CRÍTICA | X-MEN: FÉNIX OSCURA CRÍTICA
Gravedad de rostro apretado
Película de extrema seriedad en el tono, de la que han desaparecido definitivamente la frescura y cualquier gota de sentido del humor
Sophie Tuner, en 'X-Men: Fénix oscura'. En vídeo, el tráiler de la película.
Hace ahora ocho años una precuela, X-Men: primera generación, consiguió levantar una franquicia que languidecía entre la rutina y el hartazgo. Sin embargo, tres producciones después, aquellas virtudes, impresas en buena medida por el director y coguionista Matthew Vaughn, se han ido difuminando hasta el nuevo fin de ciclo que supone X-Men: Fénix oscura, película de extrema gravedad en el tono, de la que han desaparecido definitivamente la frescura y cualquier gota de sentido del humor, que se entrega a una grandilocuencia que se pretende acorde con el fondo del asunto pero que es más plúmbea que trascendente.
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