‘La musa inclemente’, de Cobo Borda
Se edita la poesía completa de uno de los poetas colombianos más destacados
Versos que muestran un laberinto del corazón y del olvido desde la serenidad febril
Aprendí contigo
que todo acto
se torna irrisorio
sobre el telón de la distancia
Aprendí contigo
que cualquier ímpetu
naufraga
ante las atareadas murallas
de lo razonable
Aprendí contigo
a volver mudo el lenguaje
para medir así
el vacío que pule las aristas
y ahoga su secreta resonancia
Aprendí contigo
lo vano del entusiasmo.
Lo pueril de una carta.
Lo cotidiano de la muerte
y sus desengaños.
En este poema habita Juan Gustavo Cobo Borda (Bogotá, 1948). Estos versos vislumbran y muestran el universo poético de este escritor colombiano que ha seducido a los lectores desde la serenidad de sus sentimientos y pensamientos, y a través del ímpetu de sus reflexiones emotivas. Su concepción de una vida rodeada y esparcida de sentimientos, de una mirada que va atrás y adelante al mismo tiempo, que evoca y contempla y piensa, que calla y que habla. Con ironía, agradecimiento o sinceridad, pero siempre bajo la sombra del amor en sus múltiples estirpes. Álvaro Mutis dijo: "Cobo Borda se interna por las regiones del corazón, del placer y del olvido. Allí es un maestro".
Todo eso se puede ver en el libro Poesía reunida que acaba de publicar Tusquets. Allí están sus títulos de El animal que duerme en cada uno, La musa inclemente, Los poetas mienten y Cuando papá perdió la guerra, más algunos poemas inéditos. Veamos a donde nos lleva Cobo Borda en los siguientes poemas:
también aquí,
en una pequeña ciudad de provincia,
la noche es tibia y callada.
Música de mecedora que cruje
se enciende y se apaga una luciérnaga.
Vaho de la tierra: hondo tu cuerpo.
El oscuro roce de una mano
es ese astro que arde.
Bocanada tras bocanada, aspiro tu piel.
Al desnudarte, el cielo se rasga:
tormenta de verano.
si no te traen enseguida.
Las palabras son vanas
si no restituyen
tu calor y tu encanto.
Las palabras resultan inútiles
si no me permiten coger este mundo
en el puño
y ponerlo a tus pies.
Las palabras se vuelven despreciables
si no disuelven
el fantasma de los celos
y al hombre con quien vives
y que quizá también te ama.
Las palabras son superfluas
si no curan la impaciencia
y me llevan a instalarme en tu alma.
Las palabras son estériles
si no te cubren de gloria
y te hacen aún más bella
que el desenfrenado júbilo
con que te canto.
Las palabras son innecesarias
si no desvían un avión
en Mejorada del Campo
o recrean una memoria
que se apaga.
Ah, las pobres palabras:
suficientes penas
para decirte que te amo.
* Poesía reunida. Juan Gustavo Cobo Borda. Editorial Tusquets. 324 páginas.
el dispensador dice:
puedo decirte que hay un espacio,
puedo decirte que hay que andar despacio,
puedo decirte que hay geometrías,
puedo decirte que el mejor sueño es el que gana su día,
puedo decirte que sólo hay esferas,
puedo decirte que hay corazones sin penas,
puedo decirte que hay palabras que sobran,
puedo decirte que lo que faltan son obras...
te diré que hay musas serenas,
te diré que hay musas que roban ideas,
te diré que las musas no siempre suenan,
te diré que hay musas que siguen tus huellas,
te diré que hay musas que colorean sombras,
te diré que hay musas que vuelan alfombras,
te diré que hay musas que llevan genios,
te diré que hay musas que hablan en sueños...
digo que hay silencios que son abrigos,
digo que hay silencios que son testigos,
digo que hay silencios que atrapan destinos,
digo que hay silencios que quiebran los ritmos,
más allá de aquello que digo,
hubo un ayer fabricando olvidos,
entre los laberintos me he perdido,
la musa inclemente lo ha exigido,
he visto un espíritu andar afligido,
"sigue a la musa que irá contigo",
construyó un puente y se volvió querido,
la sonrisa que vio lo dejó confundido,
al llegar al extremo estaba herido,
decidió volar para zafar del destino,
ya no hay detrás y todo se ha ido,
se ha evaporado la brisa y no se escuchan los trinos,
ya no hay puente, tampoco camino,
mejor, sigue adelante por donde has venido.
