ARTE | Exposición en las Escuderías del Quirinal
El milagro de Vermeer, en Roma
'Santa Práxedes' de Johannes Vermeer. | AFP MÁS FOTOS
- La prosperidad de la burguesía holandesa del S.XVII llega a Roma con Vermeer
En sus 43 años de vida Johannes Vermeer, sin ninguna duda el máximo exponente de la pintura holandesa del siglo XVII y considerado uno de los más grandes artistas de todos los tiempos, no llegó a pintar más de 50 cuadros. Y de ellos, sólo han llegado a nuestros días 37. Vermeer trabajaba única y exclusivamente por encargo y no pintaba más de dos o tres obras al año, justo lo necesario para mantener a su mujer y a sus 11 hijos.
De las 37 obras atribuidas sin ningún género de dudas a Veermer, sólo 26 (conservadas en 15 colecciones distintas) pueden viajar. Lo que explica por qué en los últimos 100 años sólo se han realizado en el mundo ocho grandes exposiciones consagradas al maestro de Delft, de las cuales únicamente tres han logrado reunir más de cuatro cuadros del artista holandés: la que se realizó en 1996 en la National Gallery Art de Washington; la que tuvo lugar en la Galería Mauritshuis de La Haya; la que en 2001 realizó el Metropolitan de Nueva York y la que en 2003 le dedicó el Museo del Padro de Madrid.
Todo esto para destacar la importancia de la exposición que desde hoy, y hasta el próximo 20 de enero, el Museo de las Escuderías del Quirinale dedica a Vermeer, y que reúne nada menos que ocho de sus trabajos. Un pequeño milagro, sobre todo si se tiene en cuenta que ninguna de las obras del artista holandés se encuentra en colecciones italianas.
Es verdad que entre los cuadros de Vermeer que se exhiben en Roma no está el archi-célebre "La muchacha con el pendiente de perla", la obra que inspiró a la escritora Tracy Chevalier el libro del mismo título y que fue posteriormente llevada al cine, lanzando al estrellato a Scarlet Johansson. Pero, a cambio, está "La muchacha con el sombrero rojo" (1665/1667), "Dama sentada el virginal" (una especie de clavicornio), "Joven mujer en pie ante un virginal" (1670/1673) "Mujer con Laúd" (1662/1663), "Alegoría de la fe" (1670/1674), "Callejuela de Delft" (1658) y "Santa Práxedes" (1655). La exposición también incluye "Joven mujer con una copa de vino" (1659-1660), pero este cuadro sólo llegará a Roma a partir del 4 de octubre.
Todos los cuadros de Veermer que ahora se exponen en Roma, como la inmensa mayoría de sus obras, revelan momentos íntimos de la vida cotidiana de la burguesía holandesa o vistas silenciosas de la ciudad de Delft. A diferencia de lo que ocurría en el siglo XVII con la pintura italiana, caracterizada por sus grandes dimensiones y su monumentalidad y realizada por encargo de nobles y altos cargos de la Iglesia, en Holanda los que coleccionaban arte eran los panaderos y los zapateros. "El dinero circulaba en abundancia, y el arte se consideraba una buena inversión", señala Sandrina Bandera, una de las comisarias de la muestra.
Pero Veermmer sigue siendo un misterio y su biografía continua estando repleta de puntos oscuros. "No sabemos de quién fue alumno, tal vez de varios maestros. De lo que estamos seguros es de que no fue un autodidacta. Conocía las técnicas y utilizaba materiales de primer orden, cuya calidad ha permanecido inalterada en el tiempo", explica Sandrina Bandera.
De las 37 obras atribuidas sin ningún género de dudas a Veermer, sólo 26 (conservadas en 15 colecciones distintas) pueden viajar. Lo que explica por qué en los últimos 100 años sólo se han realizado en el mundo ocho grandes exposiciones consagradas al maestro de Delft, de las cuales únicamente tres han logrado reunir más de cuatro cuadros del artista holandés: la que se realizó en 1996 en la National Gallery Art de Washington; la que tuvo lugar en la Galería Mauritshuis de La Haya; la que en 2001 realizó el Metropolitan de Nueva York y la que en 2003 le dedicó el Museo del Padro de Madrid.
