor de 50 años los lee”, asegura. Como periodista, le duele. Como el prescriptor literario de la historia reciente con más éxito en Francia, sigue creyendo en el poder del libro.
Pivot ha pasado por Madrid para recoger este martes junto a José Creuheraspresidente del Grupo Planeta, el Premio Diálogo que concede la Asociación del mismo nombre para promover el entendimiento hispano-francés. Ha sido otorgado en conjunto a dos galardones que ellos representan: el Planeta y el Goncourt. “Estoy aquí en su nombre. No es un premio para mí”, afirma Pivot.
Antes de la ceremonia compartió con EL PAÍS en la Embajada de Francia algunas reflexiones sobre la materia a la que ha dedicado toda su vida como periodista experto, marcando hitos en la historia de la televisión, cuando su programa Apostrophes fue líder de audiencia durante dos décadas en la franja nocturna francesa o como impulsor de revistas especializadas, caso de Lire.
“Me llamó Berlusconi. Me invitó a que le visitara en Milán en su avión privado para consultarme si se podría repetir el éxito de Apostrophes en Italia"
¿Se podría hoy volver a repetir el éxito de Apostrophes? “Depende mucho de quien lo presente o de la época en que se emita. Un formato así está sujeto a la personalidad de quien lo conduce, a un estilo. Todo eso influye a la hora de crear el programa: el nuestro fue un acontecimiento cultural, pero también político”.
Traspasó fronteras, además. Su éxito no quedó circunscrito a Francia. Muchos países quisieron repetir la fórmula. “Me llamó Berlusconi. Me invitó a que le visitara en Milán en su avión privado para consultarme si se podría repetir el éxito de Apostrophes en Italia. Yo le dije que probaran, que eran el país de la comedia del arte, pero que gran parte dependía de a quien eligieran para presentarlo”.
O que libros y autores analizaran… Si Pivot siguiera hoy encargado del programa que triunfó sin interrupción entre 1975 y 1990, dedicaría sin duda uno a su compatriota Michel Houellbecq. “Es un fenómeno mundial y, guste o no, hay que analizarlo”. Pivot no se encuentra entre sus detractores. De hecho votó a favor cuando le concedieron el Premio Goncourt por su novela El mapa y el territorio(Anagrama).
A nivel de Francia, cree entender tanto su éxito como la urticaria que provoca en su contra: “Actualmente, los escritores en mi país tienden a revisar la historia. Él es de los muy pocos que analiza el presente, su época, qué nos pasa. Lo hace desde un tono gruñón, pero divertido. Comparte premoniciones estrambóticas, pero acierta. Es original, precisamente por resultar realista cuando la mayoría huye de la realidad. Se limita a hacer lo que hicieron en su época Balzac, Zola, Flaubert. Muy pocos se atreven hoy con el tiempo en que viven”.
Y falta haría: “Para no contaminarnos, leamos a los buenos escritores en esta época tan inquietante”, asegura Pivot. Un tiempo en el que para él, bien valen algunos escapes, como el fútbol: “Lo adoro. Para mí guarda mucha relación con la literatura. Cuando un equipo empieza una jugada desde atrás y se van pasando la pelota unos a otros es como si estuvieran escribiendo una frase. Por eso me molesta tanto cuando en televisión sólo llegas a ver el gol, es decir, el final de esa frase y no alcanzas a comprender qué significa”.
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