jueves, 17 de diciembre de 2015

A VECES


el dispensador dice:
a veces,
sólo a veces,
algunas veces,
puede que para algunos siempre,
el amor se siente,
algo en el alma despierta y trasciende,
algo en el espíritu se enciende,
algo reluce mientras el amor se siembre,
pero cuidado,
el "amor" no es sexo,
ni ser complaciente,
el "amor" en verdad... es un puente...

a veces,
vaya a saber por qué sucede,
el amor se apaga,
cuando se lo miente,
cuando se usan las palabras,
para excusar lo ausente,
o para traicionar la confianza,
y entonces...
no se vuelve...
porque donde no hay "amor"... sencillamente no hay puente...

a veces,
colocas amor en tu propia gracia,
honras el don concedido,
para despertar cada mañana,
honras el talento conseguido,
abriendo la mano ante cada llamada,
porque todo es misterioso,
cuando se atraviesa el alba...
abunda el milagro,
cuando hay magia en el alma...

a veces,
la tragedia toca a tu espalda,
tu no la entiendes,
porque no cabe en el alma...

a veces,
la vida se transforma en un drama,
mucha violencia,
palabras como lanzas,
mucho desprecio,
símbolo de miseria humana...
algunos entienden,
otros escapan,
donde no se sostiene el amor,
se hiere al corazón,
mientras que el destino atrasa...

¿cómo sacar del abismo al propio espíritu,
o a la propia alma?...
si no tienes paz,
no reconoces las calmas,
y sin ellas no hay espacio,
para las geometrías de lo eterno en la gracia...

por ello debes comprender,
que tu vida es una gracia,
que enfrenta quietudes,
así como tormentas y techos sin casas...
no puedes permanecer donde el amor falta,
porque se pega el odio,
o la ausencia te gana...

debes encarar lo necesario de tu propio mañana,
ayudar a otras almas,
recompone escenarios,
de vidas atrapadas...
tu lavas sus manos,
sus cuerpos y sus llagas,
y ellos te devuelven... la paz esperada...
no sabrás por qué,
por qué sucede,
ni por qué pasa...
pero el amor se coloca... donde hace falta...
DICIEMBRE 17, 2015.-

aquel que es incapaz de valorar el amor,
aquel que desprecia al amor que le llega...
debe quedar en soledad...
consumiéndose en los infiernos de las culpas,
sembradas en su propia espalda...
no hay peor escarmiento,
que tener la fuente... y negar el agua.

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