Este blog se plantea hacer comentarios de actualidad sobre libros, autores y lecturas en menos de 1.000 palabras. Se trata de un blog personal, obsesivamente literario, enfermo de literatosis, como diría JC Onetti, según la regla que la literatura es un vano oficio, pero jamás un oficio en vano.
Sobre el autor
Ivan Thays. (Lima, 1968) Autor del libro de cuentos Las fotografías de Frances Farmer y las novelas Escena de caza, El viaje interior, La disciplina de la vanidad, Un lugar llamado Oreja de Perro, Un sueño fugaz y El orden de las cosas. Ganó en el 2001 el Premio Principe Claus. Fue finalista del premio Herralde 2008. Fue considerado dentro del grupo Bogotá39 por el Hay Festival. Sus novelas han sido traducidas al francés, italiano y portugués. Dirigió durante siete años el programa televisivo Vano Oficio. Actualmente administra el comentado blog Moleskine Literario.
¿Para qué leer?
por Frank Za'atar
En el libro El encantador: Nabokov y la felicidad, Lila Azam Zanganeh titula su prólogo con contundente franqueza: "¿Por qué leer este libro o cualquier otro?" Así contesta a su propia pregunta: "La respuesta, a mi juicio, siempre ha sido meridianamente clara: leemos para renovar el encanto del mundo. Desde luego, hay un precio, incluso para el más diestro de los lectores. Descifrar sentidos, internarse trabajosamente en regiones desconocidas, abrirse paso entre un intrincado laberinto de frases, tinieblas inquietantes, plantas y animales desconocidos. No obstante, si persistimos con obstinada curiosidad y espíritu de conquista, de vez en cuando surge un panorama magnífico, un paisaje bañado por el sol, rutilantes criaturas marinas¨.
Reconozco que me gustaría sentir que cada vez que leo se renueva mi encanto por el mundo. No voy a negar que he sido feliz leyendo, ni tampoco que esa curiosidad y espíritu de conquista se ha apropiado de mí otras veces, pero lamentablemente mi experiencia como lector está muy lejos de esos hallazgos fabulosos de Zanganeh. La respuesta para qué o por qué leer siempre ha sido, para mí, tan complicada de responder como a aquella "por qué escribes". Tengo la impresión de que, en principio, ambas respuestas son parecidas.
Aquella profunda decepción ante el orden del mundo, el descubrimiento del caos y de aquello que no funciona, el motor de la escritura según Vargas Llosa, moviliza también al lector. Lectores y escritores comparten las mismas fracturas. Leemos para encontrarnos con un mundo, si no mejor, al menos capaz de responder a un orden y cuyo dios o demiurgo, por más genial que sea, es un ser más cercano a nosotros que cualquier divinidad mística: el autor.
El francés Charles Dantzig, editor, traductor de Francis Scott Fitzgerald y Oscar Wilde, además de narrador, poeta y ensayista, organiza un extraordinario libro calidoscópico en torno a la pregunta “¿Por qué leer?”, que responde con inteligencia y buen gusto pero también con bromas, ironía o provocación. Algunos de los títulos de los capítulos bastan para mostrar a qué nos enfrentamos: “Leer para encontrarse (sin haberse buscado)”, “Leer para estar articulado”, “Leer para no dejar que los cadáveres descansen en paz”. “Leer por amor”. “Leer por odio”, “Leer para pasar la mitad del libro”, “Leer por títulos”, “Leer para dejar de ser la reina de Inglaterra”, “Leer para masturbarse”, “Leer para contradecirse”, “Leer para guardar las formas”, “Leer para aprender”, “Leer por consolarse”, “Leer para descubrir lo que el autor no ha dicho” o mi favorito: “Leer para saber que con leer no se mejora”.
Existen grandes lectores que son, además, personas muy cultas, inteligentes, sensibles y tienen excelente ortografía y redacción. Pero es un error pensar que, por consiguiente, la lectura te hace más culto, inteligente, sensible o mejora tus tildes. Leer con un fin utilitario, ya sea gramatical o espiritual, es una pérdida de tiempo. Puedo imaginarme a Hitler leyendo una novela de Knut Hamsum con placer, pero me resulta difícil pensar en la madre Teresa leyendo algo que no sea la Biblia o un libro didáctico. Si leer no nos hace mejores personas, insisto, ¿para qué leer?