Septiembre 20, 2012.-
que todo acto
se torna irrisorio
sobre el telón de la distancia
Aprendí contigo
que cualquier ímpetu
naufraga
ante las atareadas murallas
de lo razonable
Aprendí contigo
a volver mudo el lenguaje
para medir así
el vacío que pule las aristas
y ahoga su secreta resonancia
Aprendí contigo
lo vano del entusiasmo.
Lo pueril de una carta.
Lo cotidiano de la muerte
y sus desengaños.
En este poema habita Juan Gustavo Cobo Borda (Bogotá, 1948). Estos versos vislumbran y muestran el universo poético de este escritor colombiano que ha seducido a los lectores desde la serenidad de sus sentimientos y pensamientos, y a través del ímpetu de sus reflexiones emotivas. Su concepción de una vida rodeada y esparcida de sentimientos, de una mirada que va atrás y adelante al mismo tiempo, que evoca y contempla y piensa, que calla y que habla. Con ironía, agradecimiento o sinceridad, pero siempre bajo la sombra del amor en sus múltiples estirpes. Álvaro Mutis dijo: "Cobo Borda se interna por las regiones del corazón, del placer y del olvido. Allí es un maestro".
Todo eso se puede ver en el libro Poesía reunida que acaba de publicar Tusquets. Allí están sus títulos de El animal que duerme en cada uno, La musa inclemente, Los poetas mienten y Cuando papá perdió la guerra, más algunos poemas inéditos. Veamos a donde nos lleva Cobo Borda en los siguientes poemas:
Tierra caliente
Como la canción de la radiotambién aquí,
en una pequeña ciudad de provincia,
la noche es tibia y callada.
Música de mecedora que cruje
se enciende y se apaga una luciérnaga.
Vaho de la tierra: hondo tu cuerpo.
El oscuro roce de una mano
es ese astro que arde.
Bocanada tras bocanada, aspiro tu piel.
Al desnudarte, el cielo se rasga:
tormenta de verano.
Combate
Las palabras no sirvensi no te traen enseguida.
Las palabras son vanas
si no restituyen
tu calor y tu encanto.
Las palabras resultan inútiles
si no me permiten coger este mundo
en el puño
y ponerlo a tus pies.
Las palabras se vuelven despreciables
si no disuelven
el fantasma de los celos
y al hombre con quien vives
y que quizá también te ama.
Las palabras son superfluas
si no curan la impaciencia
y me llevan a instalarme en tu alma.
Las palabras son estériles
si no te cubren de gloria
y te hacen aún más bella
que el desenfrenado júbilo
con que te canto.
Las palabras son innecesarias
si no desvían un avión
en Mejorada del Campo
o recrean una memoria
que se apaga.
Ah, las pobres palabras:
suficientes penas
para decirte que te amo.
* Poesía reunida. Juan Gustavo Cobo Borda. Editorial Tusquets. 324 páginas.
el dispensador dice:
puedo decirte que hay un espacio,
puedo decirte que hay que andar despacio,
puedo decirte que hay geometrías,
puedo decirte que el mejor sueño es el que gana su día,
puedo decirte que sólo hay esferas,
puedo decirte que hay corazones sin penas,
puedo decirte que hay palabras que sobran,
puedo decirte que lo que faltan son obras...
te diré que hay musas serenas,
te diré que hay musas que roban ideas,
te diré que las musas no siempre suenan,
te diré que hay musas que siguen tus huellas,
te diré que hay musas que colorean sombras,
te diré que hay musas que vuelan alfombras,
te diré que hay musas que llevan genios,
te diré que hay musas que hablan en sueños...
digo que hay silencios que son abrigos,
digo que hay silencios que son testigos,
digo que hay silencios que atrapan destinos,
digo que hay silencios que quiebran los ritmos,
más allá de aquello que digo,
hubo un ayer fabricando olvidos,
entre los laberintos me he perdido,
la musa inclemente lo ha exigido,
he visto un espíritu andar afligido,
"sigue a la musa que irá contigo",
construyó un puente y se volvió querido,
la sonrisa que vio lo dejó confundido,
al llegar al extremo estaba herido,
decidió volar para zafar del destino,
ya no hay detrás y todo se ha ido,
se ha evaporado la brisa y no se escuchan los trinos,
ya no hay puente, tampoco camino,
mejor, sigue adelante por donde has venido.
Septiembre 20, 2012.-
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