Los espectros de Cahn se manifiestan en el Reina Sofía
El museo dedica una antológica a la artista suiza, que usa el cuerpo como arma
Madrid
Una imagen de la exposición 'Miriam Cahn. Todo es igualmente importante', en el museo Reina Sofía. JJGN EFE
Cada obra de Miriam Cahn (Basilea, Suiza, 69 años) ha sido realizada en un tiempo máximo de 60 minutos. A veces trabaja con los ojos cerrados y, si el dolor físico no se lo impide, lo hace tirada sobre el suelo. No es una puesta en escena impostada, sino la posición incómoda que requieren los temas que aborda: las guerras, el racismo, la familia, el peligro nuclear, la exclusión de los oprimidos y, siempre, la violencia que sufren las mujeres. El Museo Reina Sofía expone hasta el 14 de octubre la mayor antológica que se le ha dedicado hasta ahora en Europa a esta artista (más de 200 obras)que asegura pensar con las manos y utiliza su cuerpo como arma performativa.
El título de la muestra, Todo es igualmente importante, sintetiza el concepto que la artista quería desarrollar. El orden cronológico se altera según su discurso. Óleos, dibujos o fotocopias tienen la misma categoría artística. Un árbol es igual de importante que una bomba atómica. No hay soporte que prevalezca. Importa ella y su cuerpo con su edad y los achaques físicos que se le multiplicaron desde el accidente de coche que sufrió en las montañas suizas cuando volvía a la casa en forma de búnker que habita cerca de Basilea.
La obra de Cahn está representada en los principales museos del mundo y forma parte de numerosas colecciones privadas, pero lo que se ve en el Reina Sofíaprocede de su colección particular porque, según explicó ayer el director del museo, Manuel Borja-Villel, Cahn no es partidaria de negociaciones con los propietarios ni con galeristas. Los conservadores Ana Ara y Fernando López han trabajado como comisarios junto a la artista en apenas 10 días, algo inusual en una exposición de esta magnitud, pero que demuestra el concepto tan claro que Cahn tiene sobre su obra.
La primera pieza del recorrido reinterpreta El origen del mundo de Courbet. Pero si en ese óleo se contempla un primer plano del sexo de una mujer, Cahn se centra en el clítoris de una modelo cuyo rostro está parcialmente cubierto con un velo. Introduce así dos constantes en su obra: la reivindicación del placer femenino y su protesta contra el machismo.
La artista señala la obra indicando el título. Seca y poco expresiva, Cahn acepta hacer un recorrido por las salas, donde enlaza pocas palabras acompañadas con un gesto de fastidio por tener que explicar una obra que habla por sí sola. Cuando acepta preguntas, las respuestas no son mucho más enriquecedoras. Así lo demuestra la ausencia casi completa de cartelas y la inexistencia de textos de sala.
Esa primera obra está rodeada de cuadros y dibujos de diferentes formatos. En color y blanco y negro. La mayor parte, protagonizados por penes como símbolos de lo peligroso del universo. Los cuerpos desnudos de hombres y mujeres con rostros que parecen emborronados participan en todas sus series desde mediados de los setenta. Los asuntos siguen siendo los mismos porque, como ella dice, nada ha cambiado. Muchas de las figuras están representadas en posición yacente. Son muertos. Algunos de su propia familia, como la hermana dependiente de la heroína que se suicidó.
Hija de refugiados judíos, el tema de la emigración también protagoniza su obra. Se ven brazos y pequeñas cabezas sobresaliendo de un oleaje en el Mediterráneo. Son dibujos en verdes y marrones de la serie Mare nostrum, pero el único espacio en el que predomina el color está dedicado al arma más letal del siglo XX: la bomba atómica.
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