La apuesta de Bill Gates para reinventar la energía solar térmica bate récord y llega a los 950 grados
La producción de acero, las cementeras o la industria petroquímica son huesos duros de roer. Los requisitos energéticos de la industria pesada y las temperaturas extremadamente altas que suelen usar ciertos de sus procesos requieren millones y millones de toneladas de carbón cada año. Sencillamente, son demasiado para las energías renovables. O lo eran.
Ahora Heliogen, una startup californiana que cuenta con el apoyo, la financiación y la asesoría de Bill Gates, ha llevado la energía solar térmica al siguiente nivel: han conseguido alcanzar más de 1.000 grados solo con la luz del sol.
Una lupa enorme controlada con un ordenador
Se dice pronto, pero según los datos que han hecho públicos el enfoque de Heliogen está muy cerca de duplicar la máxima cantidad de calor que, hasta ahora, habíamos sido capaces de producir de esta manera. Y lo han hecho de una forma relativamente sencilla: como dice su fundador, Bill Gross, con “una lupa enorme controlada por computadora”.
La cuestión es que en los sistemas tradicionales de energía solar térmica los espejos que se usaban para concentrar la luz del sol en un punto tenían una precisión alta, pero muy mejorable. Heliogen utilizan cámaras de alta resolución para ajustar la orientación de los espejos al milímetro y asegurarse de que la luz reflejada se ajusta al milímetro.
Eso es lo que ha permitido pulverizar el anterior récord de esta tecnología que estaba en 575 grados hasta el momento. Batir la línea de los 950 grados es muy interesante porque permite empezar a pensar en introducir esta tecnología en el mundo de los procesos industriales pesados.
¿Industria pesada?
No es que no se pueda calentar mucho algo tirando de energía eléctrica proveniente de la red eléctrica. Es que como señala Gross, “es extremadamente ineficiente convertir la luz solar en electricidad y luego volverla a usar para calentar”. Eso es verdad a cantidades pequeñas, pero a cantidades grandes es claro cristalino.
Es decir, la industria pesada es tan voraz que necesita una ayuda extra para funcionar bien. Por eso estas gigantes factorías suelen quemar carbón y otros combustibles fósiles con los que conseguir esas temperaturas. Lo que supone un problema ambiental enorme.
A escala global, la producción de cemento es responsable de un 8% de las emisiones totales de CO2 y eso es solo uno de las cosas que hace la industria pesada. La compañía cree que, con este sistema, puede ayudar a reducir hasta un 33% de esas emisiones. Parece optimista, pero sea como sea es un paso en la buena dirección.
Fuente: xataka.com
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