En uno de los capítulos Dantzig anuncia que el lector es un egoísta.“Se lee para comprender el mundo, se lee para comprenderse uno mismo. Y si se es un poco generoso, ocurre que también se lee para comprender al autor. Creo que eso solo les ocurre a los más grandes lectores, una vez que se han saciado las dos primeras necesidades, la comprensión del mundo y la comprensión de sí mismos. Leer hace cantar a las momias, pero no se lee para eso. No se lee para el libro, se lee para uno mismo. No hay nada más egoísta que un lector”.
Estoy de acuerdo. Para eso leo, para apropiarme de las palabras de los demás. Leo porque esas palabras me pertenecen. Los libros que han dejado más huella en mí no son necesariamente las obras cumbres, sino aquellos cuya piel he logrado traspasar hasta hacerla mía. Leo para mi placer, mi gozo, para apartarme del mundo y sumergirme en mí mismo. Leo para mí. En un mundo donde todo es esperanza de futuro, o donde el pasado asoma y me atormenta constantemente, el único momento donde estoy en el presente es cuando leo. Leer es meditar con palabras de otras personas, dije en un post anterior. Por eso leo. Leo para saber qué pienso, qué opino, qué sé o debería saber, qué he olvidado. No leo para identificarme con un autor sino para permitir que sus palabras se identifiquen conmigo, adquieran sentido gracias a mí. Cada lector reconstruye, o mejor dicho inventa, la literatura universal.
Recuerdo que, hace años, leí un texto de mitología celta escrito por W.B. Yeats donde encontré la frase "tan sosegado que parece triste". De inmediato la inserté en un cuento de veinte páginas que había escrito y que le di a leer a un amigo. Este amigo dijo que el cuento era infumable, pero subrayó la frase robada diciéndome con, cierta condescendencia, "sin embargo, en esta frase es se nota que tienes talento". Nunca le dije que esa frase la había escrito Yeats, no era necesario. Es natural que en el estado de meditación en que nos introduce la lectura aparezcan frases o escenas que nos remitan a nosotros mismos y resulta natural apropiarnos de ellas. En realidad, nos pertenecen tan igual como si las hubiésemos escrito, porque nuestra existencia es la que les da sentido: sin nosotros solo serían líneas negras sobre blanco. Por ello, jamás leo por curiosidad hacia mundos o épocas distintas a las mías, sino por curiosidad por mí mismo. Leo para saber quién soy.
el dispensador dice:
existe una química de la lectura,
así como existe una química de la escritura,
otro tanto para los sentimientos,
para las sensaciones y los sueños,
para las ideas enlazadas con los pensamientos,
sin obviar las miradas,
las contemplaciones,
las distancias,
hasta los trechos...
así como la hay para leer los techos,
los jardines, los campos,
para apreciar los destellos,
desplegando emociones,
que reclaman atenciones,
para entregar el espíritu a lo bello...
algo cambia en el alma,
algo se modifica en el espíritu,
cuando la inspiración es un hecho,
cuando la curiosidad despeja techos,
lectura de sillón,
lectura en el lecho...
alterando el circuito neuronal,
de las emociones,
de los sentidos estrechos,
abriendo desfiladeros,
donde la imaginación estalla en dimensiones de otros universos...
tal vez podrás comprenderlo,
quizás esquivar el sendero,
pero las químicas dominan,
donde hay presencia de sentimientos...
la química de la lectura,
exige sumergirse,
a veces nadar en superficie,
a veces profundizar hasta irse,
a veces elevarse sin resistirse,
a veces esfumarse y herirse,
¿cuántas veces has llorado,
por aquellas letras que siguen?,
aunque sean sentimientos negados,
ocultos u olvidados,
hay un catalizador que distingue,
y aún cuando se crea no estar,
el simple leer no exime...
leer abre la mente,
impone un corazón caliente,
pero luego posiblemente,
contribuya a divisar el don de gente,
algo que sólo se adquiere,
con un respeto reverente,
por aquellos prójimos,
que dicen también ser gentes.
Febrero 21, 2013.-
Recomiendo muy especialmente, la cuidadosa lectura de:
BABEL: REFLEXIONES SOBRE EL MAÑANA NECESARIO
Título: LA TORRE DE BABELReflexiones sobre el mañana necesario
Paradojas del lenguaje y la comunicación
http://eldispensador.blogspot.com.ar/2008/10/babel-reflexiones-sobre-el-maana.html
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