'Muchacha con sombrero rojo'
Tres años para montar la exposición
Los ocho cuadros vienen de fuera y han sido necesarios tres largos años para montar esta exposición, que lleva por título "Vermeer, el siglo de oro de la pintura holandesa". En la muestra las ocho obras del maestro de Delft se confrontan con 50 cuadros de otros artistas contemporáneos suyos, iconos también ellos de la pintura flamenca como Carel Fabritius, Gerrad Dou o Nicolaes Maes.Es verdad que entre los cuadros de Vermeer que se exhiben en Roma no está el archi-célebre "La muchacha con el pendiente de perla", la obra que inspiró a la escritora Tracy Chevalier el libro del mismo título y que fue posteriormente llevada al cine, lanzando al estrellato a Scarlet Johansson. Pero, a cambio, está "La muchacha con el sombrero rojo" (1665/1667), "Dama sentada el virginal" (una especie de clavicornio), "Joven mujer en pie ante un virginal" (1670/1673) "Mujer con Laúd" (1662/1663), "Alegoría de la fe" (1670/1674), "Callejuela de Delft" (1658) y "Santa Práxedes" (1655). La exposición también incluye "Joven mujer con una copa de vino" (1659-1660), pero este cuadro sólo llegará a Roma a partir del 4 de octubre.
Todos los cuadros de Veermer que ahora se exponen en Roma, como la inmensa mayoría de sus obras, revelan momentos íntimos de la vida cotidiana de la burguesía holandesa o vistas silenciosas de la ciudad de Delft. A diferencia de lo que ocurría en el siglo XVII con la pintura italiana, caracterizada por sus grandes dimensiones y su monumentalidad y realizada por encargo de nobles y altos cargos de la Iglesia, en Holanda los que coleccionaban arte eran los panaderos y los zapateros. "El dinero circulaba en abundancia, y el arte se consideraba una buena inversión", señala Sandrina Bandera, una de las comisarias de la muestra.
Pero Veermmer sigue siendo un misterio y su biografía continua estando repleta de puntos oscuros. "No sabemos de quién fue alumno, tal vez de varios maestros. De lo que estamos seguros es de que no fue un autodidacta. Conocía las técnicas y utilizaba materiales de primer orden, cuya calidad ha permanecido inalterada en el tiempo", explica Sandrina Bandera.
Dos visitantes contemplan 'La callejuela'. | AFP
el dispensador dice:
¿hacia dónde viajó la imaginación?,
¿qué movilizó al artista a pintar una imagen de su corazón?,
acaso, ¿hubo ausencia de razón?,
tal vez, ¿trascendió un atisbo de pasión?,
sea como sea fue un viaje,
desde la mente hasta el paisaje,
desde el pincel hasta el voltaje,
de una energía fluyente,
que regresa desde la tela a la mente,
buscando diseñarse...
de allí saldrá una obra de arte,
ninguna mirada habrá de cansarse,
de detener aquel instante,
que llevó al artista a ser parte,
de la historia de un viaje,
que naciendo en un impulso,
terminó traducido en lenguaje,
de color, forma y anclaje,
ya que siempre hay un alma dispuesta,
a ser lecho de algún mensaje.
Septiembre 27, 2012.-
el dispensador dice:
¿hacia dónde viajó la imaginación?,
¿qué movilizó al artista a pintar una imagen de su corazón?,
acaso, ¿hubo ausencia de razón?,
tal vez, ¿trascendió un atisbo de pasión?,
sea como sea fue un viaje,
desde la mente hasta el paisaje,
desde el pincel hasta el voltaje,
de una energía fluyente,
que regresa desde la tela a la mente,
buscando diseñarse...
de allí saldrá una obra de arte,
ninguna mirada habrá de cansarse,
de detener aquel instante,
que llevó al artista a ser parte,
de la historia de un viaje,
que naciendo en un impulso,
terminó traducido en lenguaje,
de color, forma y anclaje,
ya que siempre hay un alma dispuesta,
a ser lecho de algún mensaje.
Septiembre 27, 2012.-
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